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111 - M Dahan - Noviembre 2018

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Conducta maternal y apego: consideraciones clínicas y epigenéticas. Mecanismos epigenéticos de los fármacos Dra. Miriam P. Dahan

Psicofarmacología

Psicofarmacología 18:111, Noviembre de 2018 blece entre ellos una lucha por la supervivencia, en la que solo sobreviven los individuos más adaptados y se eliminan los demás. De esta manera se produce la selección natural de los más aptos. Únicamente los individuos que sobreviven son los que pueden reproducirse y así transmitir sus caracteres a los descendientes. La selección natural, con el transcurso del tiempo, va transformando paulatinamente a las especies (Darwin, 1979). En lenguaje simple y coloquial explicaba que las especies cambiaban como resultado de una necesidad nueva; que la lucha por la supervivencia eliminaba las variaciones desfavorables y sobrevivían las más aptas; que el número de individuos de cada especie permanecía más o menos constante; y por medio de descripciones minuciosas, cómo variaban en todos los aspectos las distintas especies según el entorno. Un ejemplo clásico lo constituyen las trece especies de pinzones de Darwin (género de aves) de las islas Galápagos. Principalmente, la diferencia de estas especies es el tamaño y la forma del pico que depende de su fuente de alimentación. Explica su aparición a partir de una primera especie de pinzón que llegó procedente de las costas de Ecuador, y cuyos descendientes se adaptaron a los diferentes tipos de alimentos y de ambientes que había en cada isla. La teoría de Darwin sufrió diversas críticas: no explicaba cómo se originaba la variabilidad de la descendencia. Las causas de la variabilidad están relacionadas con las mutaciones y la recombinación genética, pero para llegar a este conocimiento sería necesario que se desarrollase la genética. Darwin no llegó a conocer los trabajos de Gregor Mendel (1822-1884), debido a su escasa difusión, en consecuencia no supo nunca el origen de la variabilidad de la descendencia y, por lo tanto no pudo responder a las críticas que le acusaban de no explicar el origen de dicha variabilidad. Las leyes de Mendel, conjunto de reglas básicas sobre la transmisión por herencia genética de las características de los organismos padres a sus hijos, constituyen el fundamento de la genética. Las leyes se derivan del trabajo realizado por Mendel, publicado en 1865 y en 1866, aunque fue ignorado por mucho tiempo hasta su redescubrimiento en 1900 (Marantz Henig, 2001). Finalmente el neodarwinismo (Teoría sintética de la evolución) planteó los puntos claves de la Teoría de la evolución en un congreso en Princeton: - la variabilidad en la descendencia se debe a las mutaciones que originan nuevos genes y a la recombinación genética. - la selección natural elimina a los individuos menos aptos y permite reproducirse a los más adaptados. -la variación de la frecuencia génica, son las poblaciones las que evolucionan al variar sus frecuencias génicas. Los factores que producen la variación génica son: las mutaciones, la deriva genética, la selección natural y las migraciones. -el aislamiento geográfico: una población debe mantenerse alejada de la otra para que dé lugar a una nueva especie (Salas e Iturbe, 2011). Konrad Lorenz (1903-1989), zoólogo y etólogo austríaco, graduado en Medicina en 1928 y en Zoología en 1933, compartió el Premio Nobel de Medicina en 1973, con K. Von Frish y N. Tinbergen, por describir la impronta, es decir, el proceso fisiológico generado tras el nacimiento que garantiza el comportamiento maternal y filial entre madre y cría; estos hallazgos se integraron posteriormente en la teoría del apego humano (Lorenz, 1973; Bateson, 1990). Lorenz propuso la hipótesis de que muchas tendencias animales y humanas se basan en pautas genéticas latentes y son desencadenadas por sucesos del medio ambiente. Sugería que esos patrones eran tan importantes para la supervivencia del animal como sus características fisiológicas, y que ambos factores tenían un desarrollo evolutivo similar. Quizá sea más conocido porque descubrió que los estímulos aurales-auditivos y visuales de los progenitores de un animal son necesarios para inducirlo a seguirles, pero que cualquier objeto, incluido un ser humano, podía inducir la misma respuesta empleando los mismos estímulos. Llamó a este fenómeno impronta. Sus observaciones le permitieron fundamentar que las crías de los gansos comenzaban a seguir a su madre poco después de romper el cascarón, creando así un vínculo importante que ayudaba a la madre a protegerlos y a entrenarlos. Entre 1940 y 1950, Lorenz describió cómo los patitos que nacieron en su jardín de Altenberg lo tomaron como “madre pata”, y lo seguían a todas partes. Esta “programación genética” desenlaza una serie de comportamientos que favorecen la protección de las crías al amparo de sus progenitores. Los gansos recién nacidos detectaban un ser grande en el momento de romper sus cáscaras y se producía ese apego. Era un patrón más o menos permanente. Incluso algunos gansos silvestres, debido a esto, preferían pasar la noche cerca del cuarto del Lorenz y lo seguían a todas partes (Grandin y Deesing, 1998). Por lo tanto, impronta es un concepto que se puede definir como patrones de acción fijos, que están genéticamente determinados y que se manifiestan a través de la influencia del ambiente particular a una especie animal. Es una forma de aprendizaje en la que un animal muy joven fija su atención en el primer objeto que ve, escucha o toca y el movimiento que hace a continuación tras ese objeto; en la naturaleza, ese objeto normalmente es uno de los padres. Esta programación genética desencadena una serie de comportamientos que favorecen la protección de la cría al amparo de sus progenitores. Experimentalmente, otros animales y objetos inanimados han sido utilizados para estudiar este comportamiento. El estudio comparado del comportamiento de los animales ayuda a comprender la manera en que se establece el vínculo entre la madre y la cría, brindando los argumentos posibles, al hacer extensivos sus resultados a la especie humana (Ainsworth, 1969). Como dato de interés específico los etólogos buscaron entender los mecanismos de patrones innatos de comportamiento, y las motivaciones por las cuales los animales se comportan de la forma en que lo hacen. EDITORIAL SCIENS // 15

Dra. Miriam P. Dahan Lorenz (1939, 1965, 1981) y N. Tinbergen (1948, 1951) desarrollaron el etograma, que es una lista completa de todas las conductas que un animal despliega en su entorno. El etograma incluye los comportamientos innatos tanto como los adquiridos, con “patrones fijos de acción” que son activados por lo que denominaron “estímulo-señal”. Lorenz y Tinbergen denominaron “estímulo señal” al objeto que desencadena la activación de un patrón fijo de acción. En un ejemplo: cuando un ave madre ve la boca abierta de sus crías, esto desencadena el comportamiento maternal de alimentarlas, por lo tanto la boca abierta es un estímulo señal que actúa como un interruptor que enciende un programa determinado genéticamente. El Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1973, compartido por Lorenz con Nikolaas Tinbergen y Karl R. Von Frisch, los tres zoólogos que trabajaban en el estudio del comportamiento animal, causó cierta sorpresa en el mundo científico. Sin embargo, los argumentos que brindaron los integrantes del tribunal sueco de los premios Nobel se basaron en que sus trabajos contribuían a comprender mejor diversos aspectos de la Psiquiatría. Estableciendo enlaces, el psicoanalista inglés John Bowlby estudió el modo en que se desarrolla la conducta de apego en el bebé humano, y concluyó que esta puede incluirse dentro de las pautas generales de impronta (siempre que este término se aplique en un sentido genérico amplio). La Teoría de la impronta ya mencionada –forma de aprendizaje en que los animales precociales aprenden en los primeros días a aproximarse al primer objeto grande en movimiento– establece así una base de comparación natural en relación a las conductas humanas de apego. Refiere que los seres humanos nacen con la tendencia innata de apegarse a una persona protectora que los cuida. Bowlby introdujo la palabra attachment, que se traduce como apego. El apego, vínculo afectivo que el niño gesta con sus cuidadores y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un desarrollo saludable, forja los cimientos necesarios para el posterior desarrollo del niño y contribuye al bienestar psicológico o a la psicopatología. La tesis fundamental de la teoría del apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño está determinado, en gran medida, por la capacidad de respuesta de la madre y/o cuidador (Bowlby, 1969). La falta de cuidados maternos pueden llevar a un desajuste en la integración social, a dificultades en las relaciones interpersonales y diferentes manifestaciones psicopatológicas. Bowbly también puntualizó que es el tipo de cuidados, disfuncionales o pobres, más que la ausencia de la madre en sí misma, lo que causa las dificultades (deprivación materna). El vínculo de apego tiene varios elementos claves: • es una forma especial y perdurable de relación emocional con otra persona • proporciona consuelo, agrado, sosiego y placer • la pérdida, o amenaza de pérdida de esa persona evoca angustia. La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó en 1951 un informe elaborado por Bowlby –Cuidado materno y Salud mental– a partir de una serie de entrevistas con los mejores especialistas en desarrollo infantil (Bowlby, 1954). En el tema particular del vínculo madre-hijo se destacan los aportes de René Spitz (1887-1974), médico y psicoanalista. Fue quien acuñó el término hospitalismo, que utilizó para designar el conjunto de perturbaciones somáticas y psíquicas provocadas por la prolongada permanencia de los niños pequeños en una institución hospitalaria privados de la presencia y cuidados de su madre. Spitz desarrolló sus investigaciones motivado en los trabajos de Anna Freud (1895-1982) y Maria Montessori (1870- 1952). A partir de 1935 se dedicó a la observación y el estudio del desarrollo infantil focalizándose en la importancia de los cuidados maternos y los efectos de la deprivación emocional. Desde una perspectiva integradora del psicoanálisis en la psicología genética, se interesó por las primeras relaciones de objeto, los estadios, las carencias afectivas y los trastornos del lenguaje vinculados con la internación de niños pequeños en las instituciones hospitalarias. En el texto “El primer año de vida del niño”, Spitz describió la depresión anaclítica. Planteaba que “la ausencia de relaciones objetales causadas por la carencia afectiva detiene el desarrollo en todos los sectores de la personalidad...” […] “Puede presentar pérdida de la expresión mímica, anorexia, mutismo, insomnio, retardo psicomotor. Además, el lactante vuelve la regresión hacia sí mismo, son niños que pueden atacarse activamente a sí mismos, dándose cabezazos contra sus cunas, pegándose con el puño y arrancándose mechones de pelo. Este deterioro puede progresar hasta llevarlo al marasmo y a la muerte” (Spitz, 1979). La depresión anaclítica es reversible: si la ausencia de la madre no es muy prolongada, al restablecerse el vínculo, la depresión cesa muy rápidamente (privación afectiva parcial). Si esta privación sobrepasa las dieciocho semanas, el niño probablemente llegue al estado de hospitalismo. En este estado, la separación madre-hijo, durante un tiempo muy largo o total, desemboca en la imposibilidad del niño para entablar contactos afectivos permanentes; por ejemplo, porque está en una institución de salud que da tratamiento impersonal. El hospitalismo puede dar lugar a estados irreversibles, incluyendo la muerte. Debido a las investigaciones de Spitz, la concepción de la atención hospitalaria de niños pequeños permitió algunas modificaciones de relevante beneficio psicofísico en los niños que atraviesan situaciones de institucionalización. Neurobiología del apego De acuerdo con algunas investigaciones realizadas, si no se dan las condiciones adecuadas de interacción madre-hijo, el sistema del apego puede dejar de brindar su función protectora y convertirse, en sí mismo, en fuente de trastornos de diversos tipos (Lyons-Ruth et al., 2004). El apego funda sus bases conceptuales en el imprinting, concepto que como ya se dijo deviene de la biología. 16 // EDITORIAL SCIENS

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