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113 - GB Acosta - Mayo 2019

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Modificaciones inducidas por exposición a estrés en etapas tempranas del neurodesarrollo. Vulnerabilidad y consecuencias en la vida adulta - Mariano E. Ramborger, Macarena R. Varela, Carla Algarrañaz, Laura R. Guelman, Gabriela B. Acosta

Psicofarmacología

Psicofarmacología 19:113, Mayo de 2019 nían el doble de probabilidades de tener síntomas de ADHD clínicamente relevantes, si sus madres habían sufrido algún acontecimiento extremadamente estresante durante el segundo trimestre del embarazo (33). Para las niñas, los eventos estresantes graves solo fueron predictivos del ADHD si se producían durante el tercer trimestre del embarazo. Los artículos citados anteriormente coinciden en que existe un fuerte vínculo entre el estrés prenatal y los síntomas del ADHD. Esto puede ser una causa o una consecuencia del hecho de que es el trastorno más estudiado en su relación con la ansiedad prenatal. Más estudios se requieren para determinar si el momento y la naturaleza del estrés (subjetivo u objetivo) son factores en su incidencia de síntomas de ADHD en la descendencia. Otras psicopatologías La relación entre el estrés prenatal y otras psicopatologías distintas al ADHD también se ha estudiado, aunque en menor grado. Una investigación del Dr. Kinney y colaboradores (12) analizó de forma retrospectiva los huracanes y las tormentas como factores estresantes maternos en muestras constituidas por niños con autismo, síndrome de Down y un grupo de control. Demostraron que las madres de niños autistas comunicaron una mayor cantidad de factores estresantes durante el embarazo que el grupo con síndrome de Down, y ambos grupos advirtieron más factores estresantes que el grupo control. Sin embargo, como reconocen los autores, la naturaleza retrospectiva de este estudio no tiene en cuenta los posibles sesgos de los grupos cuando se informan factores estresantes pasados. Además, los niños autistas cuyas madres fueron sometidas a estrés durante el embarazo tenían más probabilidades de carecer de lenguaje versus los que lo sufrieron durante el embarazo temprano o tardío. El momento que se aplican o suceden los estresores también ha sido el foco de otro trabajo (31), donde utilizaron una serie de tormentas que afectaron al estado de Louisiana, Estados Unidos, entre los años 1985 y 1995 como un experimento natural. Los resultados sugieren que el embarazo medio y tardío podrían ser períodos gestacionales sensibles, en los cuales factores estresantes graves pueden influir en la prevalencia del trastorno autista. Una investigación prospectiva informó la existencia de vínculos entre factores estresantes no específicos y rasgos autistas en niños de 2 años, aunque no incluyen datos sobre la gravedad o el momento de los factores estresantes (31). Por otro lado, un estudio reciente no encontró una asociación significativa entre la pérdida de un pariente cercano durante el embarazo y el autismo en la descendencia. Sin embargo, este trabajo no midió el estado emocional materno durante la gestación (34) que podría estar asociado con un mayor riesgo de autismo (35). Otra psicopatología que ha recibido cierto grado de atención, Figura 1 Respuestas fisiológicas y patológicas al estrés. La resiliencia o vulnerabilidad de un individuo ante situaciones de estrés en la edad adulta EDITORIAL SCIENS // 27

Mariano E. Ramborger, Macarena R. Varela, Carla Algarrañaz, Laura R. Guelman, Gabriela B. Acosta relacionada con el EP es la esquizofrenia. Un trabajo inicial sugiere que un pequeño aumento en el riesgo de esquizofrenia, cuando la madre fue expuesta a un estrés severo, como la guerra (36). Otra investigación prospectiva sugiere que un factor estresante agudo, como la muerte de un familiar, puede aumentar la probabilidad de desarrollar esquizofrenia, pero solo en familias sin antecedentes de esta enfermedad mental (37). Malaspina y su equipo realizó una investigación prospectiva, donde informó que el riesgo de esquizofrenia se duplicó para las madres que estuvieron expuestas a la guerra durante su segundo trimestre de embarazo (38). Si bien es altamente improbable que el EP tenga un efecto causal en la posibilidad de desarrollar autismo o esquizofrenia, no se puede descartar que pudieran contribuir a aumentar las posibilidades de expresar cualquiera de las dos patologías, mediante mecanismos aún desconocidos. Los estudios prospectivos que se concentran tanto en el tiempo como en el tipo de factores estresantes, así como en el estado emocional materno durante el embarazo, servirían para evaluar si existe un vínculo real entre el estrés prenatal y las patologías mencionadas anteriormente. Es poco probable que los estudios en humanos sean suficientes para ofrecer una hipótesis explicativa de la forma en que el EP contribuye a las psicopatologías. Si bien los estudios con animales de laboratorio aportan nuevos métodos y herramientas para estudiar esta influencia, la validez de los modelos animales para la esquizofrenia y el autismo son un tema de debate y de revisión constante (39). Sin embargo, los avances en los modelos animales de trastornos neuropsiquiátricos pueden beneficiarnos enormemente para la comprensión de los efectos del estrés prenatal. En año 1998 se produjo una sucesión de tormentas de hielo en Quebec, Canadá. La lluvia helada causó daños generalizados. Las líneas telefónicas y de electricidad se cortaron, dejando a las personas sin servicio y produciendo daño a los negocios; las casas fueron destruidas y 27 personas perdieron la vida. Se realizaron una serie de estudios relacionados con la exposición al estrés prenatal objetivo en las madres que sufrieron la tormenta de hielo y su descendencia. Una investigación clásica evaluó las habilidades intelectuales y lingüísticas de niños pequeños de dos años cuyas madres fueron sometidas a la tormenta de hielo. Su rendimiento se correlacionó negativamente con el grado de exposición objetiva al estrés prenatal. Hablaron y entendieron menos palabras, y obtuvieron una puntuación más baja en el índice de desarrollo mental que los niños pequeños que sufrieron menos estrés prenatal o ninguno. Los niños pequeños expuestos a la tormenta durante el primer o segundo trimestre gestacional tuvieron mayores posibilidades de tener puntuaciones más bajas en la escala de habilidades intelectuales (10). Un análisis más detallado sobre la misma población revela que el estrés objetivo tiene un mayor impacto en las capacidades cognitivas que el estrés percibido, y que el estrés en el embarazo temprano predice una función cognitiva más pobre que el estrés en el embarazo tardío (40). Tres años más tarde, se realizó un estudio de seguimiento para determinar si los efectos del EP todavía estaban asociados con la inteligencia y las habilidades lingüísticas a los cinco años. Una vez más, el estrés prenatal objetivo elevado predijo un menor rendimiento en tareas lingüísticas y cognitivas. Curiosamente, los niños que sufrieron estrés prenatal moderado obtuvieron mejores resultados que aquellos cuyas madres estuvieron expuestas a estrés alto o bajo durante el embarazo (41). Diferentes artículos han reportado resultados similares en diferentes poblaciones. Un estudio en mujeres californianas encontró que la alta ansiedad específica del embarazo durante el embarazo temprano se asocia con un desarrollo mental más deficiente al año de vida. Vale la pena señalar que los niños pequeños cuyas madres estuvieron expuestas a niveles bajos de estrés durante el embarazo temprano y niveles altos de estrés al final del embarazo tuvieron el mejor rendimiento (42). Una investigación con la población londinense descubrió que un número elevado de factores estresantes objetivos durante el embarazo predice un desarrollo mental más lento. En contraste con los estudios de la tormenta de hielo, el estrés subjetivo también se asoció significativamente con el desarrollo mental, y la tensión de la relación fue el mejor predictor (14). En consecuencia, otro trabajo informó que el estrés prenatal temprano se correlacionó negativamente con las calificaciones escolares de los niños a los seis años (43). La alta ansiedad durante la primera mitad del embarazo también puede estar asociada con el rendimiento en tareas cognitivas a los 14 y 15 años, aunque puede deberse a un aumento de la impulsividad y es difícil mantener la atención (29). En contraste con los estudios anteriores, un trabajo reciente no ha reportado asociaciones entre el estrés prenatal y el cociente de inteligencia (32). Sin embargo, dado que todos los niños de la muestra fueron diagnosticados con ADHD, este puede no ser el caso de la población general. Existe un claro consenso de que los factores estresantes, especialmente los factores estresantes objetivos durante la primera y la mitad del embarazo tienen un impacto mucho mayor en el desarrollo mental que en la segunda mitad. Si bien la evidencia apoya que la ansiedad prenatal tiene un efecto en la inteligencia y las habilidades del lenguaje, se necesitan más estudios en humanos para determinar por qué mecanismos interrumpen el desarrollo. Hasta la fecha, poca literatura sobre los efectos del estrés prenatal en el rendimiento cognitivo de adolescentes y adultos. Si bien estos estudios implican restricciones significativas, pueden ayudar a explicar, con un control adecuado de las variables postnatales, las razones de la disminución del rendimiento. En resumen, los estudios mencionados sugieren que el estrés prenatal puede afectar el desarrollo neuronal a través de la disminución de la capacidad de autorregulación, la atención empobrecida o el aumento de la impulsividad. Se necesita más trabajo para determinar de qué manera específica afecta a las funciones ejecutivas. 28 // EDITORIAL SCIENS

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