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19 - FM Gómez- Junio 2003

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La impulsividad en el trastorno límite de la personalidad: su tratamiento farmacológico.

19 - FM Gómez- Junio

La impulsividad en el trastorno límite de la personalidad: su tratamiento farmacológico. DR. FERNANDO M. G MEZ Médico. Especialista en Pediatría. Especialista en Psiquiatría. Universidad de Buenos Aires. Miembro del Grupo Universitario de Psicofarmacología. Jefe de Trabajos Prácticos de la 1° cátedra de Farmacología. Facultad de Medicina. Universidad de Buenos Aires. Servicio de Psicopatología Infantil, Hospital Alemán. Resumen El trastorno límite de la personalidad (TLP) es un síndrome bien reconocido. Estos pacientes se caracterizan por presentar una marcada inestabilidad emocional, una dificultad en el control de sus impulsos con el posible desarrollo de conductas impredecibles de autoagresión y heteroagresión, una significativa alteración en las relaciones interpersonales y en la imagen de sí mismos, y el desarrollo de episodios psicóticos que se caracterizan por su breve duración (micorepisodios psicóticos). La diversa y variada sintomatología que presentan estos pacientes, junto a la dificultad diagnóstica que plantean los diversos marcos nosográficos, nos confronta con un terreno de dificultad diagnóstica y terapéutica. Luego de la revisión realizada sobre los aspectos neurobiológicos implicados en el área del control de los impulsos en los pacientes con TLP, se analizarán los diferentes grupos farmacológicos utilizados en el tratamiento de la impulsividad. Así, la seguridad y eficacia terapéutica ha sido evaluada con el uso de: a) antidepresivos (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina: fluoxetina, paroxetina y citalopram), b) estabilizadores de ánimo (carbonato de litio, divalproato sódico, carbamazepina y lamotrigina) y c) antipsicóticos atípicos (clozapina, risperidona y olanzapina). Otros grupos de fármacos como los antagonistas opioides (naltrexona), los beta bloqueantes (propranolol) y los ácidos grasos omega 3 (ácido eicosapentanoico y ácido docosahexaenoico) también han sido evaluados, si bien se requiere de una mayor disponibilidad de estudios estadísticamente significativos. Finalmente, fármacos como los antidepresivos tricíclicos (amitriptilina), ciertas benzodiazepinas (alprazolam) y los psicoestimulantes han demostrado el desarrollo de efectos indeseables en este grupo de pacientes, sobre todo en el área del control de los impulsos, muchos de los cuales ponen en severo riesgo al paciente. Por lo tanto, si bien una de las principales estrategias terapéuticas del paciente con TLP es la psicoterapia, debemos dejar en claro que la utilización del psicofármaco no tendrá la finalidad de sustituirla, sino que colabora activamente con la misma en ciertos momentos del proceso terapéutico del paciente, posibilitando el alivio de los síntomas agudos. Esta situación ideal permitirá el establecimiento de una alianza terapéutica más sólida y estable, lo cual favorecerá un mejor desarrollo del proceso terapéutico. Palabras clave Trastorno Límite de la Personalidad • Tratamiento • Impulsividad • Antidepresivos • Estabilizadores del ánimo • Antipsicóticos Atípicos Introducción El trastorno límite de la personalidad (TLP) incluye entre sus principales características clínicas el desarrollo de episodios psicóticos que se caracterizan por su breve duración (micorepisodios psicóticos), la presencia de una inestabilidad y labilidad emocional manifiesta, y una disregulación en el control de los impulsos con la posible aparición de conductas impredecibles como son los severos episodios de autoagresión y heteroagresión. También, se acompaña de una significativa alteración en las relaciones interpersonales y en la imagen de sí mismos. Para algunos autores, el desarrollo de esta variada sintomatología se vincula con una disregulación de los diferentes sistemas de neurotransmisión. Así, la disregulación del sistema dopaminérgico se vincularía con la producción de síntomas cognitivoperceptuales, y la disregulación del sistema noradrenérgico y serotonérgico con la producción de síntomas en el área afectiva (si bien, también hay participación del sistema colinérgico) y del control de los impulsos. La disregulación de estos sistemas intenta dar un sustento que avale y explique la utilización de determinados agentes farmacológicos en el tratamiento de la variada sintomatología que presentan estos pacientes. Sin embargo, es claro que este modelo de pensamiento unidireccional (disregulación de un sistema de neurotransmisión = alteración conductual), se encuentra limitado por presentar una tendencia de carácter reduccionista ya que: a) más allá de los factores biológicos, en el ser humano nos encontramos con la relevancia que adquieren las experiencias vivenciales tempranas. Éstas tienen suma importancia en la constitución de las conductas complejas humanas. En los pacientes borderline, es bastante frecuente el hallazgo de situaciones altamente traumáticas durante la niñez (por ejemplo: pérdidas parentales tempranas, abuso físico y/o sexual y experiencias de abandono). Estas vivencias tempranas tienen la capacidad de ejercer un efecto severamente nocivo sobre el neurodesarrollo del niño y por ende del individuo adulto. Es decir que los factores fenotípicos y genotípicos, los cuales en conjunción con una historia de experiencias vinculares tempranas traumáticas posibilitará la creación de una matriz biológica a partir de la cual se ira configurando un desorden psicopatológico (24, 27, 31, 44, 45, 14 // PSICOFARMACOLOGÍA

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