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24 - A Carli, B Kennel - Noviembre de 2013

Metodología de la investigación. Historia de la investigación médica

farmacología

farmacología cardiovascular 24 | Noviembre de 2013 Tenacidad, el Comunitario o de la Autoridad, el Metafísico o de la Reflexión, el de la Opinión Pública y el Eficaz o de la Ciencia. A nuestros fines obviaremos el Biológico, por ser del orden de lo individual y no mediado por un otro, y el de la Opinión Pública por no ser útil a nuestros fines. El Conocimiento Comunitario implica y exige la aparición de alguna forma de lenguaje para ser, por un lado, interiorizado y transformado en pensamiento y, por otro, exteriorizado y transformado en palabra. En esta forma de conocimiento lo que predomina es el impulso social, es el grupo el que decide acerca de nuestras creencias. Creemos lo que otros individuos investidos de alguna autoridad nos transmiten. Las enfermedades bien pueden ser consideradas fenómenos atribuidos a la ira de los dioses. Así Homero al comienzo de la Ilíada refiere que Apolo castiga a los griegos con sus flechas, la epidemia y dice: …y ardían muchas piras de difuntos… Los santuarios, como el de Esculapio, fueron las primeras instituciones dedicadas a la Medicina, con enfermos que acudían al templo a pasar la noche para que, en sueños, se les aparecieran las deidades que les indicaban el remedio para sus males. En excavaciones arqueológicas se encontraron representaciones de los órganos afectados por el mal. La creación de formas jurídicas de organización social superiores tales como las ciudades estados en la Grecia del Siglo V aC fue contemporánea a la aparición de un pensamiento coherente y no contradictorio propio de la Filosofía. Es lo que Peirce denomina Conocimiento Metafísico. En esta Época, que denominaremos Antigua, diferenciaremos a Platón, pensando al sujeto humano en una posición de contemplación y el mundo como reflejo de la perfección divina, de Aristóteles con un volcarse al mundo y a la Naturaleza. Así aparece una visión de la salud y la enfermedad más del orden de lo natural con el surgimiento de escuelas de Medicina famosas como la de la isla de Cos con Hipócrates que llega a decir sobre lo que hoy llamamos epilepsia que “no es menos ni más sagrada que otras, si no que tiene una causa natural que le dio su origen como las otras afecciones. La gente considera divina su naturaleza y su causa por ignorancia y asombro, porque no es semejante a otras enfermedades, y esta idea de su carácter divino es consecuencia de su incapacidad para comprenderla”. Estas escuelas de Medicina basaban su trabajo en la cuidadosa observación y experimentación con potenciales métodos y modos de curación. Por supuesto que lo que llamamos “experimentación” no guardaba las condiciones que conocemos en la actualidad y pensamos que más bien se caracterizaban por una forma un poco más elaborada del ensayo y error. De manera taxativa se manifestaban contra la superstición y trataban de relacionar causas y efectos, si para en este tipo de construcciones hipotéticas ya advertía Aristóteles en su libro “Poética”: “Homero enseñó sobre todo a los demás (poetas) a contar mentiras como es debido. Esto es, a emplear el paralogismo. Piensan, en efecto, los hombres que cuando un hecho es seguido por otro al producirse uno se produce el otro, si el segundo existe, también existe o se produce el primero. Pero esto es un error”. La Academia de Platón duró nueve siglos con lo que su influencia llegó hasta el Siglo IV de la Era Cristiana. En ese mismo Siglo el Emperador Constantino adoptó al cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano. Ambos hechos los mencionamos para entender sus efectos en lo que se denomina Edad Media y su correlato con el pensamiento occidental. Ya Galeno (130-200 dC) había recopilado las páginas de los maestros de la Medicina, sobre todo a Hipócrates a quien instaló en la idea de ser el Padre de la Medicina. El cristianismo se transformó en el contexto espiritual de la época, girando sus temas e intereses alrededor del hombre y Dios, el Bien y el Mal, con los padres de la Iglesia volcados a rescatar en los textos antiguos la Palabra de Dios. Con un San Agustín (354-430 dC) hablando del hombre interiorizado, en la búsqueda de las verdades eternas dentro de su alma. Con Santo Tomás “cristianizando” los textos antiguos y diferenciando las verdades de la fe de las de la razón. La manera en que se pensaban los problemas de la Salud y la Enfermedad tenía que ver con ese contexto. Enfermedades consideradas como el accionar demoníaco, pestes asumidas como castigos divinos fueron moneda corriente en ese largo período. Un período que, no obstante, permite rescatar a pensadores que mostraron toda una tradición revisionista del pensamiento aristotélico: Robert Grosseteste (1168-1253), Francis Bacon (1214-1253), Duns Scoto (1265-1308) y Guillermo de Occam (1280-1349), por nombrar a los más destacados mostrando como la evolución histórica no es lineal sino que se va delineando con avances y retrocesos, tanteos con los que la especie intenta encontrar su absoluto. Antes hablábamos de Galeno de quien se dice que alcanzó a disecar algunos cadáveres humanos pero que hizo su mayor experiencia trabajando en animales dadas las prohibiciones al respecto. Con lo que la anatomía galénica fue la que primó hasta el siglo XVI en que nace Vesalio (1514-1564) quien publicó en 1543 su De Humanis Corporis Fabrica y abandonó su carrera académica para dedicarse a ser médico de Editorial Sciens | 19

las cortes de Carlos V y luego de Felipe II falleciendo en un viaje desde Jerusalem hacia Padua donde intentaba recuperar su cátedra. También en 1543 Nicolás Copérnico publicó De revolutionibus orbitum coelestium. William Harvey (1578-1657) fue discípulo de Fabricius que, con Fallopio, había sido uno de los sucesores de Galeno en Padua. Este médico inglés fue quien descubrió que la sangre circula, mediante la utilización de un método en el que, a diferencia de los filósofos que realizaban sus afirmaciones basados en principios de perfección, utilizó la observación y la experiencia señalando el camino que deberían seguir no sólo la Medicina sino todas las disciplinas. Las ideas de Harvey no fueron las de un científico, sino la de un hombre del Renacimiento que en sus escritos mencionaba aspectos relacionados con el espíritu y las fuerzas vitales propios de una visión mística de lo que había descubierto. Este descubrimiento, no obstante, fue resistido hasta que con el invento del microscopio (1650) fue posible visualizar las pequeñas conexiones entre arterias y venas, con lo que se completaba su teoría. Ya en 1553 Miguel Servet (1511-1553), en su libro Christianismi Restitutio, contradiciendo la teoría según la cual la sangre se fabricaba en el hígado, había planteado que la sangre pasaba del corazón derecho al izquierdo a través de los pulmones. Esta afirmación la hizo basándose en tratados teológicos y no en disecciones pero dado que en ese escrito y en otros había afirmado que Jesucristo no era la encarnación de Dios fue apresado en Ginebra y quemado en la hoguera por calvinistas que lo acusaron de hereje. En 1637 René Descartes publicó su Discurso del Método con el que abrió las puertas de la Modernidad. Su Cogito ergo sum (pienso luego soy) es la piedra fundamental en la que se apoya la subjetividad instalada en la mente de los hombres del Siglo XVII, que desembocaría en 1789 en la Revolución Francesa. Se instaló la idea del sub (debajo) jectum (lo que está ahí) diferenciado del ob (fuera de) jectum. El Sujeto, capaz de pensar el Objeto que está fuera de él. Descartes encarna al pensador racionalista por excelencia, instalado en una polémica propia de su tiempo acerca de si al conocimiento se llegaba por vía de la razón o de la empiria. Esta última corriente estuvo representada por Bacon, Locke, Hume, Stuart Mill y Comte. Es interesante acotar que en 1638 Galileo publica sus Discorsi. De manera coincidente con la Revolución Francesa, en 1789, Lavoisier publicó su Traité Élementaire de Chimie (Tratado Elemental del Química) el equivalente en su terreno de lo que fueron los Principia (1687) de Newton para la Física. Y citamos a Newton (1642-1727) porque fue el hombre capaz de realizar la síntesis integradora entre comprobación empírica y especulación racional sentando las bases de lo que hoy conocemos como Ciencia. Todas estas ideas contribuyeron a instalar una visión mecanicista-causal del mundo. El siglo XVIII muestra la invención de la máquina a vapor, del termómetro. Se inicia la Revolución Industrial en una Inglaterra con aires democráticos en contraposición al antique regime francés que recién llegó a romperse a fines del Siglo. Hume (1711-1776), Kant (1704-1824) y Hegel (1770-1831) son los principales pensadores de ese tiempo. Emmanuel Kant publicó en 1781 Crítica de la razón pura en la cual establece una suerte de monismo gnoseológico. A diferencia de Descartes (que plantea una dualidad: sujeto por un lado y objeto por el otro, esto es que el sujeto es capaz de pensar al objeto), Kant entiende que sólo importa el sujeto, que es capaz de conocer al objeto porque es portador de categorías a priori: tiempo y espacio, que así lo permiten. El sujeto sólo conoce lo que está en condiciones de conocer, expresado por Goethe (1749-1832) como “Se encuentra lo que se busca y se busca lo que se sabe”. Para entender a Kant recurriremos a Hegel que en su Lecciones sobre la historia de la Filosofía (1830) dice: “Kant (...) se representa la cosa sobre poco más o menos así: existen fuera de nosotros cosas en sí, pero sin tiempo y sin espacio; viene luego la conciencia, que tiene ya en sí misma el tiempo y el espacio, como la posibilidad de la experiencia, del mismo modo que, por ejemplo, para comer empezamos por tener boca y dientes, etc., como condiciones previas para realizar esta operación.” Esto es que para Kant, buen representante del idealismo alemán, la razón está también centrada en el sujeto. Para Hegel, que publica su Fenomenología del Espíritu en 1807, ya no hay un sujeto que crea la realidad sino que, además, es creado por ella. Ya no hay una dualidad a lo Descartes: sujeto y objeto son la misma sustancia. Parafraseándolo: tenemos boca y dientes a priori pero la comida a ingerir tiene que tener las condiciones adecuadas para ser comida. Así, con Hegel, entendemos las condiciones históricas del conocimiento. Antes mencionamos los Grandes Relatos. Vimos cómo el Cristianismo colocó un particular prisma para una lectura del mundo. También cómo el Iluminismo, con su fe en la Razón, pretendió fundamentar las condiciones del conocimiento. El descubrimiento de América (1492) condicionó nuevas fronteras. Los Imperios iniciaron una temprana globalización 20 | Editorial Sciens

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