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27 - JP Marino - Septiembre 2014

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El valor de la idea de hombre para la emergencia del sujeto

27 - JP Marino - Septiembre

Psiquiatría 7:27, Septiembre 2014 El valor de la idea de hombre para la emergencia del sujeto Uif!Wbmvf!pg!uif!Jefb!pg!Nbo! gps!uif!Fnfshfodf!pg!uif!Tvc Lic. Juan Pablo Marino Licenciado en Psicología Docente en Problemas Filosóficos en Psicología – U.B.A. Investigador UBACyT. “La satisfacción en la estructura del sujeto”, a cargo del Dr. Daniel Rubinsztejn Ex – Concurrente y Becario Htal. Borda Introducción La noción de sujeto que postula el psicoanálisis mantiene una relación compleja con la idea de hombre. La complejidad es porque están en franca oposición sujeto y hombre, pero, a su vez, es imposible negar que para pensar al sujeto se requiere la idea de hombre. Es solidaria la idea de hombre con la noción de sujeto, pero no es sin la mediación de un quiebre, o mejor dicho, de una sospecha de la representación de hombre lo que permite pensar la representación del sujeto. Entonces, es necesaria la afirmación de la idea de hombre para que su sospecha permita la emergencia de la noción de sujeto. Resumamos ahora en hombre lo que se entiende por el ser del pensamiento. Tomar este inicio es ubicar a Descartes en el germen del asunto, aunque más que germen, digamos un primer retoño, porque hay algunos antecedentes a tener en cuenta. El sujeto aparece en la modernidad, en el siglo XVII. Su primera expresión es la intuición del primer conocimiento verdadero: cogito, ergo sum. Este primer conocimiento que es el cogito supone la aparición de un nuevo tipo de conciencia. Con Descartes aparece el sujeto definido como sustancia pensante. Sustancia, sub-jectum, significa lo que aparece por debajo, lo que subyace, como distinto del ob-jectum, lo que aparece delante. El sujeto se comienza a delinear en su relación con el objeto. Pero, ¿qué es lo que posibilita la expresión del sujeto en tanto sustancia pensante en la modernidad? El siglo XVII es una verdadera revolución en el pensamiento humano, cambia la concepción del mundo y del hombre. Hay una crisis en los paradigmas que se venían sosteniendo, cambia el fundamento que sostiene la cosmovisión del hombre. Por fundamento podemos entender el marco donde se hace visible aquello que por fuera de ese marco aparece invisible, esto es, cierta consistencia de la realidad. El fundamento de los medievales es Dios, por eso se define la filosofía de esa época como un teocentrismo. En cambio, el fundamento de la modernidad es la Razón, el sujeto se sostiene en el pensamiento; en la filosofía ya no se trata de Dios, sino que el interés está puesto en el hombre, en la vida terrenal. Este pasaje del teocentrismo al antropocentrismo es un proceso en el que el Renacimiento y la Revolución Científica son determinantes y prefiguran ciertas condiciones que preparan lo que se expresará en el pensamiento moderno. Humanismo y Renacimiento, un reflejo en lo antiguo El Humanismo y el Renacimiento son corrientes del pensamiento que ubicamos a mediados del siglo XIV, y se extienden a lo largo de todo el siglo XV y XVI. Su expresión surge por una revivificación del mundo antiguo, por el redescubrimiento de los autores clásicos, donde se exalta a la cultura griega y latina como paradigma de lo auténtico, por lo que buscando en los antiguos, se espera reencontrarse y recrearse a sí mismo. Ambas corrientes surgen como una nueva cultura que se opone a la medieval, que se sostenía en el realismo aristotélico, en su principio de autoridad que era Tomás, y en su proceder silogístico. Humanitas, al igual que el término griego paideia, significa educación y formación del hombre, pero acentuado el valor de las letras en la enseñanza: la poesía, la retórica, la historia y la filosofía. El humanista es un literato que, amando a las letras, deviene en un nuevo amante del saber. Con el Humanismo se traducen a astrólogos, a profetas magos, y también a filósofos: Platón, Plotino, y toda la tradición platónica. Para ilustrar el Humanismo, tomemos unas líneas del magnífico libro de Thomas Mann, La montaña mágica. “Pero, ¿qué era el humanismo? El amor a la humanidad, nada más, y por eso mismo el humanismo también era política, también era rebelión contra todo cuanto mancillara y deshonrara la idea de humanidad. Habían reprochado al padre de Settembrini que rendía culto excesivo a la forma, pero, después de todo, sólo había cultivado esa forma –y su belleza– por respeto hacia la dignidad del hombre, en marcada oposición a la Edad Media que no sólo había estado sumida en el desprecio del hombre y en la superstición, sino también en una especie de vergonzosa ausencia de formas bellas; y, ante todo, había reivindicado la libertad de pensamiento y el placer de vivir en la tierra, pues –según él– el reino de los cielos era mejor dejárselo a los gorriones” (página 228). El Renacimiento es expresión de los ideales humanistas, se busca la regeneración y reforma espiritual en el retorno a los antiguos, intentando expresar una libertad respecto al dogmatismo medieval. Toma del Humanismo el interés por los fenómenos y elementos de la naturaleza. Los principales representantes de expresión artística son Leonardo, Miguel Ángel y Rafael. Se reintroduce el desnudo, la visión busca al hombre. EDITORIAL SCIENS // 15

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