Views
4 years ago

27 - M Zenarola - Septiembre 2014

  • Text
  • Zenarola
  • Sujeto
  • Freud
  • Lugar
  • Lacan
  • Conocimiento
  • Descartes
  • Punto
  • Plano
  • Todas
  • Marco
  • Psiquiatria
Sujeto y síntesis

27 - M Zenarola - Septiembre

Sujeto y síntesis Tvckfdu!boe!tzouiftjt Maximiliano Zenarola Psicoanalista. Psicólogo del Hospital General de Agudos “Dr. Teodoro Álvarez”. Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental. Integrante del Departamento de Estudios sobre Toxicomanías y Alcoholismo (EOL). zenarola@gmail.com Lacan añadió al término de sujeto el predicado de dividido. Sin embargo, en el campo en el que ese vocablo adquirió operatividad, eminentemente en la filosofía, no es habitual considerar al sujeto, en cualquiera de sus vertientes – en la teoría del conocimiento o en la moral, para dar sus dos relieves más importantes –, como afectado por una división de su conocimiento o de su voluntad. Es cierto que la filosofía ha tematizado aquí y allá algunas restricciones a esas empresas: restricción del alcance del conocimiento argumentada por Kant en su “Crítica de la razón pura” y galvanizada en su concepto de noúmeno; restricción de la voluntad singular en el plano de las interacciones sociales por el sometimiento del sujeto a la ley de la comunidad, tal como es tematizada en los grandes pensadores de la teoría política. Pero estas restricciones no hacen más que colocar bajo una luz contrastante la potencia de la razón pura a la hora de conocer la realidad y la existencia de la libertad como supuesto del mundo moral. Ahora bien, la noción de un sujeto minado en su potencia por un conflicto pulsional (Freud) o una estructura (Lacan) es algo que, si bien puede rastrearse a modo de antecedente en algunos recodos del pensamiento filosófico, debe aguardar hasta el psicoanálisis para alcanzar todo su fragor. Nos gustaría, por ende, recorrer brevemente ese hito de la constitución moderna del sujeto que situamos en René Descartes para luego indicar los nombres de la división subjetiva en Sigmund Freud. Utilizaremos el concepto de síntesis como eje de esta comunicación. La ascesis y la síntesis del sujeto en Descartes El método cartesiano contiene en las reglas de su procedimiento una Weltanschauung. Ese conjunto de reglas, cuya elaboración podemos verificar en los tratados de las “Regulae ad directionem ingenii” y en el “Discours de la méthode”, proponen una reducción de lo real a sus determinaciones matemáticas y una reducción del sujeto al procedimiento de las reglas. Si nos atenemos al desarrollo de la ciencia moderna en su elaboración desde el fin del medioevo y a través del renacimiento, encontraríamos vana la tarea de determinar cuál vino primero: si el método o la matematización de lo real. Parecen ser sendas facetas del mismo fenómeno. Lo que nos interesa es esto: si el método puede proponer una tal reducción de lo real es porque la supone como posible, la supone como efectivamente realizada en el nivel de lo real, más aún, considera que lo real es eso. Una vez que el hombre moderno se desembaraza de la profundidad que las cosas tenían anteriormente – espesor de los entes en el que habita su autonomía, la esencia de su ser, la fuerza que anima sus movimientos, el nombre secreto impreso por Dios en sus pliegues – ya no hay manera de regresar. Se instala la visión científica del mundo; y esos otros componentes de las cosas, que no nos son dados por la vía de la sensibilidad, son condenados a retornar en otras prácticas, en otros ámbitos, ajenos al recinto de la ciencia. El mundo se vuelve prístino, transparente, las luces ensanchan su horizonte hasta el contorno inasible del universo infinito: imposición por todas partes de un espacio de las partes extra partes donde ya no habrá lugar para la ocultación, el pliegue, la profundidad. La destitución de la tierra como eje del universo y sede del hombre, punto excelso de la creación divina, deja paso a la institución del sujeto como instancia de universal referencia de todas las cosas. La comprensión del universo y de sus leyes está sujeta, en primer lugar, a su universal homogeneización matemática, pero, en segundo lugar, a su referencia al sujeto para quien esas cosas se ordenan de un modo determinado. Es cierto: en el campo de la física los objetos pierden esa fuerza interior con que se los dotaba para explicar sus movimientos – los objetos sublunares caen a la tierra porque esa es la determinación contenida en su esencia – y de ahora en más sus movimientos pierden ese carácter absoluto para devenir mutuo movimiento relativo. Pero esto no deja de implicar la imposición lógica de un punto de quietud y de fijeza. Ese punto ya no es la luna, en la medida en que dividía las esferas celestes de la bóveda entre un allende y un aquende, ni la tierra; tampoco el cuerpo elegido para la ocasión a los fines de resolver el problema cinético; ese elemento será fundamentalmente el sujeto para quien esos elementos se ordenan en el marco de un problema a resolver o una situación a explicar. Dos instanciaciones por ende de ese lugar de fijeza que será el sujeto: el plano geométrico, artilugio que simboliza el lugar que las cosas ocupan unas frente a otras pero todas en relación al marco del plano, y la ecuación como modalidad de recorte, identificación y articulación de una situación real. Se trata en ambos casos de una herramienta por la cual las cosas, primero, se homogeneizan – more geometrico vel algebraico – y luego se ordenan en el marco de un contexto cerrado y claro. El marco del plano, por una parte, y el signo de igualdad, por el otro, balizando la aventura del entendimiento en su conocimiento de una realidad entendida esencialmente como relación entre proporciones y funciones, indicios del sujeto operando en el conocimiento. (Cassirer, 1906, p. 469) Así, la idea del método, en primer lugar, es la idea de un procedimiento que nos permite producir verdades exentas de error y duda. Es simple: donde hay método, donde su ejecución es pulcra, el resultado carece de duda o error. La institución del método va de la mano de la exclusión del error. La aplicación del método produce inmediatamente una primera verdad: el cogito como existencia del pensamiento en la medida de que piensa. (Descartes, 1957, p. 23) Este método, en segundo lugar, toma su estructura y su pro- 10 // EDITORIAL SCIENS

Biblioteca

Av. García del Río 2585 Piso 12 A - C.A.B.A
+54 11 2092 1646 | info@sciens.com.ar

Editorial Sciens, Todos los Derechos Reservados 2015