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29 - F Rebok - Abril 2015

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Psicosis de la motilidad: una mirada historiográfica y clínica

29 - F Rebok - Abril

Psiquiatría 8:29, Abril 2015 Psicosis de la motilidad: una mirada historiográfica y clínica Dr. Federico Rebok Médico especialista en Psiquiatría y Medicina Legal. Jefe de Servicio, Hospital Neuropsiquiátrico "Dr. Braulio A. Moyano" Profesor Adjunto, Cátedra de Emergencias Psiquiátricas, Carrera de especialización en Psiquiatría, USAL. E-mail: federicorebok@gmail.com Dra. María Laura Pérez Roldán Médica especialista en Psiquiatría y Medicina Legal. Jefa de Sección, Hospital Neuropsiquiátrico "Dr. Braulio A. Moyano". Resumen Haremos un recorrido histórico sobre la clínica y la nosografía de una entidad conflictiva para diagnosticar y tratar, cómo es la psicosis de la motilidad. El camino que lleva al reconocimiento actual de esta enfermedad, es sinuoso y comienza con la descripción de las escuelas francesa y alemana sobre la existencia de síntomas motores en las enfermedades mentales, a fines del siglo XIX. Es Kahlbaum el que ha tenido el mérito de reconocer como un complejo sintomático completo motor al que llamó: “La locura de tensión” o “La catatonía”. A partir de ese momento, las formas motoras fueron desmenuzadas y se fueron ubicando nosográficamente en distintos cuadros, agudos y crónicos, sin llegar a aclarar el problema de que las psicosis motoras constituyen en realidad varias entidades independientes. Es Kleist y su alumno Leonhard, quienes iluminan el sendero que hoy nos lleva a distinguir entre catatonías agudas y crónicas, y separar de ellas a la psicosis de la motilidad como subforma de las psicosis cicloides. Sin embargo, aún hoy, los psiquiatras que no conocen esta clasificación, pueden no saber cuando están delante de este cuadro, para poder diagnosticarlo y tratarlo adecuadamente. Palabras clave Psicosis motoras – Kahlbaum – Catatonía – Kleist – Leonhard – Psicosis de la motilidad. Introducción Hacia la 8ª edición de su Lehrbuch, aparecida entre 1909 y 1913, Kraepelin ya había delimitado sus dos pilares nosológicos fundamentales: la dementia praecox, por un lado; y la locura maníaco-depresiva, por el otro. Adoptando el método clínico-evolutivo de Kahlbaum (sintomatología - curso - desenlace), diferenció a la primera por su curso crónico y terminación demencial (Verblödung -desmoronamiento-) de la segunda, que presentaba curso fásico (episódico, recurrente, con recaídas) y en la que la personalidad del paciente quedaba preservada (1). En la locura maníaco-depresiva, Kraepelin reunió a las locuras periódicas y circulares, la manía simple, la melancolía, y una gran cantidad de casos de amencia; y también incluyó en tal epígrafe muchos casos de psicosis de base motora (1). El objetivo del presente artículo es realizar un recorrido histórico y clínico acerca del concepto de la psicosis de la motilidad. De la escuela francesa a la escuela alemana Debemos a la escuela francesa la primera delimitación de cuadros psicóticos de irrupción brusca, sintomatología polimorfa y cambiante y breve duración. En efecto, Magnan es quien primero describe una entidad caracterizada por la aparición súbita del delirio, a la cual pone por nombre bouffée délirante. Decía el maestro francés que en pocos días, en pocas horas y a veces de un minuto a otro, aparecen en estos pacientes ideas delirantes muchas veces sin causa aparente y sin previo aviso. Estas se acompañan de estados emocionales acordes a la idea (un «terror inexpresable» para las ideas persecutorias; una «exaltación entusiasta» para las ideas de grandeza) y alteraciones en el reconocimiento de las personas del entorno e incluso en la orientación autopsíquica (2). Propone que estos «delirios inmediatos» solo pueden aparecer en sujetos con terreno predisponente (3). La duración de las bouffée nunca suele exceder los pocos meses; el pronóstico de la enfermedad es favorable. Años más tarde, Ey realizará una síntesis del concepto de Magnan, y formulará un diagnóstico positivo de bouffée délirante definiéndolo como un cuadro de: (i) inicio brusco; (ii) polimorfo; (iii) oscilante (de día en día); (iv) con exacerbaciones parahípnicas (o sea, en momentos cercanos al sueño); (v) carácter de actualidad inmediata, tanto perceptiva como intuitiva, de la vivencia delirante; (vi) estado crepuscular de la conciencia; (vii) prevalencia de la actividad alucinatoria visual o cenestésica; (viii) restitutio ad integrum (por regla general) (4). Como vemos, nuevamente EDITORIAL SCIENS // 13

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