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36 - E Cortese - Junio 2019

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Experiencias subjetivas tempranas en la esquizofrenia.

Psiquiatría N°

Psiquiatría N° 36 | Junio 2019 ser ahí en la experiencia vivida. El paciente se siente ausente, ya no habitando y siendo testigo en primera persona del acaecer en el escenario experiencial de su vida. Siguiendo a Parnas (8) (13), las expresiones de los pacientes que intentan describir esta vivencia tienen el carácter de aproximaciones explicativas que dan cuenta de cierta perplejidad, en tanto se ven enfrentados a algo inaudito e inefable. Los pacientes se sienten ausentes, o la experiencia vivida adquiere ribetes de anonimato. También puede referir una sensación de vacío existencial ineluctable, o se sienten desfallecer, o hasta transformarse radicalmente en otro ente. Siempre estas experiencias no traducen una certeza inexorable, ni se asocian a creencias delirantes bizarras no rectificables, es decir, no sobrepasan el umbral de la pre-psicosis. Por ejemplo, este cimbronazo que golpea el basamento del SELF es referido por algunos como “ya no me siento a mí mismo”, “yo no soy yo mismo”, “he perdido el contacto conmigo mismo”, “me estoy volviendo inhumano”, “me estoy convirtiendo en un monstruo o un perverso” (13). Otros lo describen como un vacío interior y una sensación penosa de inconsistencia existencial. Existen pacientes con gran capacidad intelectual que pueden dar descripciones reveladoras de lo que les acontece, como, por ejemplo; “me siento privado del fundamento de mi existencia”, o como ilustra Saas (19) al tomar como parámetro al poeta Antonín Artaud, quien describía su estado como “lo que es difícil hallar es el lugar de uno mismo, y restablecer la comunicación de uno mismo” o para denominar ese estado de vacío del ser, “la carencia de densidad nerviosa”. Otras apreciaciones en igual sendero son “yo no tengo autoconsciencia”, “mi sentimiento del yo esta disminuido” (13). En igual línea se encuentran las apreciaciones que denotan una merma en el sentimiento de si como presencia vital, tal cual lo resalta un paciente diciendo “ya no soy el mismo, me convertí en una maquina inerte” (13). Cabe agregar que es común que esta transformación se signifique como quejas hipocondriacas de diversa índole, todo en el registro pre-psicótico del como sí, sin embargo, en el trasfondo de una certeza de cambio trascendental. Merma de la atribución de pertenencia y agencia del soporte representacional interno (extrañeza sobre las propias operaciones internas) El compromiso del fundamento, aquel que posibilita la autoafirmación entendida como el sentimiento de seguridad acerca de la presencia o existencia de uno mismo en toda vivencia, conlleva a modificaciones en los modos de experimentación pre-reflexivo de las propias operaciones interiores, como lo son los actos de percibir, sentir, pensar y de movilizarse intencionalmente. Es decir, el paciente experimenta su propia percepción, actos o pensamientos como sumidos en un halo de extrañeza, adquiriendo un cariz impersonal, de anonimato, o, de un puro mecanismo desprovisto de vitalidad. De esta manera, estas operatorias dejan de ser tacitas, explicitándose y adquiriendo la relevancia de la figura, y, por ende, perdiendo su lugar de trasfondo; modo habitual de presentación en toda experiencia de estas. Así, pasan a ser objeto de reflexión en sí mismo, en lugar del contenido que debieran reflejar o trasportar en la consciencia. Por ejemplo, el acto de percibir el mundo no se da naturalmente como algo vivido, pareciendo más bien una operación mecánica, no encarnada, e impostada. Lo percibido es impersonal, y distante, ergo se evidencia una dificultad en el sentido de mismidad. Por ejemplo, un paciente que escuchaba música en su walkman comienza a tener la impresión de que “la música carece de su natural plenitud”, “es como si algo estuviese mal en su sonido mismo”, por lo cual comenzó a realizar ajustes en su aparato para recuperar su percepción habitual (13). Igual destino se aplica a los pensamientos y las sensaciones corporales, los cuales, dada su importancia se describirán aparte. También con los sentimientos o los actos que el sujeto ejecuta. En sintonía con lo señalado, algunos pacientes pueden referir “tuve que pensar en pensar”; “debo hacer todo paso a paso, nada es automático ahora, todo debe ser considerado”; o “ya no estoy más segura de mis propios movimientos” (13). Pareciera como que al paciente ya no se le presenta como dado, ni tiene un acceso inmediato sin esfuerzo reflexivo, de todas las operaciones que le permiten representarse contenidos mentales, por ende, debe fundamentarlas de manera reflexiva y consciente. Incremento del automonitoreo o hiperreflexia dirigida al espacio interior A partir de lo mencionado, se entiende como el interés se posa en esas experiencias inquietantes. El paciente se focaliza en esa inconsistencia de su percibir, por ejemplo, tratando de fundamentar dicha operatoria, o explicarse por qué funciona de manera inhabitual, artificial, o como si fuese un proceso distante y ajeno de sí mismo. Las vivencias anómalas acompañadas de un debilitamiento de su condición de auto-propiedad y agencialidad, determinan que el foco atencional en primera instancia se dirija automáticamente a las mismas (hiper-reflexividad operativa), acompañada luego de una hiper-reflexividad voluntaria y consciente. Recapitulando, en los ejemplos mencionados líneas arriba, primero aparece una merma en la atribución de pertenencia y agencia del soporte representacional interno del pensamiento, del movimiento y la percepción, y subsecuentemente, la hiper-reflexividad que determina que la atención converja en las propias operaciones internas mencionadas. Ambos procesos están incardinados el uno en el otro, siendo su diferenciación y tratamiento en dos títulos diferentes, una consideración didáctica. Queda claro, como el medio, que debiera sustraerse de la consciencia y permanecer en la penumbra del trasfondo, y así permitir que los contenidos representados con sus asociaciones y significaciones afloren en primera plana, en los casos detallados pasan a ser figura. De esta manera se establece lo que se conoce como introspección simultánea, en donde la interacción con el mundo se obstaculiza y ralentiza debido a la consideración sincrónica del medio que permite su repre- EDITORIAL SCIENS // 21

sentación. Por así decirlo, el sujeto es testigo de sus propios procesos sensoriales, de sus propias operaciones cogitativas, de la propia generación de la intención y el movimiento, despojándose de la posibilidad de vivir los contenidos experienciales que los anteriores deberían representar y canalizar. Esto último nos acerca a la siguiente serie de manifestaciones, también interrelacionada, caracterizada por la sustracción del mundo que padece el sujeto. Disminución en la participación del mundo Como se mencionó, esta falla del medio y soporte en su función de representación del sujeto y del mundo con la consiguiente convergencia de toda atención y esfuerzo explicativo, interfiere en el contacto vital con el mundo y sus objetos, estremeciéndolo. El paciente se queja de que no puede abrirse y volcarse al mundo, no puede habitarlo al intentar interactuar con él, perdiéndose su aprehensión inmediata y sin esfuerzo. Esto es consecuencia de que la atención del sujeto está dirigida al medio interno que debería brindar una representación del mundo, habitual y automática. De esta manera el paciente carece de resonancia con el medio, no puede participar en él, ni inmiscuirse perdiendo su propio registro, como habitualmente ocurre cuando interactuamos con el mundo y nos olvidamos de nosotros y de nuestra propia actividad interior. Son ejemplos, las expresiones de algunos pacientes que dicen “entre el mundo y yo hay una barrera, estoy encerrado en una caja de vidrio” “las cosas que me atraían, las personas, los objetos, perdieron todo su color y ya no tengo un contacto íntimo con ellos”, “todo me es totalmente indiferente” (13). Las anteriores descripciones ilustran como, a consecuencia de una trasformación incipiente en uno mismo, la relación y el contacto con el mundo se compromete eurítmicamente. Compromiso de la vivencia de unidad del sí mismo (retraso, fragmentación o escisión de la experiencia de sí mismo) Se trata del caso de descripciones que realizan los pacientes, en donde expresan que su SELF, persona, o su Yo, está fragmentado, dividido, siendo estas partes compartimentos que no se contactan, perdiéndose el sentimiento íntimo de unidad. Los afectados pueden referirse a estas experiencias como “tengo una sensación como si fuese dos personas distintas”, “mis pensamientos se dividen en dos, buenos y malos”; o una paciente señalaba que “en una ocasión, cuando estaba en la cama, tuve por algunos segundos la sensación de que me transformaba en dos personas, que ambas estaban acostadas en la cama” (13). En otros casos, el sentimiento de unidad se compromete a partir de una afectación de la temporalidad, sintiendo el paciente que accede a ciertos aspectos de su experiencia con dilación, como, por ejemplo, lo graficaba un afectado cuando decía que “Mi propia experiencia aparece escindida con un segundo de retraso” (13). Confusión de identidad Aquí el paciente señala un estado en el que experimenta ser otra persona o ente, como, por ejemplo: “siento como si yo fuera mi propia madre” (13); “sentí por unos instantes como si fuera el perro que tenía enfrente, como si se traspasaran nuestras almas de un cuerpo al otro”. Cabe señalar, que estas manifestaciones son fugaces, y en donde, si bien el paciente no tiene una certeza, ni se asocian a construcciones delirantes estrambóticas, el examinador puede percibir que a pesar de haber cesado y ser expresadas bajo la fórmula del “como si”, la inquietud aún persiste, como si fuese un indicio de algo inquietante o funesto. Pensamiento y flujo de la consciencia En este apartado se recolectan aquellas experiencias en donde el sentido de auto-propiedad y agencialidad en referencia al pensamiento se estremece, así como también la experiencia de la fluidez temporal de la consciencia. Se puede citar como ejemplo, los siguientes dichos de un paciente, “he experimentado algo extraño, como una falta de relación entre mí mismo y lo que estoy pensando”, en donde se explicita esa connotación de extrañeza, ajenidad y mecanización del proceso del pensar, el cual aparece con cierto grado de emancipación del propio control, sin alcanzar el estadio de completa alienación en donde se termina de imputar a otro sujeto el carácter de agente de este (13). Cabe agregar que aquí se agrupan muchos de los fenómenos descriptos por De Clerambault como pequeño automatismo mental (30), y en donde el denominador común es la conmoción de la ipseidad en referencia al pensamiento. Esta involucra una merma en el sentido de auto-propiedad, en tanto el proceso del pensar es vivenciado con distancia, comprometiéndose el contacto íntimo con este, como si no le perteneciera al SELF plenamente. También, el compromiso de la agencialidad, por lo cual algunas cogitaciones adquieren ese matiz de anonimato, artificialidad, automaticidad, y en definitiva terminan por escurrirse al control del sujeto. Asimismo, la atención parece posar automáticamente sobre el carácter material de dicho discurrir cogitativo, más luego aplicándose de manera consciente y reflexiva, facilitándose de este modo una experimentación del pensar en donde este adopta un matiz sensible o extensible, proceso denominado reificación. Este último implica que el pensar es vivido como una cosa en sí misma, y, por ende, despojado de su carácter de medio de representación de otros contenidos. Se Incluye dentro de estas vivencias anómalas del propio proceso del pensar, al fenómeno de interferencia del pensamiento, en donde irrumpen impulsos, imaginaciones, o pensamientos verbales, de manera automática, desconectados semánticamente con el tema que venía desplegándose. Estos son experimentados habitualmente como neutros afectivamente e impersonales (13). Asimismo, la EASE, describe a los fenómenos de bloqueo del pensamiento, eco silencioso del pensamiento, la sonorización del pensamiento, perturbaciones cognitivas, atencio- 22 // EDITORIAL SCIENS

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