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38 - CL Cárdenas Delgado - Abril de 2020

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Pseudología fantástica: evolución conceptual

intercambiable con

intercambiable con mentira patológica o mitomanía. Algunos autores proponen a la pseudología como un subtipo específico de mentira patológica, mientras que otros sugieren que el término es un sinónimo innecesario y pretencioso de las mentiras “anormales” (3). Hacia finales del siglo XIX fueron aisladas las formas clínicas de mentira patológica, primero por los autores alemanes, luego por el psiquiatra francés Ernest Dupré, quien forjó en 1905 el neologismo de mitomanía. Este término, que pasó al lenguaje corriente en forma de epíteto, se mantuvo vigente entre los psiquiatras franceses, mientras que no es prácticamente empleado en los trabajos angloamericanos que prefieren sustituirlo por mentira patológica o por el vocablo germánico pseudología fantástica (4). Emil Kraepelin, en la séptima edición de su tratado (1904) introdujo modificaciones que reflejan la influencia de la escuela de la degeneración y del positivismo criminológico italiano. Creó el grupo de las personalidades psicopáticas que comprende a los criminales natos de Lombroso; los inestables; los seudoquerulantes (querellantes y reivindicadores crónicos sin delirio); los pseudólogos están incluidos en el apartado de los embusteros y estafadores (Lügner und Schwindler) (5, 6). En esencia, lo que caracteriza el cuadro es una sobreexcitación de la imaginación asociada a la inconstancia y falta de rumbo de la voluntad. El siguiente es un resumen de su descripción clínica (7): (1) Tienen extraordinaria riqueza imaginativa y tienden a guiarse por ella. Su pensamiento es proclive a divagar en todas las direcciones posibles, en situaciones irreales de ensueño, que imaginan en el pasado, el presente o el futuro, conforme a sus deseos. (2) Por la soltura con que se manejan, pueden dar la apariencia de eruditos, versados en diferentes temas. Un examen más detallado revela que han recopilado fragmentos inconexos, que su conocimiento es muy superficial y que en realidad se trata de una mezcla no elaborada y a menudo mal comprendida o tergiversada en sus detalles. (3) Su fluencia verbal es ágil, viven para ser escuchados, para dar conferencias. (4) En su discurso se entretejen citas y vocablos de origen extranjero, se complacen en el uso de expresiones extranjeras y frases altisonantes. (5) Su apariencia segura de sí misma, su inagotable torrente verbal, su ingenio agudo y su soltura ofrecen, frente a naturalezas torpes e ingenuas, una sensación de gran superioridad espiritual. (6) Se cansan rápidamente, no pueden esforzarse, se distraen, no pueden permanecer ocupados en su tarea. Las tareas mentales superiores que requieren del pensamiento y del trabajo arduo no los atraen. En 1905, antes de suceder a Gilbert Ballet en la cátedra de las enfermedades mentales, Ernest Dupré acuñó el término mitomanía para referirse a la tendencia patológica más o menos voluntaria y consciente a la mentira y a la creación de fábulas imaginativas. La mitomanía, desequilibrio constitucional de la imaginación, estaba definida por los siguientes criterios esenciales: 1) La historia puede ser probable y tener cierta relación con la realidad. 2) Las aventuras imaginarias pueden manifestarse en múltiples circunstancias y en forma duradera. 3) Los temas de estas aventuras son variados, pero el héroe o la víctima es casi siempre el sujeto (8). El origen del término mitomanía está en línea con los neologismos y la creación ininterrumpida de vocablos forjados a partir de raíces griegas, como las diversas designaciones de formas de monomanías e innumerables fobias. Dupré propone los términos mitomanía y mitopatía; éste último, más apropiado, será olvidado, mientras que el público y los medios se apropiaron de la mitomanía (9). Dupré propuso la existencia de una mitomanía normal y patológica; su carácter mórbido se basa tanto en la exageración y la persistencia de la actividad mítica como en su asociación con otras marcas (intelectuales, afectivas y morales) de desequilibrio psíquico, en tanto consideraba a la mitopatía como un estigma mayor de degeneración mental. La actividad mítica mórbida adoptaría entonces tres formas de presentación clínica (8): • Mitomanía vanidosa: los desequilibrados mitómanos son, en la mayoría de los casos, débiles intelectuales. Los productos de su actividad mitopática son caducos y frágiles como monumentos mal construidos y siempre colapsan al primer esfuerzo de la crítica. El único móvil de su conducta es el afán de notoriedad, más allá de cualquier intención calculada. La jactancia fantástica (hâblerie fantastique), forma de presentación más frecuente, consiste en la narración de aventuras novelescas donde se atribuye un rol decisivo, a veces heroico, honores, títulos y demás fanfarronerías, sin pretensión de perjudicar a terceros. Los mitómanos autoacusadores (de interés médico legal), quienes se denuncian a las autoridades como autores de un crimen relevante, pueden adquirir en ocasiones una modalidad impulsiva (rapto mitopático repentino), en particular bajo la influencia del alcohol. El afán de notoriedad adoptaría en éstos la modalidad depresiva de la autoacusación, mientras que en los mitómanos jactanciosos lo que prevalecería es la expansividad. Otra variedad incluye los falsos atentados, las falsas enfermedades, la simulación de lesiones externas y de problemas orgánicos (automutilaciones, ulceraciones, equimosis, algias, parálisis). Las automutilaciones se corresponderían en el dominio de la acción, con la actividad mitopática en el dominio del lenguaje. Dupré cita un caso reportado por Thoinot y Mosny (laparatomía por persuasión) para ilustrar sobre los fabuladores simuladores de enfermedades (futuro Síndrome de Münchausen) (8). • Mitomanía maligna: asociada a distintas manifestaciones del instinto de destrucción, desde la simple malicia hasta la ferocidad más intensa. Comprende dos formas: mitomanía 4 // EDITORIAL SCIENS

Psiquiatría N° 38 | Abril 2020 maliciosa, que comprende a los mistificadores habituales o profesionales, proclives a organizar fábulas destinadas a engañar a otros y a provocar en sus víctimas una serie de reacciones de carácter penoso o doloroso. Guardan el anonimato y gozan en secreto (fabulaciones inspiradas en hechos de actualidad como crímenes resonantes o atentados, explotadores de la fe en lo maravilloso, como organizadores de sesiones espiritistas, ocultismo, historias de casas embrujadas); o la heteroacusación calumniosa, con denuncia formal a las autoridades del pretendido culpable de un delito imaginario (heteroacusación genital, violencia grave, tentativa de homicidio). • Mitomanía perversa: obra de una mentalidad amoral, se despliega al servicio del fraude bajo todas sus formas. Incluye a los grandes estafadores, especuladores de alta calificación, jefes de grandes empresas fraudulentas, prestamistas de falsas herencias. Mitómanos sexuales (forme lubrique): polígamos y seductores profesionales, que contraen matrimonio sucesivamente y cambian de estado civil y residencia; y los mitómanos errantes, donde la actividad mitopática se asocia a una tendencia continua al desplazamiento, a las fugas y la vida errante. Hacia 1919 Dupré propuso una caracterología basada en la doctrina de las constituciones en un intento de conciliar la descripción de tipos clínicos con un sustrato orgánico: “Las afecciones constitucionales aparecen asociadas a anomalías congénitas o precozmente adquiridas de regiones de la corteza donde se elabora la actividad psíquica”. Describió cinco formas de desequilibrios constitucionales, donde cada una representa una alteración específica de una función de la vida de relación. De esta forma, la constitución mitopática se caracteriza por tendencias novelescas, sugestibilidad, afición por ciertas lecturas (folletines, melodramas, novelas policiales), propensión a la mentira, a la fabulación y a la simulación, tendencia a la inestabilidad y al vagabundeo (4). La mitopatía, como manifestación de una constitución mórbida, se inscribió entonces en el marco de una desviación de los instintos y tendencias. La escuela fenomenológica alemana abordó el estudio psicopatológico de la pseudología a partir de las perturbaciones de la conciencia. Karl Jaspers postuló que las alteraciones del estado de conciencia son un terreno fecundo para las vivencias patológicas; los sueños en estado de vigilia serían una forma de presentación de estas relaciones vivenciales fantásticas. De esta manera, en los histéricos puede producirse una alteración de la conciencia en ese fantasear despierto, donde los enfermos viven en situaciones imaginarias que se presentan alucinatoriamente con claridad a los sentidos (10). Kurt Schneider ubica la pseudología fantástica, en tanto síntoma, entre los psicópatas necesitados de estimación e hipertímicos resaltando como rasgo, en los primeros, la tendencia a soñar despierto, que puede conducir a estados crepusculares psicógenos en raros casos. Postula que el pseudólogo, con el afán de representar un papel que le es negado en la vida real, hace teatro ante los demás y ante sí mismo. Destaca el tono lúdico del teatralismo pseudológico: “… acaso como el de los niños que hacen de maestros o de soldados, y que sin embargo se identifican por completo con su papel”. En este contexto, el interés esta puesto en representar un papel, y los beneficios materiales obtenidos son accesorios (1). Por otro lado, la escuela alemana planteó la relación de la pseudología con la confabulación, término que se reserva actualmente para describir aquellos recuerdos falsos o erróneos que emergen involuntariamente en el contexto de una amnesia neurológica (11). Esta definición diferenció por una parte el campo de las paramnesias orgánicas de aquellas teorías psicopatológicas sobre el falseamiento del recuerdo basado en estados de ensueño. Desde Bonhoeffer se postuló la existencia de dos tipos de confabulación: (1) situacional o de relleno, donde el paciente intenta encubrir sus lagunas mnésicas con una excusa confabulatoria ad hoc relativa a su conducta reciente; (2) fantástica o espontánea, que excede las necesidades de suplir un déficit mnésico, y el paciente describe espontáneamente experiencias venturosas de carácter fantástico, destacándose su relación con estados de ensoñación (dream-like states) (12). La temática de la realización de deseos, presente en la confabulación fantástica de la enfermedad orgánico-cerebral, podría implicar que un mecanismo similar esté presente en psicópatas pseudólogos y en algunas pseudorreminiscencias delirantes megalómanas de la parafrenia (12). En este sentido se describieron los pseudorecuerdos (Erinnerungstäuschungen) como rasgo esencial de la parafrenia confabulatoria: durante la noche, cuando la imaginería adquiere un carácter de libre progresión, las representaciones de la fantasía libre pueden adquirir el tono sensorial de un recuerdo real. Estas vivencias de ensoñación, representarían entonces el momento fecundo o fundamento de los relatos confabulatorios (13). En el caso de las representaciones pseudológicas, también se han descripto ampliaciones de su sistema (producción de ideas, explicaciones nuevas) durante estados crepusculares en los que se producen falseamientos autosugeridos del recuerdo (14). Mentira patológica, delirio y disociación La noción actual de idea delirante señala que se trata de ideas fijas, de certeza, que no se avienen a cambiar a la luz de las pruebas que las contradigan (15). Estos dos elementos clínicos, la persistencia o arraigo en la personalidad y la irreductibilidad, no están presentes típicamente en el discurso pseudológico. Una revisión de las caracterizaciones de la mentira patológica muestra una división entre quienes sostienen que subyace una perturbación del juicio de realidad –y lo asimilan a un cuadro psicótico– y quienes sostienen que se trata de un acto más o menos deliberado, donde se conserva la capacidad de distinguir la ficción de la realidad. Entre los primeros, Koppen (1898) postuló que la pseudología no se diferencia del delirio, porque para el paciente tiene el valor de una experiencia real. El estado final de su evolución sería indistinguible del delirio. EDITORIAL SCIENS // 5

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