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88 - E Isasi y col. - Octubre 2014

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Adicción: ¿un problema de la memoria y del aprendizaje?

Mag. Eugenia

Mag. Eugenia Isasi, Mag. Raquel Morató, Ismael Piñero, Lic. Isabel Rossi Introducción La adicción a sustancias psicoactivas puede ser definida como un trastorno del comportamiento caracterizado por la búsqueda imperiosa e impulsiva de estas drogas, que conlleva a una pérdida progresiva del control de la conducta. Una característica importante de la adicción es la persistencia obstinada al consumo, a pesar de las consecuencias adversas, como el padecimiento de enfermedades médicas, alteración de vínculos familiares y sociales, riesgos legales, etc. La adicción requiere de la exposición a dosis repetidas de la droga y es condición necesaria la existencia de una vulnerabilidad que involucre una base genética y un entorno psicosocial facilitador. El sujeto adicto manifiesta una serie de pensamientos y conductas secuenciales y ritualizadas. Al inicio, surge un pensamiento asociado al consumo que conduce a un intenso anhelo (drug craving behaviour), sin aún un correlato físico. Luego surge un estado de necesidad (drug wanting behaviour) que es el componente corporal que reafirma la señal de anhelo. Posteriormente, comienza la acción motora en busca de la sustancia de abuso (drug seeking behaviour) que puede llevar a la “búsqueda frenética" en la cual se pierden las normas o códigos culturales y sociales adquiridos. Finalmente, se llega a la ingesta o consumo voraz (drug taking behaviour) (Fadel & Zieher, 2003). En la adicción hay una dependencia física, psicológica y social. Cuando la administración de la droga se suspende, surge el síndrome de abstinencia, caracterizado por una serie de signos y síntomas físicos y psíquicos variables, según la droga de abuso, los cuales ceden ante la nueva administración de la droga o de sustitutivos farmacológicos. Los síntomas emocionales más comunes son depresión, ansiedad, cambios de humor, ideación suicida y alucinaciones. Los síntomas físicos más comunes dependerán del tipo de sustancia adictiva y podrán ser: náuseas, vómitos, temblores, sudoración, calambres, dolores musculares, insomnio, rinorrea, fiebre, aumento de la frecuencia cardiaca, incremento de la presión arterial, escalofríos y convulsiones. Otra característica de la adicción es la tolerancia, que se define como la disminución progresiva de los efectos de la droga cuando se la administra repetidamente en el tiempo. Este proceso involucra mecanismos neurobiológicos de desensibilización y disminución de síntesis de receptores, así como también una tolerancia farmacocinética o metabólica (Fadel & Zieher, 2003; Kalivas & Volkow, 2005). Otro rasgo relevante de la adicción es el elevado riesgo de recaídas, aun luego de un prolongado periodo de abstinencia. Esto podría explicarse por la formación de memorias de larga duración asociadas a la droga que se tornan difíciles de extinguir. Por lo cual, la adicción es una enfermedad crónica y de difícil tratamiento (Fadel & Zieher, 2003; Hyman, 2005; Kalivas & Volkow, 2005; Zieher, 2012). El objetivo de este trabajo es comprender y profundizar en los mecanismos cognitivos, de aprendizaje y memoria involucrados en el fenómeno de la adicción. Para ello, se hará una búsqueda bibliográfica focalizada en los mecanismos neurobiológicos que comprometen a los distintos tipos de memoria en la adicción. Además, se buscará comprender cómo, a través de la investigación básica, este conocimiento puede aportar algunas respuestas a la clínica. El problema de la adicción La adicción es un complejo entramado bio-psicosocial, que afecta a individuos, familias, y a la sociedad en su conjunto. Tiene una gran incidencia en problemáticas sociales tales como: delincuencia, inseguridad, menores infractores, marginación, mendicidad, accidentes de tránsito, domésticos y laborales, vandalismo, violencia callejera y familiar, prostitución, problemas sanitarios, tráfico de drogas, entre otros. Según el Informe Mundial sobre las Drogas 2012i, elaborado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el volumen de consumo mundial de drogas ilícitas se sitúa entre el 3,4 % y el 6,6 % de la población adulta (personas de 15 a 64 años). Sin embargo, entre un 10 % y un 13 % de los usuarios de drogas son consumidores problemáticos con drogodependencia o trastornos relacionados con el consumo de drogas. Además, enfermedades como el VIH, la hepatitis C y la hepatitis B son prevalentes entre los usuarios que se inyectan drogas. Por último, el consumo de drogas ilícitas es causa de muerte del 1 % de la población adulta. A nivel mundial, las drogas ilícitas de mayor consumo son: el cannabis (prevalencia anual mundial entre el 2,6 % y el 5,0 %) y los estimulantes de tipo anfetamínico, excluido el “éxtasis” (0,3 % a 1,2 %) (1). En Uruguay, la 5ta Encuesta Nacional en Hogares sobre Consumo de Drogasii (2), realizada por el Observatorio Uruguayo de Drogas y publicada en mayo de 2011, muestra un aumento progresivo del consumo general de sustancias psicoactivas (legales o ilegales, con excepción del tabaco) y mayor precocidad en la edad de comienzo del consumo. La prevalencia de consumo, en los últimos 12 meses, es del 74 % para el alcohol, 33,9 % para el tabaco, 8,3 % para la marihuana y 1,9 % para la cocaína. Por otro lado, el 16 % de la población ha consumido, alguna vez en su vida, ansiolíticos y en más del 50 % de los casos, lo ha hecho sin prescripción médica. Con respecto a las sustancias denominadas de síntesis (éxtasis, metanfetaminas, anfetaminas, etc.) se presentan valores aún marginales en nuestra población. De todos modos, hubo un incremento importante 8 // EDITORIAL SCIENS

Psicofarmacología 14:88, Octubre 2014 del éxtasis respecto al 2006 (0,7 % frente al 1,5 %). En este estudio, se considera el uso problemático como aquel que genera situaciones vinculadas al consumo que potencialmente o de hecho, afectan la salud del individuo, ya sea en su esfera biológica, psicológica o social. En tal sentido, el 11 % de los consumidores de alcohol encuestados presentan un uso problemático. Por otro lado, el 16 % de los consumidores de marihuana y el 33 % de los consumidores de cocaína presentan síntomas de dependencia (2). Según datos divulgados en el quinto informe conjunto 2010 titulado “La relación droga y delito en adolescentes infractores”, el 80 % de la población privada de libertad ha experimentado alguna vez con drogas ilegales y el perfil predominante es el policonsumo. Además, el consumo de drogas en el tiempo inmediatamente anterior a cometer el delito es considerablemente alto: 45 % alcohol, 18 % marihuana, 8,5 % pasta base y 2,2 % cocaína. Estos datos, reafirman, la fuerte vinculación entre el consumo de drogas y el delito (3). Todas las cifras expuestas relacionadas con el consumo, dependencia y riesgos asociados a las drogas legales o ilegales, ponen de manifiesto la relevancia del tema a nivel nacional y mundial, así como también la necesidad de continuar desarrollando investigación básica y clínica en el área FIGURA 1 Circuitos y áreas cerebrales que participan en el fenómeno de la adicción. (A): Dibujo de un cerebro humano destacando las estructuras cerebrales y los circuitos neuronales que participan en la adicción. Se destaca el área tegmental ventral con sus vías mesolímbica (núcleo accumbens (NAc)) y mesocortical (corteza prefrontal (CPF) y giro cingulado(GC)) y, por otro lado, la vía nigroestriatal. (B) y (C): Esquemas del circuito de recompensa en un cerebro no adicto y uno adicto. En la adicción, el circuito de recompensa está alterado, hay una reducción del control ejercido por la CPF y GC y una sobreactivación de áreas relacionadas con el placer o recompensa (NAc), memoria y componentes emocionales (amígdala (Am) e hipocampo (Hip)) [Extraído de Lee et al., 2012]. EDITORIAL SCIENS // 9

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