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88 - E Isasi y col. - Octubre 2014

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Adicción: ¿un problema de la memoria y del aprendizaje?

Mag. Eugenia

Mag. Eugenia Isasi, Mag. Raquel Morató, Ismael Piñero, Lic. Isabel Rossi conjuntamente con políticas de prevención y rehabilitación de personas adictas y su entorno. Neurobiología de la adicción Las drogas de abuso ejercen sus efectos reforzadores positivos al actuar sobre un conjunto de áreas cerebrales interconectadas entre sí que reciben el nombre de sistema de recompensa, compuesto por vías dopaminérgicas de proyección mesolímbica y mesocortical. A pesar de que las drogas tienen distintos blancos moleculares (por ejemplo, los opioides son agonistas de los receptores mu, la cocaína inhibe los transportadores de dopamina y el alcohol facilita la transmisión GABAérgica), todas ellas finalmente, aumentan la dopamina sináptica en el núcleo accumbens (NAc) (Fadel & Zieher, 2003; Zieher, 2012). Las proyecciones dopaminérgicas desde el área tegmental ventral (ATV) hacia el NAc son la clave del circuito de recompensa del cerebro (Figura 1). Este circuito se activa en presencia de distintos reforzadores y estímulos naturales como la comida, el apareamiento y otras actividades de recompensa. Las drogas mimetizan el efecto de los reforzadores naturales, modulando la conducta, pero presentan una ventaja competitiva, ya que liberan niveles ampliamente superiores y prolongados de dopamina (Fadel & Zieher, 2003; Kalivas & Volkow, 2005; Koob & Volkow, 2010). En la adicción, hay una estructura neuroanatómica y sistemas de neurotransmisores involucrados. La estructura neuroanatómica está integrada por el ATV, el cerebro anterior basal (incluyendo al NAc), la corteza prefrontal (CPF) (orbitofrontal, dorsolateral y cingulada anterior), la amígdala y el hipocampo. Con respecto a los sistemas de neurotransmisores, además de la vías dopaminérgicas mesolímbicas, los péptidos opiáceos, los sistemas GABAérgicos, glutamatérgicos, serotoninérgicos, noradrenérgicos también juegan un rol importante. El NAc que forma parte del estriado ventral o estriado límbico es el blanco principal de la acción reforzadora de las drogas. Recibe conexiones dopaminérgicas que provienen del ATV y glutamatérgicas de la CPF, la amígdala y el hipocampo. Por lo tanto, el NAc juega un rol importante como modulador de los estados motivacionales y en el aprendizaje asociativo entre la motivación interna y la percepción de estímulos externos. Por otro lado, el NAc envía proyecciones hacia el estriado dorsal (pálido ventral y sustancia nigra reticulada), coordinando la motivación con las acciones motoras y comportamientos (Zieher, 2012). El circuito de recompensa y las áreas cerebrales involucradas se ilustran en la figura 1A. En la adicción, hay sobreactivación de las áreas cerebrales involucradas en el placer (NAc), la memoria (hipocampo) y las emociones (amígdala). La dopamina facilita el aprendizaje relacionado con la recompensa. Durante el consumo crónico, los estímulos ambientales que se relacionan en tiempo y espacio con la droga, pueden convertirse en estímulos condicionados que más tarde y por sí solos, pueden desencadenar el deseo de consumo. Por otro lado, en el adicto, el consumo crónico produce una pérdida del control inhibitorio ejercido por la corteza prefrontal y la corteza cingulada anterior (Figura 2B). Es decir, hay una hipofrontalidad que compromete las capacidades cognitivas superiores y, por tanto, el control consciente de la conducta. Memoria y adicción Definición y clasificación El aprendizaje es el proceso por el cual se adquiere nueva información y es observable a través de cambios en el comportamiento. La memoria es el proceso por el cual codificamos, almacenamos y recuperamos la información aprendida. Igual de importante es la capacidad normal de olvidar información (Purves et al., 2001). Existen al menos dos sistemas cualitativamente diferentes de almacenamiento de la información: memoria declarativa y no declarativa. La memoria declarativa es accesible a la conciencia y es expresada a través del lenguaje (ej.: recordar números, fechas, lugares y eventos del pasado). La memoria no declarativa no es accesible a la conciencia e involucra habilidades y asociaciones adquiridas y recordadas, en su mayor parte, en el nivel inconsciente. Sistemas de memoria similares operan en todos los mamíferos gobernados por circuitos neurobiológicos homólogos. Por otro lado, las memorias pueden clasificarse según su tiempo de duración. Existen dos clases temporales de memoria: memoria a corto plazo (inmediata y de trabajo) y memoria a largo plazo. La memoria inmediata es capaz de mantener información en la mente por fracciones de segundos. Es muy amplia y cada capacidad sensorial (visual, táctil, olfativa, auditiva) tiene su propio registro. La memoria de trabajo tiene la capacidad de mantener la información durante segundos o minutos (ej.: buscar algo perdido y recordar los lugares donde ya fue buscado). La memoria a largo plazo retiene información de forma más permanente, durante días, semanas o durante toda la vida. En este contexto, la consolidación de la memoria es la transformación de las memorias a corto plazo en memorias a largo plazo. La imprimación es un fenómeno en el cual la exposición a una palabra o concepto facilita la remembranza posterior de información relacionada, aunque no exista un recuerdo consciente de la palabra o del concepto. La capacidad normal de recordar información “insignificante” es limitada. Sin embargo, esto puede aumentar con el 10 // EDITORIAL SCIENS

Psicofarmacología 14:88, Octubre 2014 ejercicio de la misma y el empleo de asociaciones significativas. Las memorias asociativas implican el almacenamiento y recuperación de información por asociación con otras. Memorias relacionadas a la droga En 1972, N.K. Mello introdujo el término “memoria de la adicción” en un artículo sobre comportamientos relacionados a la adicción y el alcoholismo. El concepto que predominaba en ese entonces y que se extendió tiempo después, planteaba que el efecto reforzador de las drogas psicoactivas estaba disociado de los sistemas de memoria. Sin embargo, surgieron diversas evidencias que relacionaron las drogas con los sistemas de memoria. Por ejemplo, se ha demostrado que claves o señales (visuales, auditivas, olfativas, etc.) asociadas a las drogas, pueden ser estímulos de condicionamiento clásico e inducir efectos similares a la droga o síntomas de abstinencia (Siegel et al., 1975; 1982). White (1996) sostuvo que los efectos reforzadores de las drogas adictivas podrían surgir, en parte, por su interacción con sistemas de memoria. El autor sugirió que existen tres tipos generales de memoria que están influenciados, de forma independiente, por las drogas psicoactivas: el aprendizaje condicionado, el aprendizaje declarativo y el aprendizaje de hábitos. Otra clasificación de las memorias en la adicción fue propuesta por Heyne et al. (2000) quien sugirió distinguir al menos tres memorias diferentes: la memoria de los efectos de la droga, la memoria del uso de la droga y la memoria de la adicción. El trabajo de Müller (2013) propone que las memorias relacionadas a la droga pueden clasificarse en dos categorías principales: memorias declarativas o explícitas y no declarativas o implícitas (Figura 2). La memoria declarativa contiene información accesible a la consciencia y puede ser transmitida verbalmente. Comprende a la memoria semántica (que incluye hechos, reglas y conceptos aprendidos sobre las drogas) y a la memoria episódica. Mientras que la memoria semántica comienza a formarse antes del primer episodio de consumo, la memoria episódica se inicia con el uso de la FIGURA 2 Sistemas de memoria relacionados a la droga Notar que la memoria semántica está presente antes del primer uso de la droga, mientras que la memoria episódica y otros tipos de memorias no declarativas o implícitas se establecen durante el consumo. Extraído de Müller, 2013. EDITORIAL SCIENS // 11

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