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96 - Ética - Febrero 2016

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96 - Ética - Febrero

Prof. Dr. Luis Allegro Presidente de Honor de la Sociedad de Ética en Medicina, AMA. Miembro del Consejo Académico de Ética en Medicina, Academia Nacional de Medicina. Ex Profesor Titular de Psicopatología y Psiquiatría, Universidad de Rosario. Full Member of the International Psychoanalytic Association. Sección de ética Ética de la clase magistral en medicina Clase magistral se llama a la que es dictada por un maestro. Maestro es la persona que enseña un arte, una ciencia o un oficio. La clase magistral tiene su historia. En la facultad de medicina en la que yo me formé el aula tenía forma de anfiteatro. Al frente había un estrado con un escritorio cuyo sillón central era para el profesor y a los costados se sentaban los profesores adjuntos, los jefes de trabajos prácticos y los ayudantes de cátedra. Los alumnos lo hacían en asientos que estaban ubicados en gradas construidas en forma semicircular y escalonada. En la puerta del aula estaba el empleado que atendía las necesidades de la clase. Generalmente, la clase era un recitado desde el comienzo hasta el final de los conocimientos que se querían trasmitir y memorizadas por el profesor. Los alumnos no podían hacer preguntas y menos interrumpir. Todo el desarrollo era como un momento sagrado. Se establecía así una distancia emocional muy grande entre el profesor incluido el equipo docente y los alumnos. Es obvio que esta modalidad de dictar una "clase magistral" tenía una estructura vertical autoritaria. Esta distancia emocional se mantenía durante todo el periodo lectivo del dictado de la materia. Llegado el momento del examen, el alumno tenía que enfrentarse con un tribunal formado por tres profesores para rendir la materia. Es fácil comprender que este funcionamiento docente no cumplía una verdadera función didáctica porque lo que se transmitía funcionaba tanto consciente, como inconscientemente en la mente del estudiante como conocimientos fuertes, duros e inmodificables. Esto comunicaba una ética exigente tributaria de la incorporación de un modelo de maestro médico "demasiado perfecto" y, por lo tanto, muy difícil de alcanzar. La enseñanza podía cumplir así una función de transmitir conocimientos, pero no de proveer una formación moral, científica y funcional. Un modelo diferente En mi experiencia personal como profesor de psicopatología y psiquiatría en la Universidad de Rosario fui practicando una metodología diferente en la enseñanza en el dictado de las clases. Tiene que ver fundamentalmente con la relación que era necesaria e importante que se estableciera con mis alumnos. La metodología utilizada fue la siguiente: 1.° Paso El dictado de la clase debe tener en cuenta muy especialmente cómo funciona la atención del alumno. Se conoce que esta puede durar de 45 a 50 minutos, pero es muy importante saber que el momento más importante de concentración de la atención es un lapso entre los primeros 20 minutos y la media hora. 2.° Paso Los conocimientos que adquiere un grupo de alumnos no se da por igual en todos. Unos comprenden mejor una parte y otros, otra parte de los conocimientos que se están informando. Esto se mejora si el profesor ocupa un segundo momento de su clase estableciendo un diálogo con sus alumnos, en el que interroga cómo han ido comprendiendo el tema desarrollado, preguntándoselo a varios y estimulando un diálogo entre ellos. Esto permite evaluar cómo se comunicaron los conocimientos, cuales fueron mejor comprendidos y permite corregir aquellos que no fueron bien captados. Es interesante acotar que esta modalidad me permitió aprender que del mismo grupo de alumnos algunos captan el concepto teórico en una forma muy diferente de otros. Que además esta captación depende de la personalidad del educando y especialmente de su forma de pensar y razonar. Dado que como yo dictaba psicopatología, los procesos mentales normales y patológicos enseñados eran comprendidos en forma muy diferente. Estos diálogos posteriores a las explicaciones, permitían conocer las distintas modalidades de los alumnos, en algunos casos se pudo ver que dichas comprensiones estaban fuertemente vinculadas a vicisitudes personales. Esta modalidad me permitió establecer muy buenas relaciones con mis alumnos, de las cuales algunas aún hoy se mantienen. Además, me permitió corregir una preocupación que siempre tuve sobre si el objetivo de la clase magistral era el aprendizaje de los alumnos o la validación de un profesor. Esta idea me había quedado como recuerdo de mi experiencia como alumno: en aquella época la calidad del profesor era muy importante porque incidía en su imagen y su prestigio profesional. En ese momento la clase magistral era más que una herramienta docente, un medio para lograr fama. Hoy día ocurre en algunos pocos casos, que el dictado de la clase es un medio para justificar un sueldo. EDITORIAL SCIENS // 5

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