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AAP Forense 39 - Octubre 2018

Revista de Psiquiatría forense, sexología y praxis.

exhibe las marcas

exhibe las marcas producto del encuentro con un rival, por ella, ya que “la quería inmensamente a la perjura” y acota: “En la cara luzco con orgullo un recuerdo que es muy tuyo,... que me hicieron en tu nombre” y concluye: “es por eso que ahora vivo siempre a golpes con la suerte, y solo quiero la muerte para mi angustiado y pobre corazón”. 8. El abandonado asume una postura mística religiosa En La he visto con otro Pascual Contursi (1926) apela a solucionar el abandono rogándole a la virgen que lo haga olvidar y, además, autoriza el llanto frente a la escena de ver a la traidora del brazo de otro, encima riendo de contentos: “la he visto con otro pasearse del brazo, mis ojos lloraban, reían contentos de dicha y amor”… “Hay noches que solo me quedo en mi cuarto rogando a la virgen me haga olvidar”. 9. Aparece el psicoanálisis Jesús Fernández Blanco (1926) escribe El abrojito donde el poeta incorpora la psicología en la relación de la pareja recepcionando la temática del “inconsciente” señalado por Sigmund Freud tiempo atrás. Se observa que, a pesar de “que te fuiste ingrata del nido y mi vida tan serena condenaste así al dolor”, desconoce el móvil del abandono “no sé por qué te alejaste de mí si yo te adoré con creciente fervor. No sé por qué me engañabas así, sin demostrar desamor”, puede admitir “perdonar” la acción de la mujer ya que su accionar fue inconsciente, es decir un hecho inmanejable: José Rial (h) Manuel Romero “para saber si al final has hallado todo lo que inconsciente has soñado...”. 10. El abandonado presenta una reacción paranoide por resentimiento José Rial escribió en 1929 Primero Yo donde describe el desafío de la mujer: “Podes pasar a mi lado como pasaste anoche, inflada de despotismo con lirismo de cartel”. Siente el impacto y, resentido, reacciona proyectando el conflicto: “Primero yo por más fuerte, que pianté bien la guita, está la página escrita de lo que fue nuestro amor y aunque la vivas gozando entre bacanes dichosos en la lista de tus cosos, primero, primero yo”. 11. El abandonador quiere olvidarla, pero no puede Manuel Romero (1923) en Nubes de Humo describe no al abandonado sino al abandonador que quiere olvidarla mientras recuerda y busca placer en el cigarrillo, pero no puede, y dice: “Fume compadre, fume y charlemos y mientras fuma recordemos que con el humo del cigarrillo ya se nos va la juventud. Con el alma la quería y un negro día la abandoné”. Luego la recuerda, siente culpa y se arrepiente “Voy sin poderla olvidar atormentado por la pena, ella juró que era buena y no la supe escuchar”. 12. El que llega a robar para satisfacerla, pero ella igual lo abandonó Esto se observa en Ivette de Pascual Contursi (1920): un hombre perdidamente borracho “en la puerta de un boliche evocando el ayer”, arguye que fue abandonado por una “pavada” y realiza un inventario de acciones y objetos que él llevó a cabo para satisfacerla (trueque material en la relación amorosa) llegando hasta a robar, para comprar con el producto de los ilícitos, objetos para la mujer: “un sombrero, un cinturón de cuero, un par de aros, una botas con caña de gamuza, una pollera de seda crepé, una crema de lechuga para Asociación Argentina de Psiquiatras 1994 A16

eliminar verrugas y una caja de colorete”. Pero ella no ha valorado hasta qué punto el hombre la quería que llegó hasta, incluso, transgredir la ley y debió pagar con lo más preciado, la pérdida de la libertad, para satisfacer sus gustos: “Recordando sus amores el pobre bacán lloró…”. 13. El abandono como liberación Juan Bautista Abad Reyes en ¿Te fuiste? Jájá... el hombre celebra: “Mi bulín está mucho más lindo, más aireado, ventilao y compadre, con las pilchas por el suelo, todo bien desarreglado... y no tengo a nadie que la bronque, ni pichicho que me muerda o ladre, te agradezco, mina otaria, de que me hayas amurado... ”. Enrique Santos Discépolo y Raimundo Félix Radaelli Bernasconi (alias Ray Rada) escribieron en 1930 Justo el 31 la historia de un varón que eligió la primera mujer que tuvo a mano por deseos sexuales y luego no sabía cómo sacársela de encima. Dice: “Era un mono loco qu’encontré en un árbol una noche de hambre que me vio pasar. Me tiró un coquito... yo que soy chicato me ensarté al oscuro y la llevé al bulín... La aguanté de pena cuatro meses entre la cachada de todo el café... Le tiraban nueces mientras me gritaban: ¡Ahí va Sarrasani con el chimpancé!”. B) La traición 1. La traición y sus consecuencias Aquí ella (o él) se va con un tercero. La traición es el acto cometido al quebrantar la fidelidad o lealtad debida. Existe una relación de confianza, y alguien la transgrede, provocando en quien la padece, un absoluto desconcierto, con una irremediable, al menos en principio, angustia existencial. Es una acción fraudulenta y sorpresiva y realizada con intención y sin reparos, a sabiendas y, por ende, consciente. El que tiene dudas sobre la conducta de su copartícipe sufre anticipatoriamente por el presunto desamor y reprocha celoso, es decir, sospecha, recela que el ser amado haya puesto, o ponga, su cariño en otro, sintiendo a su vez envidia por el supuesto tercero. La envidia es un sentimiento o actitud social, de carácter penoso, suscitado en el individuo al ver que otro consigue, o posee, lo que a él mismo le falta o desea, o bien poseía y aquel le arrebató, conquistó u obtuvo. Los sentimientos genuinos no son garantía de razonamientos genuinos, un marido engañado no es la persona en mejores condiciones para juzgar los méritos del amante de su mujer. 2.El traicionado que no perdona Es corriente que el sufriente le desee la misma suerte al traidor/a negándole el perdón. Así lo observamos en No te perdono más de Rodolfo Sciammarella: “¡No te perdono más! Te grita mi conciencia ¡No te perdono más! Es esa mi sentencia ¡No te perdono más! Cerré mi corazón. Inútil es que llames, inútil es que clames de nuevo mi perdón”. En el Copetín vos sos mi hermano (Diego Flores): “más la vida es justiciera y a la ingrata la he de ver como yo, triste llorando y por la vida arrastrando sus orgullos de mujer”. El traicionado se promete castigo para la traidora, el rival, o ambos en una actitud activa de ir a buscarlos En Total pa que sirvo (Enrique Dizeo) se lee: “Desde hoy día y noche los vi’andar buscando y donde se cuadre ya me vas a ver... Total pa que sirvo, sin ella mi vida no es vida ni es nada no se más quien soy...”. Rodolfo Sciammarella Enrique Dizeo Asociación Argentina de Psiquiatras 1994 A17

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