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AAP Forense 39 - Octubre 2018

Revista de Psiquiatría forense, sexología y praxis.

cabeza desde el fondo

cabeza desde el fondo del cajón, quien te viera tan escasa de vergüenza y de peleche emprendiéndola a los berridos cuando suena el charleston”. Se observan también los idílicos que quieren reivindicar a la mujer frente al prejuicio social. La incomprensión social frente a la redención de la mujer la pinta Enrique Discépolo en Infamia (1941) donde cuenta: “La gente que es brutal cuando se ensaña, la gente que es feroz cuando hace un mal, buscó para hacer títeres en su guiñol, la imagen de tu amor y mi esperanza... A mi qué me importaba tu pasado? ¡Si tu alma entraba pura a un porvenir! ¡Fue inútil gritar que querías ser buena! Fue estúpido aullar la promesa de tu redención... La gente es brutal, y odia al que sueña lo burla y con risas desdeña su intento mejor! Tú vida desde entonces fue un suicidio vorágine de horrores y de alcohol. Anoche te mataste ya del todo, y mi emoción te llora en tu descanso... corazón!”. En Fangal sigue el intento de reivindicación, allí Enrique Discépolo y los hermanos Homero y Virgilio Expósito dicen: “Yo la vi que se venía en falsa escuadra. Se ladeaba, se ladeaba, por el borde del fangal. Fui un gil porque creí que allí inventé el honor y sigo gil cuando presumo que salvé el amor, ya que ella fue quien a trompadas me rompió las penas... ya ven volví a la mugre de vivir tirao. ¡Caray! ¡si al menos me engrupiera de que la he salvao!”. En Afiches, Homero Expósito, 1956, el varón le reprocha a la mujer el esfuerzo que realizó por ella y le dice: “Yo te di un hogar... siempre fui pobre pero yo te di un hogar. Se me gastaron las sonrisas de luchar, luchando por tí, sangrando por tí. Luché a tu lado… para tí, ¡por Dios!¡ y te perdí!...”. Asociación Argentina de Psiquiatras 1994 A26

Introducción Padecer eventos traumáticos en la infancia influye en la estructuración psíquica de las personas y en la incorporación de modelos de representación interna de las figuras de apego, afectando el desarrollo del sentido del sí mismo y la posibilidad de establecer vínculos interpersonales estables (Herman, 2004). Numerosos estudios han demostrado que las experiencias adversas infantiles se asocian con un mayor riesgo de desarrollar en la adultez problemas físicos, padecimientos mentales como trastornos de personalidad, trastorno de estrés postraumático (TEPT), conductas agresivas y comportamientos antisociales (Felitti, Anda, Nordenberg y col.,1998; Krug y col., 2002; Arnow, 2004; Varese, Smeets, Drukker, y col. 2012). El maltrato infantil produce efectos en el neurodesarrollo, generando alteraciones neurobiológicas en las regiones cerebrales relacionadas con la ejecución de estrategias adaptativas, procesamiento emocional, cognición social, control de los impulsos y la toma de decisiones, lo cual conlleva a aumentar la predisposición hacia conductas impulsivas, delictivas y comportamiento antisocial (Anda y col., 2006; Shonkoff y col., 2012; Shonkoff, Boyce y McEwen, 2009). Numerosos estudios realizados en la población general han demostrado la existencia de una elevada prevalencia de experiencias adversas infantiles, con valores estimados entre 40-60 % (CDC, 2013; Feletti y col., 1998; Kessler y col., 2012). Asimismo, se ha observado una mayor prevalencia de eventos traumáticos infantiles en pacientes con padecimientos mentales graves en comparación con la población general, la prevalencia varía entre 45 Dr. Miguel Vallejos, Dr. Oscar Maximiliano Cesoni EVENTOS TRAUMÁTICOS EN LA INFAN- CIA, TRASTORNOS PSIQUIÁTRICOS Y CONDUCTAS CRIMINALES EN POBLA- CIONES PRIVADAS DE SU LIBERTAD: ES- TUDIO COMPARATIVO ENTRE MUJERES Y HOMBRES DETENIDOS y 90 %, dependiendo de las variables metodológicas utilizadas (Alvarez y col., 2011; Holowka y col., 2003; Trotta y col., 2016). Los resultados de numerosas investigaciones sostienen la hipótesis que las personas privadas de su libertad han experimentado eventos adversos en la infancia en mayor medida que la población general y que personas con determinados padecimientos mentales (Driessen, Schroeder, Widman y col., 2006; Messina y col., 2007; Reavis y col., 2013; Weeks y Widom, 1998; Wolff, Shi y Siegel, 2009; Wolff y Shi, 2012). Varios estudios hallaron que los individuos con historia de acontecimientos traumáticos en su infancia rara vez experimentan un solo evento adverso, y es más probable que padezcan varios episodios traumáticos (Finkelhor y col., 2005). Diversas investigaciones encontraron diferencias de género en relación al tipo de maltrato infantil padecido, tanto en la población general (CDC, 2013; Edwards y col., 2003) en pacientes con esquizofrenia (Alvarez y col., 2011; Trotta y col., 2016) o en personas con trastorno por consumo de sustancias (Hyman y col., 2006) y hallaron mayor prevalencia de abuso emocional y sexual en mujeres y mayor abuso y negligencia física en hombres (CDC, 2013). A su vez, en personas privadas de la libertad se encontraron diferencias según el género, en la prevalencia de determinados eventos traumáticos infantiles: las mujeres presentaban mayor prevalencia de múltiples eventos traumáticos (Messina y col., 2007), mayor prevalencia de abuso sexual (Departamento de Justicia de Estados Unidos, 1999; Driessen y col., 2006; McClellan, 1997; Messina y col., 2007; Wolff y col., 2009), abuso y negligencia emocional (Mc- Asociación Argentina de Psiquiatras 1994 A27

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