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C6 - A Sánchez Toranzo

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Neurobiología de la regulación de la conducta social

LM Zieher //

LM Zieher // Neurociencia. De la neurona a la mente. Si bien la OT es una hormona femenina, la oleada de incremento en sangre detectada luego de recibir este tipo de estímulo se produce de manera semejante en ambos sexos y genera el mismo cambio conductual (Croson et al., 1999). La oleada de OT produce una fijación temporal entre individuos que podría llamarse empatía, ese sentimiento de satisfacción que se siente cuando alguien confía en nosotros y a la vez sentimos que podemos confiar. Los estudios de imágenes funcionales aportaron más datos. La distribución de los receptores de OT en el sistema nervioso central (SNC) es mayor en regiones que regulan la emoción como el hipocampo, y núcleos hipotalámicos que producen regulación hormonal. La regulación emocional generada por la OT es de importancia en las conductas de acercamiento y evitación que determina los comportamientos de sociabilización (Goodson, 2008). La activación de la corteza prefrontal medial (CPFM), asociada con la ¨teoría de la mente¨, determina la elección del socio de preferencia característica de la acción de la OT, siendo este el sustrato fisiológico del sentimiento de confianza y sus consecuencias conductuales. Todo esto no se produce en personas con esquizofrenia, autismo, ni en niños normales menores de 4 años de edad (McCabe et al., 2001). Las zonas cerebrales activadas tienen predominio dopaminérgico y se relacionan con la actividad atencional y de recompensa. La OT facilita la neurotransmisión dopaminérgica. Se puede relacionar la liberación de dopamina a la sensación de gratificación que genera un vínculo de confianza (Figura 3). Figura 3 Procesos que intervienen en la valoración de la confianza 122

A Sánchez Toranzo // Neurobiología de la regulación de la conducta social Castigo La conducta humana comparte múltiples semejanzas con la de los animales, lo que indica desde el punto de vista evolutivo que son fundamentales para la preservación de las especies. El castigo es una de ellas y se presenta como forma de comportamiento en los seres que viven en sociedad. Las diferentes definiciones de castigo contemplan que se refiere a un evento adverso administrado por otro (Real Academia Española, 2001). Durante la historia las conductas de castigo adoptadas por los humanos tomó múltiples modalidades influidas por la cultura y el contexto histórico, todos ellos destinados a disciplinar a quienes atenten la posibilidad de vivir en sociedad. La antropología considera el impulso de castigar el engaño como una predilección de larga data en las sociedades humanas. El humano, a diferencia de los animales, tiene la capacidad de ejercer una variable de castigo que es el denominado castigo altruista. Se lo define como un impulso que surge de lo más hondo de la psiquis humana, es la tendencia natural a castigar el engaño, la mentira, el fraude o la estafa - económica o espiritual-, tan irreprimible que se la privilegia aunque no ofrezca su consecuencia ningún beneficio material o implique un costo personal. Las sensaciones de recompensa asociadas al castigo de los violadores de la norma pueden ser una adaptación evolutiva que ayudó a mantener la solidaridad y la cooperación del grupo en las sociedades humanas. Según postulan los investigadores Ernst Fehr y Simon Gächtner (2002) la amenaza punitiva en el caso de que se violen pactos de confianza es una fuerza importante para establecer la cooperación en gran escala y un elemento crítico para mantener el orden social (Fehr et al., 2002). Al considerar el castigo como conducta destinada a lograr un objetivo determinado, la elección de la pena, a fin que sea eficaz, debe establecerse teniendo en cuenta no solo la motivación de quien lo aplica sino, y fundamentalmente, el impacto que produce a quien lo recibe. Es preciso entonces analizar en este punto el concepto de motivación. La motivación determinará el tipo de acción que un individuo realizará según los resultados esperados, por lo tanto, la energía utilizada para obtener un resultado va a estar orientada en dos posibles sentidos, o bien para aumentar las probabilidades de lograr el objetivo final en caso de que este sea considerado una recompensa, o bien para evitarlo en caso de que este sea un castigo, este fenómeno se conoce como motivación aversiva (Prévost et al., 2010). La probabilidad de poder predecir una respuesta dará lugar a un nuevo conjunto de eventos posibles relacionados con la omisión de un resultado esperado; por ejemplo, la omisión de un acontecimiento aversivo puede ser muy satisfactorio y la omisión de la recompensa puede ser una experiencia adversa vivenciada como frustración (Seymour et al., 2007). De la relación entre motivación, conducta y resultado se establece la arquitectura básica de los sistemas de motivación. Se entiende, entonces, que el que consigue réditos por medio de la extorsión y nunca recibió castigo por ello establecerá una conducta repetida o forma de vida, que en una instancia asociada conlleva a cambios en los esquemas cognitivos de esa persona que determinan a posteriori conceptos de moralidad y justicia. EDITORIAL SCIENS 123

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