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Enf. de Alzheimer - D Sarasola, P Bagnati - Marzo de 2020

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Enfermedad de Alzheimer. Abordaje clínico y terapéutico. Diego Sarasola - Pablo Bagnati

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D Sarasola, P Bagnati // Enfermedad de Alzheimer. Abordaje clínico y terapéutico. de 500 000 se espera que sea duplicado para el 2050. La proyección estimada es de 1,2 millones de casos. El problema de la demencia en la atención de la salud Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo entero hay unos 47,5 millones de personas que padecen demencia y cada año se registran 7,7 millones de nuevos casos. Probablemente, este número se duplique cada veinte años, llegando a 74,7 millones en 2030 y a 131,5 millones en el año 2050 (OMS, 2019). Si bien el fenómeno del envejecimiento poblacional afecta a todos los países del mundo, representa un problema mayor en los países de menores ingresos económicos. Actualmente, cerca del 58 % de los pacientes con demencia viven en países en desarrollo y las proyecciones epidemiológicas realizadas pronostican un aumento que llegaría a 68 % para el año 2050. Los países y regiones que muestran un mayor crecimiento en su población anciana son India, China y los países del sur asiático. Es alarmante considerar que se producen aproximadamente 9,9 millones de nuevos casos de demencia en el mundo cada año, lo que implica un caso nuevo cada 3,2 segundos. Se calcula que la población anciana incrementará su proporción en alrededor del 56 % en los países de altos ingresos, mientras que este incremento será de aproximadamente un 185 % en los de ingresos medios y de un 239 % en los países de ingresos bajos. Esta situación plantea un enorme desafío sociosanitario, ya que la demanda de infraestructura y el consiguiente aumento de costos en salud se incrementará de modo exponencial (Alzheimer’s Disease International: World Alzheimer Report, 2015). Al realizar el análisis de la atención brindada en los diversos sistemas de salud, se comprobó que son los médicos clínicos generalistas, los médicos de atención primaria y los médicos geriatras quienes reciben el mayor caudal de consultas sobre cuadros que podrían ser síndromes demenciales. Las demencias son un grupo de enfermedades de enorme impacto, tanto para quienes las padecen como para el entorno familiar y la sociedad en general, por lo que es indispensable la adecuada formación de los médicos y del personal de salud a los efectos de favorecer la detección, el diagnóstico y el tratamiento adecuado. Lamentablemente, tanto a nivel popular como en algunos grupos de profesionales se ha instalado la idea de que dicho grupo de patologías solo pueden ser diagnosticadas y tratadas por médicos neurólogos o psiquiatras, cuando, por una cuestión de prevalencia, es imposible que estas especialidades se hagan cargo de estos cuadros con exclusividad. ¿De qué hablamos cuando hablamos de demencia? Definición La demencia es un síndrome de etiología múltiple, que ocurre por afectación del cerebro. Está caracterizado por el deterioro generalmente progresivo de las funciones cognitivas, más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal. La expresión funciones cognitivas se refiere a la memoria, la atención, el pensamiento, el cálculo, la orientación témporo-espacial, la comprensión, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje, la toma de decisiones y el juicio. Dicho deterioro debe producir impacto negativo en el funcionamiento sociolaboral y suele ir acompañado —y 16

en ocasiones es precedido— por el deterioro del control emocional, el comportamiento social o la motivación (OMS, 2012), en ausencia de delírium. El término síndrome hace referencia a un conjunto de signos y de síntomas. Esta denominación deja en evidencia lo insuficiente que resulta pensar la demencia en términos exclusivamente de fallas de memoria o desorientación, y afirma también el carácter plurietiológico del cuadro. Al incluir en la definición la “afectación global de las funciones cognitivas”, se refiere a la necesidad de que se vean afectados más de un dominio cognitivo (por ejemplo: lenguaje, memoria y funciones ejecutivas), lo que marca la diferencia con otras entidades, como los síndromes afásicos o amnésicos, en donde se halla afectado un dominio cognitivo solamente (lenguaje o memoria). En su misma definición, se asume una afectación cerebral como factor causal de los diversos síntomas que puede presentar el individuo. Cuando se refiere a que es adquirido, hace referencia a que, en algún momento de la vida del paciente, una enfermedad o grupo de estas producen la sintomatología. Este concepto de disrupción con respecto a su vida pasada es muy útil a la hora de las entrevistas semiológicas. La referencia al importante impacto funcional en cuanto a lo social o lo laboral establece una diferencia con el deterioro cognitivo leve. Esto implica conocer y poder comparar el estado actual del individuo con respecto a su funcionamiento previo. Debe realizarse un diagnóstico diferencial con el delírium (estados confusionales), aunque se debe considerar que el delírium puede producirse en el curso de un síndrome demencial. Para realizar el diagnóstico de delírium en el curso de un síndrome demencial, deben existir datos de deterioro cognitivo previos a este o esperar su resolución. La Asociación Americana de Psiquiatría ha publicado, en 2013, los nuevos criterios para la demencia en el DSM V. Esta clasificación, entre varios cambios, elimina la denominación demencia e incluye la de trastornos neurocognitivos, que suple la categoría de “Delírium, demencia, trastornos amnésicos y otros trastornos cognitivos”, es- Trastorno neurocognitivo mayor A. Evidencias de un declive cognitivo significativo comparado con el nivel previo de rendimiento en uno o más dominios cognitivos (atención compleja, función ejecutiva, aprendizaje y memoria, lenguaje, habilidad perceptual motora o cognición social) basada en: • 1. La preocupación en el propio individuo, en un informante que lo conoce o en el clínico porque ha habido un declive significativo en una función cognitiva. • 2. Un deterioro sustancial del rendimiento cognitivo, preferentemente documentado por un test neuropsicológico estandarizado o, en su defecto, por otra evaluación clínica cuantitativa. B. Los déficits cognitivos interfieren con la autonomía del individuo en las actividades cotidianas (es decir, por lo menos necesita asistencia con las actividades instrumentales complejas de la vida diaria, como pagar facturas o cumplir los tratamientos). C. Los déficits cognitivos no ocurren exclusivamente en el contexto de un síndrome confusional. D. Los déficits cognitivos no se explican mejor por otro trastorno mental (por ejemplo, el trastorno depresivo mayor o la esquizofrenia). 17

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