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GB Acosta, J Manzanares Robles - Neurobiología del estrés temprano

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Neurobiología del estrés temprano. Respuestas del estrés durante la programación de la vida temprana.

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GB Acosta, J Manzanares Robles // Neurobiología del estrés temprano. Respuesta del estrés durante la programación de la vida temprana. puesta a las condiciones ambientales”. Entre los factores ambientales que pueden interferir con el embarazo, el ejercicio se destaca por ser modificable y controlable. Así, individuos con diferentes necesidades pueden modular la intensidad, la frecuencia y la duración del ejercicio; individualizando la dosis adecuada. Al considerar a las mujeres embarazadas sanas, varias guías internacionales sugieren realizar 150 minutos por semana de ejercicio de intensidad moderada, divididos la mayoría de los días de la semana (5-7). La intensidad del ejercicio puede medirse mediante la “prueba del habla”, en la que la intensidad moderada se caracteriza por la capacidad del individuo para hablar cómodamente mientras lo realiza. Curiosamente, las pautas más modernas indican que se obtienen mayores ganancias cuando se combinan ejercicios aeróbicos y de fuerza. A pesar de numerosos estudios que muestran los beneficios del ejercicio físico durante el embarazo, muchos médicos contraindican a sus pacientes a realizar ejercicio en esta etapa de la vida, impidiendo así el desarrollo de una nueva generación más resistente al desarrollo de enfermedades en la edad adulta. La realización de un programa de ejercicio físico por parte de mujeres embarazadas durante 150 minutos o más por semana puede traer una serie de beneficios para la madre y el bebé. El período gestacional se caracteriza por una serie de cambios metabólicos en la madre, con el fin de garantizar el apoyo nutricional al feto en desarrollo. Como resultado de estos cambios endócrinos, es común experimentar una reducción de la sensibilidad a la insulina, que se asocia con el desarrollo de diabetes gestacional. El ejercicio durante el embarazo revierte estos efectos, aumentando la sensibilidad a la insulina y la tolerancia a la glucosa (8). En este contexto, una revisión sistemática de Di Mascio (9) demostró que el ejercicio materno reduce significativamente el riesgo de desarrollar diabetes mellitus gestacional y disfunciones asociadas con la hipertensión. La posibilidad de parto por cesárea también se reduce en mujeres embarazadas que realizan ejercicio físico (9, 10). Además, las mujeres embarazadas que hacen ejercicio presentan una mayor sensación de bienestar, menos estrés, mejor estado de ánimo, mayor tolerancia al dolor, menor aumento de peso, incluida la masa grasa, y los partos pueden ser más cortos (11). Por otro lado, un estilo de vida sedentario aumenta el riego de macrosomía y de bajo peso al nacer en 2, 5 veces más (12). Los beneficios del ejercicio físico para los bebés de madres embarazas están menos estudiados y sólo se estudia el peso al nacer. En general, los bebés nacidos de madres ejercitadas tienen un peso más bajo, pero dentro del rango normal (6). La literatura presenta un número limitado de estudios que abordan este aspecto de una manera más elaborada, mostrando que el desempeño de la comunicación cognitiva y oral a los 5 años aumenta en los niños cuyas madres hicieron ejercicio durante el embarazo (13); y que el rendimiento en matemáticas y lenguaje en hombres jóvenes mejora cuando sus madres realizan ejercicio durante el embarazo (14). Pero ¿cómo puede el ejercicio realizado por la madre modular el metabolismo de la progenie? Aún no tenemos una respuesta definitiva, pero se explorarán algunas vías posibles en este capítulo. Utilizando modelos animales, que pueden proporcionar 42

muestras de tejido para estudiar los mecanismos por los cuales el ejercicio materno modula el metabolismo fetal. Creemos que pueden estar involucrados uno o más de los siguientes mecanismos: (1) producción de especies reactivas y otras moléculas de señalización, (2) aumento de la capacidad antioxidante, (3) aumento de la capacidad energética aumentando el número de mitocondrias (4) inducir cambios epigenéticos, (5) aumento de la producción de neurotrofinas y otros factores de crecimiento, (6) modulación del sistema endocrino, y / o (7) modulación de la producción de moléculas de señalización celular, aspectos se explorarán con más detalle a lo largo de este capítulo. Indicaciones de actividad física Las recomendaciones globales de actividad física de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacan la importancia del ejercicio físico para promover la salud de la población, en todos los grupos de edad, incluidas las mujeres embarazadas (15). Las guías publicadas por países como Australia, Canadá, Estados Unidos de América, Dinamarca, Japón y Reino Unido recomiendan la actividad física durante el embarazo, ya que esta práctica ofrece varios beneficios a la salud del feto y de la embarazada, trayendo beneficios físicos y mentales; así como también se relaciona con la reducción del riesgo de complicaciones correspondientes con el embarazo (7). Sin embargo, la actividad física debe estar programada para evitar complicaciones a la gestante y al feto derivadas de cambios fisiológicos y morfológicos. En general, se recomienda que, en ausencia de contraindicaciones médicas, todas las mujeres embarazadas deben realizar actividad física y, por lo tanto, se les anima a continuar o iniciar la práctica de actividad física en el período prenatal (5, 16). Además, las gestantes con hipertensión, diabetes gestacional u obesidad también deben ser alentadas a realizar actividad física (17). Las guías informan sobre el tipo, duración, frecuencia e intensidad de la actividad física considerada segura para las mujeres embarazadas (15). Estos componentes son importantes porque influyen en los beneficios conferidos a la madre y al feto. El Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) (16), la Sociedad de Obstetras y Ginecólogos de Canadá (SOGC) (5) y la Sociedad Australiana Medicina del Deporte (18) indican que la mujer embarazada realiza una actividad física moderada, cuando el embarazo es de bajo riesgo. Para lograr beneficios para la salud y reducir el riesgo de complicaciones relacionadas con el embarazo, la duración debe ser de 150 minutos por semana (2 horas y 30 minutos), con una frecuencia de al menos 3 días a la semana (5, 16) ó 20-30 minutos al día, casi todos los días de la semana (16). Es importante señalar que la actividad física moderada durante el embarazo no presenta riesgos para el feto, ya que se producen mecanismos de compensación metabólica (19). Aunque la actividad física reduce el flujo sanguíneo intrauterino hasta en un 20 %, la captación de oxígeno fetal permanece sin cambios, lo que se debe al aumento compensatorio del hematocrito y la extracción de oxígeno (20). La actividad física está contraindicada especialmente en situaciones de sangrado persistente en el segundo o tercer trimestre, riesgo de parto prematuro, placenta previa a las 28 semanas de gestación, anemia severa, preeclampsia, hipertensión no controlada, restricción del crecimiento intrauterino, diabetes tipo I descompensada, y enferme- 43

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