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Poblaciones especiales

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Poblaciones especiales - Sustancias

Introducción Capítulo

Introducción Capítulo 1 Débora Serebrisky ¿Por qué escribir un libro sobre el uso de sustancias en poblaciones especiales? Para responder esta pregunta podríamos comenzar por otra más simple: ¿qué son las poblaciones especiales? Son grupos que se enfrentan a riesgos particulares en cuanto al consumo de sustancias, debido a características personales como la edad, el sexo, la profesión o la etapa vital. Algunos grupos especiales son los niños y adolescentes, los adultos mayores, las mujeres embarazadas y los médicos. Cada uno de estos grupos reviste características particulares que implican riesgos específicos y ameritan un abordaje especial. Las intoxicaciones por sustancias de abuso durante la adolescencia traen múltiples consecuencias, a corto y largo plazo. El aumento en los accidentes de tránsito entre adolescentes que recién están comenzando a manejar vehículos es un ejemplo. Es sabido que los adolescentes tienen una mayor prevalencia de accidentes, en parte por su inexperiencia y en parte por la imprudencia, y según el último relevamiento de la Sedronar, el consumo de alcohol estuvo presente en el 22,5% de los accidentes de tránsito que fueron registrados en nuestro país. Otro ejemplo es el aumento en los embarazos no deseados. El 11% de todos los nacimientos registrados en el mundo son de madres adolescentes (entre 15 y 19 años), y por lo menos 2/3 de esos embarazos no son deseados. El riesgo de morir y la incidencia de complicaciones por causas relacionadas con el embarazo aumenta significativamente en esta franja etaria, cuanto más joven, mayor es el riesgo. Además, el consumo de alcohol y otras sustancias psicoactivas, asociados al mantenimiento de relaciones sexuales, aumentan la probabilidad de exposición al riesgo de enfermedades de transmisión sexual, debido a la reducción de la percepción del riesgo, al aumento de la desinhibición sexual y a la disminución de los mecanismos de control. La relación que existe entre el consumo de sustancias psicoactivas durante el embarazo y la posibilidad de que esto genere resultados perinatales desfavorables, ha sido largamente establecida y cuenta con abundante evidencia científica. Por ejemplo, el consumo de tabaco durante el embarazo aumenta los riesgos para la salud de la embarazada y expone a la concepción y al feto a peligros tales como: aborto espontáneo, parto prematuro, bajo peso al nacer y defunción durante el primer año de vida. Más dañino aún es el consumo de alcohol durante el embarazo. La primera EDITORIAL SCIENS 11

D Serebrisky // Trastornos por sustancias - Poblaciones especiales observación sobre los efectos adversos de la exposición intrauterina al alcohol data de 1849 y fue realizada por Carpenter, quien fue secundado por Lemoine y Jones, en 1968 y 1973 respectivamente, quienes describieron el Síndrome Alcohólico Fetal (SAF), caracterizado por una constelación de signos neurológicos y extraneurológicos en hijos de madres con alcoholismo crónico. Trabajos posteriores han demostrado que la exposición materna al alcohol puede no dar lugar a la expresión completa del SAF, sino a una serie de alteraciones dismórficas, cognitivas y del comportamiento denominadas efecto alcohol fetal. Es verdad que un alto porcentaje de las mujeres que consumen sustancias antes de quedar embarazadas, dejan de hacerlo o disminuyen notablemente sus consumos al enterarse de su embarazo, pero hay un porcentaje que no logra dejar de consumir y que continúa haciéndolo con mucha culpa y vergüenza, tanto que a veces ni se lo confiesan a su médico tratante. A lo anterior habría que sumarle la estigmatización que sufren estas mujeres, lo que por un lado favorece la ocultación del problema y por otro retarda la solicitud de ayuda para superarlo. El abuso de sustancias entre los profesionales de la salud no es algo nuevo. El padre de la cirugía norteamericana, William Stewart Halsted, era adicto a la cocaína, y el famoso neurólogo y padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, como mínimo coqueteó con esta sustancia. Aunque los médicos tenemos riesgo similar al de la población general de abusar de alcohol y otras sustancias ilegales, tenemos mayor riesgo de abusar de medicamentos. Los estudios señalan que un alto porcentaje de los médicos que abusan de sustancias, como los opioides, no lo hacen con fines recreativos sino para aliviar el estrés o el dolor físico o emocional. Dados sus privilegios de prescripción, redes de contactos profesionales, y la proximidad a los suministros de hospitales y clínicas, los médicos tenemos fácil acceso a determinadas drogas. El uso y abuso de drogas afecta tanto al profesional como a sus colegas y pacientes. Paradójicamente, los médicos que abusan de sustancias a menudo son descriptos como los mejores trabajadores del hospital o la clínica, ya que suelen trabajar en exceso para compensar situaciones en las que su trabajo se ve afectado por sus consumos; necesitan proteger su fuente de ingresos que además es su fuente de suministro de drogas. Los médicos son hábiles para esconder sus adicciones, por lo que el diagnóstico suele demorarse bastante complicando el panorama del médico y de su entorno. Existen muchas otras profesiones en las cuales el abuso de sustancias afecta tanto al consumidor como a la sociedad en general (como los conductores de transporte público, pilotos de avión, entre otros) pero elegimos centrarnos en la población médica ya que nos parece una manera de visibilizar esta problemática, tan cercana a nosotros mismos, para poder comenzar a abordarla. 12

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