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Psicofarmacología 11

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Revista Latinoamericana de Psicofarmacología y Neurociencia.

El Procesamiento Agudo

El Procesamiento Agudo De Las Emociones: El Miedo Y La Ansiedad. Nuevas Líneas De Investigación De Fármacos Ansiolíticos. Resumen Desde la hipótesis neuroanatómica de Gorman et. al. sobre las estructuras anatómicas involucradas en el ataque de pánico (American Journal Psychiatry 1989; 146(2): 148- 161) hasta la actualidad, el concepto de relacionar un circuito específico con un trastorno determinado ha variado. Según los conocimientos actuales sería lógico aceptar, que así como un desorden determinado no se relaciona únicamente con un área o un sistema de neurotransmisión específico, en el procesamiento de diferentes trastornos pueden intervenir las mismas áreas del SNC o por lo menos áreas muy relacionadas entre sí. Un ejemplo de esto es lo que ocurre en el desarrollo del miedo, la ansiedad, el estrés y la depresión, donde la exposición aguda (en el caso del miedo y la ansiedad) o crónica (como ocurre con el estrés y la depresión) a un estímulo estresor, conjuntamente con la interpretación de la magnitud del evento traumático actual, según las experiencias previas (únicas e individuales para cada persona) y la predisposición de dicha persona, llevarán a la activación o no de determinadas zonas dentro de las áreas involucradas en el procesamiento de las emociones, como así también a la estimulación tónica o fásica de las diferentes áreas en juego. El resultado final será la posibilidad de inducir o no determinados cambios fisiológicos y/o plásticos que llevarán a un trastorno determinado. En este sentido, determinadas áreas del SNC como la amígdala, entre otras, y más precisamente su vinculación con la memoria a través del hipocampo, juegan un rol fundamental en el procesamiento de las emociones, pues será el complejo nuclear amigdalino el encargado de activar las áreas involucradas en lo que se dio a llamar la “expresión” y la “experiencia” de tales emociones. Los nuevos fármacos desarrollados intervendrán modulando el procesamiento anteriormente mencionado teniendo muchos de ellos efecto ansiolítico y/o antidepresivo. Palabras Claves Neurobiología. Emociones. Miedo. Pánico. Ansiedad. Ansiolíticos. Introducción: Las aferencias sensoriales La amígdala juega un rol fundamental en el procesamiento de las emociones. Las aferencias sensoriales involucradas en el desarrollo de dichas emociones llegan a la misma, en su mayoría, a través de vías que utilizan al tálamo como una estación previa, a partir de la cual se proyectará la información hacia la corteza primaria correspondiente, o a través de otras vías que no utilizan al tálamo, como sucede con la vía olfatoria. Entre las primeras figuran las aferencias táctiles, visuales y auditivas. Según lo mencionado una vez que dichas vías hacen su escala en el tálamo, el mismo proyecta hacia las áreas iniciales de procesamiento cortical, las cortezas sensoriales primarias: somatosensitiva (circunvolución postcentral del lóbulo parietal), visual (bordes de la cisura calcarina del lóbulo occipital), y auditiva (circunvolución de Heschl del lóbulo temporal). Estas cortezas a su vez proyectan a las áreas de asociación unimodal: somatosensitiva (parte posterior del lóbulo parietal), visual (superficie ínferolateral de los lóbulos occipital y temporal), o auditiva (circunvolución temporal superior), encargadas de integrar la información aferente de una única modalidad sensorial (por ejemplo la corteza de asociación visual integra la información sobre forma, color y movimiento). Finalmente dicha información es proyectada hacia las áreas de asociación multimodales: el área de asociación posterior (límite de los lóbulos parietal, temporal y occipital, denominada también parieto – témporo – occipital), el área de asociación límbica (sistema límbico) y el área de asociación anterior (corteza 1

prefrontal), las cuales integran y sintetizan la información de más de una modalidad sensorial (visual, auditiva y somática). Posteriormente dicha síntesis converge en las áreas relacionadas tanto con la acción, como con la experiencia y la expresión, del miedo, la ansiedad y de otras emociones. A su vez dichas áreas, entre las cuales la amígdala desempeña un rol central, utilizarán para el procesamiento de las emociones proyecciones recíprocas con las áreas neocorticales anteriormente mencionadas. El tálamo, por su parte no actúa solo como una estación, encargado de proyectar hacia la zona sensitiva primaria, sino que además actúa como un filtro, facilitando o impidiendo el paso de información específica, adecuando dicho pasaje a la conducta. El mismo interviene regulando la mayor parte de la información sensitiva, excepto el olfato. La vía olfatoria tiene un input directo a la corteza entorrinal y a la amígdala, provocando así una rápida evocación de las emociones. También la información proveniente de señales viscerales pueden intervenir en el desarrollo del miedo y de la ansiedad. Dicha información ingresa a través de núcleos del tallo cerebral, haciendo una primer escala en el núcleo del Tracto Solitario (bulbar), para luego pasar al núcleo Giganto Celular (bulboprotuberancial), y finalmente a través del Locus Coeruleus (protuberancial, principalmente), enviar la información a la amígdala a través de fibras del Fascículo Telencefálico Medial. En la figura 1 se puede observar cómo las aferencias sensoriales y viscerales llegan a la amígdala. Las figuras siguientes (2,3 y 4) irán mostrando, en niveles cada vez más complejos, cómo esta información es procesada. La información sensorial llega a la amígdala a través de su núcleo lateral y basolateral, los cuales proyectan al núcleo central. Desde el núcleo central salen las eferencias recíprocas de amígdala hacia las estructuras diana a través de la estría terminal y de la vía amígdalofugal ventral. Dichas eferencias conectan a la amígdala con áreas del hipotálamo y del tallo cerebral que mediarán los signos específicos del miedo y de la ansiedad, entre otras emociones. Será entonces , el complejo nuclear amigdalino el responsable de la activación de las áreas involucradas con la “expresión” de las emociones, aunque también intervendrá activando áreas neocorticales responsables de la “experiencia” emocional. El procesamiento de la información La información sensorial (por ejemplo, un sonido) puede llegar a la amígdala a través de dos fuentes, una vía talámica directa y rápida, o bien en forma indirecta y más lenta, como es el caso de la información altamente procesada proveniente de las cortezas de asociación, según mencionamos anteriormente (Figura 1). La proyección directa del tálamo a la amígdala es de fundamental importancia ya que la misma media las respuestas emocionales primitivas, de corta latencia, que son necesarias en situaciones de peligro inminente y pueden actuar como respuesta al miedo por debajo del nivel de conocimiento consciente. Además, esta información rápidamente utilizable y disponible, es la responsable de preparar a la amígdala para recibir la información más altamente procesada de los centros corticales superiores. La falta de coordinación sináptica, entre ambas fuentes de información, conjuntamente con una falla en la memoria almacenada sobre el hecho traumático, puede desencadenar una respuesta inadecuada frente al peligro: parálisis en vez de lucha o escape. La corteza prefrontal ventromedial tiene proyecciones a la amígdala que pueden inhibir su respuesta; por el contrario la parte dorsolateral de dicha corteza está íntimamente relacionada con la planificación y con la memoria activa (working memory), jugando un rol fundamental en una respuesta adecuada. La amígdala por su parte, proyecta a la sustancia gris periacueductal, donde también la parte ventral se relaciona con la parálisis, mientras que la parte dorsal con el escape. La activación de las zonas ventrales o dorsolaterales, en función 2

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