Views
8 years ago

Psicofarmacología 31

Revista Latinoamericana de Psicofarmacología y Neurociencia.

SECCION ETICA Por el

SECCION ETICA Por el Profesor Doctor Luis Allegro Presidente de la Sociedad de Ética en Medicina, AMA. ¿Qué necesitan los pacientes y los médicos? Compromiso y responsabilidad Comprometerse es adquirir una obligación para cumplirla en su totalidad, en tiempo y forma. Esto significa que es necesario poner en juego todas nuestras capacidades para llevar adelante aquello en lo que nos hemos involucrado. Compromiso: (Diccionario Real Academia Española) obligación contraída, palabra dada. Sinónimo de deber. La palabra compromiso viene de las palabras promesa y prometer. La etimología de promesa viene del latín promissa cuyo plural neutro es promissum y de éste deriva promittere que es prometer. Responsabilidad Se dice que una persona es responsable cuando responde adecuadamente a sus compromisos. Es bueno tener en cuenta que toda responsabilidad implica dos momentos: 1) la adquisición del compromiso y 2) el responder al mismo. Recuerdo que cuando mi hijo -siendo estudiante del secundariohabía comenzado su último año, en una de las tantas conversaciones que solíamos tener, se me ocurrió decirle que si cumplía exitosamente su bachillerato, como premio lo llevaría a conocer las pirámides de Egipto. Bueno, llegó ese fin de año; mi hijo cumplió con éxito su graduación y entonces me reclamó lo prometido. Lo que en mi memoria había quedado como un dicho poco trascendente, en cambio en la de él, había sido una promesa muy fuerte. Tuve que cumplirla. En toda relación humana, cuando se promete algo, hay que cumplir. En la situación médica esto adquiere una importancia fundamental. El compromiso comienza en el primer contacto con el paciente. Inmediatamente detrás viene la responsabilidad. Esta adquiere fuerza con el paciente, cuando el médico da las indicaciones del tratamiento. La adquisición del compromiso requiere que antes de aceptarlo, se lo medite prolijamente en todo lo que él significa para poder evaluar si se lo podrá cumplir. Todo compromiso implica atención, tiempo, dedicación, trabajo, esfuerzo, etc. Una persona que se compromete cumple con sus obligaciones y piensa seriamente en lograr el cometido que se ha propuesto, especialmente si ha dado su palabra. El aceptar un compromiso, significa que deben conocerse los alcances y las obligaciones que implica. No es suficiente con satisfacer sino cumplir con lo estipulado: todo compromiso significa y abarca mucho más de lo previsto. La responsabilidad médica adquiere mucha importancia cuando configura situaciones que pueden ser calificadas como de falta médica. En estos casos pueden dar lugar a juicios de mala praxis. El compromiso es una promesa recíproca El compromiso aparece desde muy antiguo, en las relaciones humanas de diferente índole: profesionales, comerciales, laborales, etc. A veces puede llegar a adquirir formas de obligación legal, como el contrato y las letras comerciales. Recordemos que ha sido motivo de importantes desarrollos en la literatura y en el teatro llegando a mostrar situaciones curiosas del ingenio humano como en el “El mercader de Venecia”. Adquirió una gran importancia en la promesa de matrimonio. Su fuerza dramática está ilustrada en “I promessi sposi” de Alejandro Manzoni, obra célebre de la literatura italiana. En el ámbito religioso han sido, son y serán de gran importancia las promesas a las figuras veneradas; son clásicas las peregrinaciones que “para cumplir una promesa”, se realizan a Lourdes, a Compostela o a La Meca. El compromiso del médico Veamos el caso del médico. El ejercicio de ésta profesión es definido como una “prestación de servicios”: el servicio de asistir al paciente. Significa explícita o implícitamente el compromiso profesional de poner su saber científico al servicio del mismo e incluye por una parte, estar permanentemente actualizado en su caudal científico para prodigar la mayor eficacia terapéutica y por otra parte, la necesaria e indispensable comprensión humana. El compromiso del paciente A su vez el paciente, también está comprometido: consigo mismo poniendo todo su interés y sus esfuerzos al servicio del tratamiento, y con el profesional que le está prodigando su asistencia. Cuando el paciente recibe pasivamente la asistencia médica Como es el caso de un acto quirúrgico, entonces estas condiciones de compromiso y responsabilidad competen exclusivamente al profesional. El médico en este caso debe ser consciente del cargo que significa el desempeño de su proceder terapéutico. Él debe tener bien claro que es de su exclusiva responsabilidad el desarrollo por ejemplo de un acto quirúrgico, o de la asistencia de un enfermo que está incapacitado de conciencia (por ejemplo, en estado de coma). Cuando el paciente participa activamente de la ejecución de la asistencia En este caso, tanto el compromiso como la responsabilidad deben ser compartidas. Aquí se trata de que el desarrollo del tratamiento es un proceso que puede ser más o menos prolongado. Hay tratamientos que duran días, semanas, meses, años y algunos pueden ser de toda la vida. En estos casos, ambos, médico y paciente, son protagonistas responsables del proceso. El compromiso debe ser de ambos, y cada uno le corresponde una responsabilidad determinada. Esto se ve muy claramente en los tratamientos de los hipertensos o de los diabéticos, en los que la evolución es muy diferente si el paciente colabora o no. En los tratamientos psicoterapéuticos, el grado de compromiso y de responsabilidad del paciente es básico en la evolución del tratamiento. Pero también es muy importante tener presente que en la misma es un factor determinante el grado de capacitación y experiencia del terapeuta. Es importante tener bien clara la responsabilidad que deben asumir tanto el profesional como el paciente. De ambos depende el buen uso que se haga con ella. El sano compromiso promueve la generosidad, el afecto, el deseo de lograr bienestar. Esto significa que abarca cometidos que trascienden. Cuando éstas situaciones alcanzan un nivel óptimo, entonces el compromiso no es vivido como una carga sino como una situación placentera. 6 // EDITORIAL SCIENS

Psicofarmacología 5:31, abril 2005 SECCION HISTORIA Por el Profesor Doctor Ronaldo Ucha Udabe Presidente del comité de Historia del CINP. Abram Hoffer, la Megavitaminoterapia y la Psiquiatría Ortomolecular Tuve el honor de conocer personalmente y durante unos años cultivar su amistad y un extenso intercambio epistolar con el profesor Abram Hoffer a quien vi por primera vez en enero de 1970 en un simposio que se llevó a cabo en Buenos Aires, organizado por la Academia Americana de Medicina Psicosomática en el Hotel Presidente. Concurrieron a esta reunión figuras de singular importancia en el campo de la investigación psicofarmacológica internacional y podemos afirmar que sin lugar a dudas fue el más importante evento desarrollado en nuestro país hasta ese momento. El Dr. Hoffer nació en Saskatchewan en 1917, hijo de pioneros de la colonización agrícola canadiense en esa provincia triguera. El Dr. Hoffer se recibió de médico en la Universidad de su provincia y obtuvo su doctorado en Bioquímica agrícola, ha escrito 16 libros y más de quinientos trabajos en diversas revistas y periódicos científicos. Debemos destacar que fue uno de los miembros fundadores del CINP, en Zurich en 1957, y uno de los seis sobrevivientes de ese histórico acontecimiento. Durante mi estadía en Montreal, en la Universidad de Mc Gill con los profesores Lhemann y Ban durante los años 1972 y 1973 tuve varias veces la oportunidad de verlo y proseguir así el conocimiento inicial que tuvimos en Buenos Aires unos años antes y fundamentar posteriormente una sólida amistad epistolar. Guardo como un preciado tesoro sus extensas cartas con múltiples diagramas en los que siempre me desarrollaba, con alguna reflexión añadida, las bases de la por él llamada “hipótesis adrenocrómica de la esquizofrenia”. Esta hipótesis no demasiado difundida en los años iniciales fue posteriormente rehabilitada desde el momento en que pudo demostrarse que el adrenocromo estaba presente en el organismo y que uno de sus metabolitos, el adrenolutin era relativamente fácil de medir en sangre. Hoffer sostenía que el uso de la Megavitaminoterapia podía ser útil en la esquizofrenia, pues esta podría aliviar a los pacientes, al decrecer o inhibir la formación de adrenocromo (sustancia alucinógena), a partir de la noradrenalina, especialmente a través de la administración de ácido nicotinico o nicotinamida, agregando, además en dosis elevadas ácido ascórbico, un antioxidante soluble en agua que podía, a su vez, producir la oxidación de adrenalina. La vitamina C fue entonces conocida como un poderoso antioxidante y su interés no solamente estuvo circunscripto como vitamina preventiva de los estados infecciosos, y otras carencias vitamínicas, sino también en su posible uso en psiquiatría. El primer estudio piloto del Dr. Hoffer con pacientes esquizofrénicos, usando esta técnica de administración terapéutica de algunas vitaminas fue denominada por el mismo Megavitaminoterapia por las elevadas dosis que recomendaba utilizar. La vitamina B-3 (ácido nicotínico y nicotinamida) fue la primera sustancia química que se testeo en estudios a doble ciego en Psiquiatría. El Dr. Hoffer, impactado a su vez por el efecto de la clorpromacina, elaboró en 1955 la teoría de combinar en el tratamiento de la esquizofrenia los neurolépticos con el tratamiento Megavitaminoterapéutico y sostener que se alcanzaban éxitos más rápidos y duraderos que con uno solo de los dos procedimientos. Pocos investigadores que replicaron sus ensayos obtuvieron los mismos resultados. Poco tiempo después se incorporó a su equipo de trabajo el Dr. Humphrey Osmond, quien a través de los años se destacó como su principal colaborador. El desarrollo de la idea de que era posible provocar una “psicosis modelo” administrando a personas normales, sustancias alucinógenas como la mescalina y el LSD, dieron lugar a un resurgimiento de la teoría bioquímica de las enfermedades mentales, iniciada en 1943 por Hoffmann en Basilea con el LSD 25. Si bien la Megavitaminoterapia no se constituyó finalmente en una alternativa válida para el tratamiento de la psicosis esquizofrénica, los aportes que brindó en la comprensión de los posibles mecanismos bioquímicos que se encuentran alterados en esta enfermedad, concentró la atención de muchos y famosos investigadores y escritores. Tal fue el caso de Linnus Pauling (Premio Nobel de química y posteriormente de la Paz) y el “creador”, digamos, de la utilización del ácido ascórbico en Medicina. También se interesó en el tópico, pero desde el punto de vista literario y periodístico, el célebre escritor inglés Aldous Huxley, quien escribió sobre el tema dos best-seller en la época: Cielo e infierno y Las puertas de la percepción. Linnus Pauling en su famoso trabajo publicado en la revista Science en 1968 acuñó el término “Psiquiatría ortomolecular”. Abram Hoffer sostuvo, en una interesante conferencia dictada en 1985, que alrededor de 100.000 pacientes esquizofrénicos fueron tratados con el concepto ortomolecular sin que ni un solo paciente desarrollara posteriormente ningún episodio de “disquinesia tardía”. No obstante, el consenso general en el campo de la Psicofarmacología clínica y experimental en la actualidad coincide en reconocer en el profesor Hoffer a un gran pionero de la investigación en el campo de la enfermedad mental y por haber generado líneas de investigación que aún no se han agotado, pero el desarrollo y la síntesis de sucesivas moléculas desde 1952 a la fecha, junto con el conocimiento de los fenómenos sobre neurotransmisores y receptores no permiten aceptar que el procedimiento sugerido hace medio siglo por el Dr. Hoffer pueda ser de utilidad práctica desde el punto de vista terapéutico en nuestro días. Abram Hoffer. Fotografía reciente. EDITORIAL SCIENS // 7

Biblioteca

Av. García del Río 2585 Piso 12 A - C.A.B.A
+54 11 2092 1646 | info@sciens.com.ar

Editorial Sciens, Todos los Derechos Reservados 2015