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Psicofarmacología 52

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Revista Latinoamericana de psicofarmacología y neurociencia.

Psicofarmacología 8:52, Octubre 2008 Enfoque neurobiológico de la depresión en la adolescencia y vulnerabilidad al estrés Neurobiological approach to juvenile depression and vulnerability to stress Fecha de recepción: 24 de junio de 2008 // Fecha de aceptación: 05 de septiembre de 2008 Resumen La depresión mayor es un desorden serio y común en la adolescencia. Estudios prospectivos epidemiológicos indican que los desórdenes de ansiedad siempre preceden a la aparición de la depresión en chicos e identifican el riesgo a desarrollar síntomas depresivos. Es posible que la ansiedad temprana y posteriormente la depresión, compartan bases comunes genéticas, con diferentes desarrollos de sus cursos temporales. Las regiones cerebrales tienen una única ventana de vulnerabilidad a los efectos del estrés. La exposición temprana al maltrato infantil podría iniciar una cascada de consecuencias llevando a anormalidades hipocampales y a la sintomatología clínica de depresión. El tiempo es un factor crucial, tanto en términos de la ventana de vulnerabilidad, cuando el cerebro podría tener la máxima sensibilidad a influencias ambientales como en términos de la cascada de maduración que llevan a la manifestación de depresión. El hipocampo y la corteza prefrontal pueden tener ventanas de vulnerabilidad tempranas o tardías, y servir como blancos para la predisposición y precipitación de los efectos del estrés, respectivamente. Las alteraciones en la amígdala y en el núcleo accumbens podrían contribuir a la manifestación de síntomas positivos y negativos observados en la depresión. Finalmente, se sugiere que este enfoque neurobiológico permite entender cómo potencialmente se conduce a la emergencia de la depresión en la adolescencia. Abstract Major depression is a serious and common disorder among adolescents. Prospective epidemiological studies indicate that anxiety disorders always precede the onset of depression in children, and identify the risk to develop depressive symptoms. It is likely that early anxiety and, subsequently, depression share common genetic bases, with different developments of their temporary course. Brain regions have a single window of vulnerability to the effects of stress. Early exposure to child abuse might generate a cluster of consequences leading to hippocampal abnormalities and to the clinical symptomatology of depression. Time is a key factor, both in terms of window vulnerability, when the brain might be most sensible to environmental influences, as well as in terms of the maturation cascade that leads to the onset of depression. The hippocampus and prefrontal cortex may present early or late windows of vulnerability, and serve as targets for the predisposition and the generation of the effects of stress, respectively. Alterations in the amygdale and in the nucleus accumbens might contribute to the manifestation of the positive and negative symptoms observed in depression. Finally, this article proposes that this neurobiological approach enables to understand the way in which juvenile depression potentially arises. Palabras clave Estrés, ventanas de vulnerabilidad, neurodesarrollo, depresión adolescente. Key words Stress, windows of vulnerability, neurodevelopment, juvenile depression. Damián Maur, Berenice Bourdet Estudiantes avanzados de Ciencias Biológicas, Becarios-estudiantes de la 1 ra . Cátedra de Farmacología. Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires (UBA). Dra. María Zorrilla Zubilete Bióloga, Doctora de la Universidad de Buenos Aires (UBA) - Area Farmacología, Docente Investigadora de Facultad de Medicina - UBA, JTP 1 ra Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires (UBA), Investigadora asociada CEFyBO-CONICET. Puede consultar otros artículos publicados por los autores en la revista psicofarmacología en www.sciens.com.ar EDITORIAL SCIENS // 15

Damián Maur, Berenice Bourdet, Dra. María Zorrilla Zubilete Introducción En esta revisión bibliográfica trataremos de entender porqué la depresión emerge con mucha fuerza y frecuencia en adolescentes, particularmente en jóvenes mujeres. Posiblemente, la presentación de factores psicológicos pueda convertir a los adolescentes en individuos especialmente vulnerables, pero nuestro enfoque serán los factores neurobiológicos que podrían influir en este desarrollo. En particular, se examinará la interrelación entre genética, maduración y factores ambientales que afectan el ánimo usando una perspectiva “translational”, que reúna hallazgos clínicos con hallazgos básicos. Bases epidemiológicas de la depresión adolescente La depresión mayor es un desorden serio y común en la adolescencia (1). La prevalencia aumenta dramáticamente desde un 1% en la población menor de 12 años a 17%-25% en la población adolescente. La mayoría de los casos ocurren entre los 15 y los 18 años (estudio longitudinal de Hankin BL y col. 1998, ref. 2). Estudios prospectivos epidemiológicos indican que los desórdenes de ansiedad siempre preceden a la aparición de la depresión en chicos e identifican el riesgo a desarrollar síntomas depresivos (3). Es posible que la ansiedad temprana y posteriormente la depresión, compartan bases comunes genéticas, con diferentes desarrollos de sus cursos temporales. Un estudio encuentra que adolescentes ansiosos típicamente preceden el comienzo de episodios de insomnio, mientras que episodios de depresión son seguidos de periodos de insomnio, sugiriendo que en algunos casos, los disturbios en el sueño podrían servir como mediadores (3). Los desórdenes de depresión mayor adolescente son seguidos típicamente por un curso de episodios recurrentes, entre 7-9 meses en promedio, en los cuales se busca el tratamiento. El comienzo de la adolescencia está asociado con una mayor cronicidad, severidad y formas inhabilitantes de depresión, con mayores tasas de historia familiar y más intentos suicidas que la depresión que surge en la adultez. Los chicos y adolescentes presentan síntomas de irritabilidad sin manifestaciones de tristeza con mayor frecuencia que los adultos. Los adolescentes deprimidos muestran más signos de anhedonia, hipersomnia, disminución en sus capacidades para pensar y concentrarse, melancolía y suicidabilidad que los chicos deprimidos, así como un mayor disturbio en los ritmos circadianos. De acuerdo con estadísticas del NIH, la incidencia de suicidios aumenta con la edad: el suicidio antes de los 10 años es raro, aumenta 100 veces entre los 10-14 años y vuelve a aumentar 10 veces entre los 15 y los 19 años (4, 5). La tasa de prevalencia es alta, tanto para chicos como para chicas. En las mujeres, el comienzo de la depresión está temporalmente asociado a la menarca, sugiriendo un mecanismo hormonal subyacente. En las mismas se observa un aumento de un subtipo de depresión asociado con ansiedad, alteraciones del sueño y del apetito, así como fatiga. Ellas presentan mayor insatisfacción en la imagen corporal, problemas de concentración y dificultades en el trabajo. En contraste, los varones deprimidos presentan más signos de anhendonia y tienen mayor variación diurna en el ánimo y la energía (6, 9). Etiología de la depresión Aunque la etiología específica de la depresión mayor aún es desconocida, se sabe que tanto la heredabilidad como las experiencias tempranas son determinantes críticos. Además, eventos madurativos podrían potencialmente aumentar la prevalencia o gatillar episodios depresivos. Es importante distinguir entre factores etiológicos específicos (por ejemplo, polimorfismo genético, adversidad infantil) que aumentan el riesgo en individuos específicos y fenómenos universales (por ejemplo, la pubertad) que ejercen un efecto moderado sobre la población en su totalidad (10, 11). Genes y adversidad Estudios epidemiológicos a gran escala indican que la exposición a adversidades tempranas (por ejemplo abuso infantil, pérdida parental o violencia doméstica) está relacionada con el 54% de la población a la cual se le atribuye riesgo de depresión y con el 67% de riesgo de intentos suicidas (Chapman, 2004) (12). Caspi y colaboradores encuentran que la exposición al maltrato infantil severo entre los 3 y 11 años de edad duplica el riesgo de depresión mayor en individuos con dos copias del alelo corto del promotor polimórfico del gen que codifica para el transportador de serotonina (5HTT). En contraste, en niños maltratados con dos copias del alelo largo, no se observa un aumento del riesgo (13). En síntesis, muchos casos de depresión podrían aumentar como consecuencia de una predisposición genética que, interactuando con experiencias del entorno que ocurren durante una ventana de vulnerabilidad específica. Así, en cada caso se setea una cascada de eventos que se despliega a través de la maduración. Sin embargo, la exposición a estrés temprano no estaría específicamente relacionada al desarrollo de depresión, sino más bien estaría asociada a la emergencia de desórdenes de estrés postraumático (PTSD), abuso de sustancias, desórdenes de la personalidad y agresión. El desorden que se produzca dependerá de factores genéticos, severidad, tiempo y naturaleza de la exposición y la presencia o no de factores moderadores, tales como soporte parental (14). Eventos de maduración La figura 1 muestra una comparación de trayectorias del desarrollo de la sustancia gris en regiones claves asociadas con depresión desde la niñez hasta la adultez (14, 15). Tres conjuntos de factores en el desarrollo operan en la génesis de la depresión adolescente: 1) Cambios típicos en la maduración del cerebro, incluyendo re-arreglos anatómicos y funcionales, sensibilidad a hormonas gonadales y adrenales y aumento de la presión psicosocial. 2) Existencia de ventanas de vulnerabilidad tempranas o períodos sensibles, en donde regiones específicas del cerebro en desarrollo podrían ser más susceptibles a influencias ambientales que tengan un potencial para aumentar el riesgo para depresión. 3) Cambios claves en la maduración que tienen lugar durante la adolescencia, que conducen a la sobre expresión de los desórdenes en individuos con una predisposición subyacente. 16 // EDITORIAL SCIENS

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