Views
8 years ago

Psicofarmacología 89

  • Text
  • Psiquiatricos
  • Neurologicos
  • Colaterales
  • Adversos
  • Cardiovasculares
  • Tratemiento
  • Neuropbiologia
  • Violenta
  • Agresividad
  • Psicopatia
  • Mente
  • Impulsividad
  • Antisocial
Revista Latinoamericana de Psicofarmacología y Neurociencia.

Dra. Emilce K Blanc

Dra. Emilce K Blanc institucionales que cumplen criterio de psicopatía o PSP, considerar intervenciones cognitivo conductuales focalizadas en la reducción del comportamiento delincuencial y otras conductas antisociales, con sesiones de refuerzo ,seguimiento y monitoreo continuo. Intervenciones psicosociales El abordaje eficiente de los TAS requerirá de intervenciones interdisciplinarias a lo largo de la mayor parte de la vida del sujeto. Debe incluirse el sistema de salud mental, servicios sociales y el sistema de justicia penal. Existe más literatura disponible sobre intervenciones para el comportamiento reincidente del delincuente que para el TAS. Esta literatura presenta dos limitaciones: 1- El diagnóstico de ingreso a estos programas o estudios no requiere ser TAS. 2- El criterio de resultado se restringe a la presencia o ausencia de comportamiento reincidente. A pesar de ello pueden ser útiles en TAS, ya que algunas personas que delinquen presentan este diagnóstico (Krueger y col., 2009). Dificultades para el tratamiento Algunos obstáculos que presenta el abordaje del TAS son: a- El elevado costo que requiere dado que implica una compleja coordinación; b- La actitud de poca disposición de las personas con personalidad antisocial a ser tratados, suelen ser reacios a participar en un tratamiento, pueden ver a sus propias necesidades como signos de debilidad y minimizarlas o negarlas, y por extensión, tratar con desprecio a quienes intentan ayudarlos; c- El rechazo que por lo antedicho, suelen generar en los equipos de asistencia; d- El frecuente abandono del tratamiento (Incrementado por rasgos de la personalidad como un estilo atribucional hostil, impulsividad, bajo nivel educacional. El manejo de dicha contingencia, puede mejorar la resistencia al tratamiento característico en TAS y en los trastornos por abuso de sustancias (Gibbon y col., 2010); e- La creencia persistente de que estos trastornos existen de manera aislada, es decir, el no considerar que la presencia del TAS no excluye un diagnóstico comórbido en el eje I. Algunos enfermos mentales con un doble diagnóstico: trastorno antisocial de la personalidad y un trastorno psicótico, que cometieron homicidios, fueron rechazados en la consulta con el argumento de que "solo" tenía un trastorno de la personalidad, y por lo tanto, no estaban mentalmente enfermos (Krueger y col., 2009). El tratamiento psicopatológico no suele conceptualizarse en términos del espectro de externalización en general. En etapa de prevención primaria el tratamiento debería focalizarse en las tendencias desinhibitorias (con el objetivo de que estas personas realicen elecciones menos dañinas o reduciendo en forma directa, dichas tendencias, lo cual es menos realista actualmente, aunque puede variar de acuerdo con los avances en la genética y neurobiología de la desinhibición y los tratamientos farmacológicos venideros). Palmgreen y col. (1995) condujeron una campaña en los medios con el objetivo sobre personas con elevado nivel de búsqueda de sensaciones, acercándolos a contactarse con una línea telefónica en la que podían recibir información acerca de actividades excitantes que no incluían consumo de drogas. Este tipo de enfoque desmantela la conexión entre la desinhibición y su elevado costo social (por ejemplo, problemas de drogas), y es probable que tenga un amplio impacto en la reducción de la prevalencia y costos de tendencias de externalización. Si un paciente adulto se presenta con dependencia de sustancias como la principal preocupación, las consideraciones clínicas agudas corresponden a la desintoxicación, no a los procesos subyacentes de tipo desinhibitorio. La amplia evidencia de apoyo a la conceptualización de espectro externalización sugiere que el avance de estos procesos en adultos, conduce a una resultante de altos costos sociales, y es producto de una sumatoria de elecciones individuales, sesgadas en una dirección de externalización de los procesos generales desinhibitorios. (Krueger y col., 2009). Conclusión El TAS, es un desorden de curso crónico, clasificado en el cluster B de los trastornos de la personalidad del DSM V. El Grupo de Estudio de Task Force para el DSM V propuso su agrupación dentro de los desórdenes de externalización, cuyo rasgo psicopatológico nuclear es el estrés desinhibitorio. Su etiología combina factores psicosociales y biológicos. Para estos últimos, existen limitaciones como la comorbilidad elevada y la poca disponibilidad de estudios. Los datos acerca de anomalías en estructuras cerebrales son poco consistentes. Anomalías electrofisiológicas en potenciales evocados P 300, pueden reflejar el proceso desinhibitorio. Se relacionan genes de vulnerabilidad con rasgos biológicos. Estudios funcionales de neuroimágenes y pruebas neurocognitivas focalizan en características como el comportamiento agresivo, el reconocimiento facial de emociones, o disfunciones neuropsicológicas, más que sobre la totalidad del trastorno. La corteza prefrontal (CPF) participa en el control cognitivo: monitoreo de las propias acciones, evaluación de alternativas e inhibición de respuestas inapropiadas o impulsos. La CPF y subestructuras de la CPF ampliada jugarían un rol en la etiología de la desinhibición comportamental, funcionando como una red. Los desórdenes psiquiátricos caracterizados por elevada agresividad como el TBL y el TAS presentarían anomalías en la funcionalidad y los patrones de conectividad de los circuitos cerebrales implicados en la agresión. Estos Individuos no sufrirían deterioro general de la ToM 20 // EDITORIAL SCIENS

Psicofarmacología 14:89, Noviembre 2014 general, si no, déficits en la ToM afectiva (patrón que parece caracterizar disfunciones de COF). La ToM afectiva, podría predecir significativamente las habilidades empáticas del individuo. ToM y empatía son dos procesos cercanamente relacionados con la moralidad (código de valores y costumbres que guían la conducta social). Las “emociones morales o prosociales” se encuentran al servicio de promover cohesión grupal y cooperación, necesario desde el punto de vista evolutivo, a través de no dañar y reforzar reglas morales al poder atribuir a otros intenciones negativas y castigar a quien quiebra las reglas sociales (castigo altruista). El establecimiento de los conceptos de moralidad y justicia se cimienta sobre la base de esquemas cognitivos de valoración que se construyen e internalizan. Hay autores que señalan la presencia de una red cerebral “neuromoral”, en sujetos normales. Durante el aprendizaje, además de estos esquemas, se incorporan conductas. Esquemas cognitivos y conductas determinan normas de comportamiento. A medida que el sujeto se desarrolla y crece se conjugan disposición genética, entorno, aprendizaje, conformando, el “basamento biológico” (estructura cerebral, “cableado funcional” neuroendocrino, neuroquímico, habilidades neuropsicológicas, etc.), de la expresión de la conducta humana. Las personas con personalidad antisocial, se caracterizan por no actuar de un modo social favorable, con un patrón de desprecio y violación de los derechos de los demás, quebrantando las reglas, presentando falta de empatía, inestabilidad en los vínculos, impulsividad, temeridad y desestima de las consecuencias de sus actos. El tratamiento del TAS presenta grandes limitaciones, se trata de un trastorno complejo, con poca adherencia y elevada tasa de abandono. A pesar de la base de evidencia limitada para su abordaje total, se han desarrollado herramientas para algunos de sus componentes, fundamentalmente para el manejo de la agresión. El abordaje eficiente, requerirá de intervenciones interdisciplinarias a lo largo de la mayor parte de la vida del sujeto que incluya el sistema de salud mental, servicios sociales y el sistema de justicia penal. Bibliografía 1. AbuAkel A; Shamay-Tsoory S. Neuroanatomical and neurochemical bases of theory of mind. Neuropsychologia 2011; (49)11: 2971-2984. 2. Alvano SA. El Sistema Nervioso Central como sistema complejo, dinámico y abierto. La interacción gen-entorno en el centro de la etiología de diferentes trastornos psiquiátricos. En: Alvano S. Trastornos depresivos y de ansiedad. Aspectos neurobiológicos, clínicos y terapéuticos. Buenos Aires. Ed. Sciens 2007; p 63-68. 3. Alvarez Sanguedolce AS. Neuroplasticidad en psiquiatría: algunos aspectos de utilidad teórica y práctica. Revista Latinoamericana de Psicofarmacología y neurociencia 2010; (61): 29-36. 4. American Psychiatric Association: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Cuarta Edición. Barcelona. Ed Masson 1995. 5. American Psychiatric Association: Desk reference to the Diagnostic Criteria From DSM-5. Arlington, V A, American Psychiatric Association, 2013. 6. Baron-Cohen S, Ring HA, Wheelwright S, Bullmore ET, Brammer MJ, Simmons A. Social intelligence in the normal and autistic brain: an fMRI study. European Journal of neuroscience1999; 11:1891-1898. 7. Basoglu C.; Oner O.; Ates A.; Algul A, Bez Y; Cetin M, et al. Synaptosomal-associated protein 25 gene polymorphisms and antisocial personality disorder: Association With Temperament and Psychopathy Canadian Journal of Psychiatry - Revue Canadienne de Psychiatrie 2011; 56 (6): 341-347 8. Boeree C. G Albert Bandura1925 – presente. Traducción al castellano: Dr. Rafael Gautier. Teorías de La Personalidad. Disponible en: URL: http:// www.psicologia.on-line.com 9. Cabello JO, Bruno AH. Cuadernos de medicina Forense. Año 3(2):83-92. Disponible en http://www.csjn.gov.ar/cmfcs/cuadernos/pdf/vol 3_2_2004/11.pdf 10. Coccaro EF, Sripada CS, Yanowitch RN, Phan, KL. Corticolimbic function in impulsive aggressive behavior. Biological Psychiatry 2011; 69 (12): 1153-1159. 11. Coid J, Ullrich S. Antisocial personality disorder is on a continuum with psychopathy. Comprehensive Psychiatry 2010. 51(4): 426– 433. 12. Derito NC. Epigénesis de la conducta violenta. Psiquiatría 2012; (20):12-20. 13. Fishman I, Ng R. Error-related brain activity in extraverts: Evidence for altered response monitoring in social context. Biological Psychology. 2013; 93 (1): 225-230. 14. Garcia LF, Aluja A.; Fibla J, Cuevas L, Garcia O. Incremental effect for antisocial personality disorder genetic risk combining 5- HTTLPR and 5-HTTVNTR polymorphisms. Psychiatry Research 2010; 177 (1-2 ): 161- 166. 15. Gibbon S, Duggan C, Stoffers J, Huband N, Völlm BA, Ferriter M et al. Psychological interventions for antisocial personality disorder .Cochrane database of systematic review. 2010; 6 (6):7668-7668. 16. Halsband S, Barenbaum R. Neurobiología de la agresividad. Papel del litio y los antidepresivos. En: Halsband S. (comp). Agresividad. Manifestaciones Clínicas y Tratamiento Psicofarmacológico. 1ªed. Buenos Aires. Ed Polemos. 2008.p 19-32. EDITORIAL SCIENS // 21

Biblioteca

Av. García del Río 2585 Piso 12 A - C.A.B.A
+54 11 2092 1646 | info@sciens.com.ar

Editorial Sciens, Todos los Derechos Reservados 2015