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Psicosis agudas II - Cap 3 - Las psicosis afectivas monopolares según la escuela de Wernicke-Kleist-Leonhard - MNC Derito

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MNC Derito // Urgencias en Psiquiatría. Psicosis endógenas agudas las características de la hipomanía motivo por el que se ven las manías crónicas con más frecuencias en la manía pura que en la enfermedad maníaco depresiva. Caso 1 María había sido atendida muchos años en consultorios externos por haber presentado varias fases maníacas, sin ninguna depresiva. Estaba considerada una manía pura. Se mantenía compensada medicada con litio 600 mg/día, haloperidol 10 mg./ día, lorazepan 2,5 mg./día. Era una mujer de hábito pícnico, alta de buena contextura sin ser obesa. Rubia, siempre concurría al consultorio vestida de colores chillones, usaba grandes aros colgantes, varios collares y pulseras, fantasía de diferentes tonos y materiales. Pintada con sombras celestes que enmarcaban sus ojos celestes muy hermosos. Resultaba una figura llamativa, pero no fuera de lugar. Hablaba espontáneamente y siempre se la veía con un buen humor a prueba de desgracias. No solía tener quejas y contaba con entusiasmo de todas las cosas de las que se ocupaba. En ocasiones nos decía, “he notado que duermo menos” y anunciaba “Dra. Ya estoy cambiando los muebles de lugar”. Esa era la frase que nos ponía en guardia dándonos el indicio de que se estaba por descompensar, aumentaba su actividad que se manifestaba cambiando la disposición de los muebles y expresando planes de compras y mudanzas. De inmediato se aumentaba el litio y el haloperidol, y cedía el cuadro. Pasaron varios años y un día vemos ingresar a María, desaliñada, corriendo por el pasillo, el pelo teñido pero ensortijado, con sus anteojos con estrás (en esa época no era moda), se abraza a mí y comienza a contarme con detalle nuestras conversaciones en consultorios externos, atropelladamente sale al pasillo, e invita a todas las enfermas a seguirla para divertirse diciendo “algo hay que hacer si me tengo que quedar aquí”. Preguntaba dónde había música para alegrar el ambiente, logorreica, con fuga de ideas, pretendía mejorar el aspecto del servicio para que pudiéramos cobrar la estadía, “es un gran negocio”. Toda esta actividad parecía no agotarla. Sus sobrinos relataron que hacía unos meses había abandonado la medicación, hasta que los vecinos llamaron para avisarles que su tía estaba subastando los muebles en la calle y que días atrás había comenzado a ingresar hombres al departamento, en apariencia desconocidos. Según ella había que renovar todos los ambientes para que tuvieran “buena onda”. Esto se presentaba como una exageración, del germen de ideas y deseos que siempre estaban presentes en ella, en su temperamento hipomaníaco, cuando estaba compensada. Se la médico nuevamente con litio 600 mg./día, clotiapina 120 mg./día y haloperidol 20 mg./día, el cuadro fue cediendo paulatinamente hasta la restitución, María quedó con su hipomanía de siempre. Formas puras oligosintomáticas depresiones puras y euforias puras Para Leonhard estas formas eran las que realmente tienen alterada la esfera afectiva, pero no siempre en su totalidad, sino a veces solo en alguno de sus estratos. El tipo de afecto patológico sería el que determina el tipo de ideas deliroides que presenten. Los cuadros se pueden delimitar adecuadamente, justamente por tratarse de formas puras, con complejos sintomáticos definidos. La concepción de estratos de los sentimientos la hemos considerado a partir de las ideas de Max Scheler, tomado por K. Schneider, considerando los siguientes estratos para los 100

sentimientos: Max Scheler (1921 – 1923), investiga con una fenomenología introspectiva, como los sentimientos aparecen y son, llega a la conclusión que hay cuatro estratos distintos de sentimientos: • Sentimientos sensoriales • Sentimientos vitales • Sentimientos anímicos o psíquicos • Sentimientos espirituales o de la personalidad. Los sentimientos sensoriales: tienen una determinada topografía orgánica. Le agregan a la sensación corporal una cualidad distinta (por ejemplo, “el dolor”, “el placer”). Están ligados a partes del cuerpo. Son fenómenos actuales, no hay recuerdo de ellos, son puntiformes, sin continuidad de sentido, no están afectados por la voluntad. Los sentimientos vitales: a diferencia de los anteriores poseen un carácter difuso, se sienten en todo el cuerpo, tienen corporalidad, me siento cómodo o incomodo, vital, fresco, agotado, etc. Nos permiten sentir nuestra vida misma (salud, enfermedad, peligro, porvenir, etc.). Para ellos hay un recuerdo sentimental “son manifestaciones de la propia experiencia de la continuidad personal a través del cuerpo” (autónomos y espontáneos). Los sentimientos anímicos o psíquicos: son sentimientos dirigidos. Se trata de formas sentimentales reactivas a los sucesos del mundo exterior. Por ejemplo, se pone uno alegre o triste por determinada noticia. El yo tiene participación activa, por eso Scheler los llama también sentimientos del yo. Los sentimientos anímicos se ligan al significado que tiene lo percibido, por lo tanto no son una función del yo, sino una modalidad del yo. Una tristeza motivada, por profunda que sea, nunca tiene la difusión corporal de un malestar vital. El carácter intencional hace que cuando responden a algún acontecimiento externo, lo hagan valorándolo y situándolo en la trama de sus perspectivas personales. Los sentimientos espirituales: surgen del punto mismo de donde emanan los actos espirituales. Ya no son estados del yo, son sentimientos absolutos que no pueden apagarse en determinados valores. No es lo mismo ser feliz por algo (que implica un modo de ser), que estar alegre por algo (que implica una reacción afectiva ante un suceso externo favorable al yo). Pero si puedo indicar ese algo aun no es felicidad. Porque cuando esos sentimientos existen ya son modos de ser, en lugar de modos de estar. Deben ser entendidos en realidad como religiosos o metafísicos y según Max Scheler es posible la coexistencia en un mismo momento de dos sentimientos de distinto signo (Por ejemplo, estar triste y ser feliz). Lipps “los sentimientos son estados subjetivos del yo inmediatamente vivenciados”. Para K. Schneider (1887 - 1947) lo esencial reside, en que los sentimientos se caracterizan por la peculiaridad de ser agradables o desagradables. Vamos a ser como el hambre, la sed y la sexualidad se vivencian en varios niveles. Por ejemplo el hambre es un sentimiento corporal localizado, la saciedad es un sentimiento vital difuso. Entre los sentimientos corporales (localizados) y los vitales (difusos), hay una zona de transición. Además su presentación simultánea es un hecho fre- 101

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