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Psiquiatría 13

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  • Lorenzo
Revista Latinoamericana de Psiquiatría.

Psiquiatría 4:13, Marzo 2011 medios para aumentar la información circulante y con ello disminuir espacios para la aparición de rumores. - Oferta de servicios: la nueva lógica de operación cambió desde “salir a cazar afectados” hacia “ofrecer servicios”. Fue así como se instalaron diferentes servicios que podían ser utilizados por los interesados. Algunos de los servicios que se ofrecían fueron consultorio legal, apoyo psicológico privado, asistencia social, entrega de certificados y documentos, e incluso una escuela donde los niños que por fuerza mayor no pudieran continuar sus estudios tuvieran donde hacerlo y no perder el ya tan retrasado año académico (2). - Instalación de un COAF: todas las actividades de soporte a los familiares fueron centralizadas en el Centro de Orientación y Apoyo a Familiares (COAF), el cual estaba implementado en un contenedor marítimo habilitado para oficina, y dirigido por profesionales del área social y la psicología previamente entrenados. Este Centro era el punto neurálgico de todas las operaciones de apoyo a familiares y servía como punto de consulta y orientación que llevó a disminuir el sobreasistencialismo, cambiando la estrategia de “buscar asistidos” hacia “ofrecer asistencia”. Adicionalmente sirvió como punto de información, pues en él se mantenía copia escrita y visible de los horarios de los buses hacia y desde Copiapó (buses gratuitos), del estado de avance de los sondajes (después que eran comunicados a familiares), las declaraciones de prensa, los servicios ofrecidos, entre otras muchas tareas. - Oasis de intervinientes: con el objetivo de apoyar a los gestores de la emergencia, fue instalada la función de Oasis de intervinientes, concepto que alude a un lugar donde los gestores de la emergencia puedan descansar y desconectarse sin la presión de los medios para seguir con sus labores. Por motivos de espacio fue difícil implementar un espacio como este propiamente tal, pero sí fue implementada la función comprometiendo la asistencia de psicólogos del Servicio de Salud Regional quienes cada cierto tiempo subían desde Copiapó a dar una ronda con los emergencistas. Esta estrategia funcionó bastante bien, siendo exitosamente implementada por los profesionales del lugar, así como complementada con elementos que a su juicio eran pertinentes. Pero habría más desafíos; sabíamos que habría dos momentos claves para los cuales la tensión grupal podría hacer necesaria una ayuda especial y para lo cual habría que prepararse especialmente. El primero de ellos sería cuando los sondajes llegaran al refugio y el segundo el rescate mismo. Para ambos eventos se preparó un contingente especial IMAGEN 3 de profesionales, así como planes de acción que ayudarían en lo que fuera necesario. La llegada de la sonda al refugio El domingo 22 de agosto una de las sondas tomó contacto con los mineros. Ese fue el instante en el que los perforistas en la superficie recibieron información del derrumbe enviada por los propios mineros, y entre ellas el papel que señala la tan famosa frase: “Estamos bien en el refugio los 33”. Teniendo esa noticia fue inmediatamente movilizado hacia la mina el Jefe de la UTED, Rodrigo Figueroa, quien se encontraba en Santiago. La alegría era tremenda pues todos estaban vivos, pero fue seguida por la llamada a la mesura por parte de las autoridades pues efectivamente ya había terminado la etapa de búsqueda, pero ahora comenzaba una nueva etapa: la de acceso, que según la planificación inicial podría demorar hasta ocho semanas antes de iniciar el rescate mismo. El objetivo de la etapa de acceso era lograr hacer un forado lo suficientemente ancho y seguro como para hacer transitar la cápsula de rescate que ya estaba en construcción en los astilleros de la Armada en Concepción, zona fuertemente azotada por el terremoto y posterior tsunami de hace seis meses atrás. El apoyo psicosocial a los mineros Una vez hecho el contacto con los mineros debíamos ejecutar los planes para el plan de soporte psicológico, programa del cual sería responsable la Asociación Chilena de Seguridad, mutualidad a la cual estaba asociada la empresa propietaria de la mina San José; esto siguiendo la normativa nacional en relación con accidentes del trabajo. Debemos recordar que este evento seguía siendo un accidente del trabajo, y que por tanto la ACHS era El domingo 22 de agosto una de las sondas tomó contacto con los mineros. Ese fue el instante en el que los perforistas en la superficie recibieron información del derrumbe enviada por los propios mineros, y entre ellas el papel que señala la tan famosa frase: “Estamos bien en el refugio los 33”. EDITORIAL SCIENS // 11

Treinta y tres mineros más dos rescatistas fueron las personas que recorrieron dentro de la cápsula Fénix los setecientos metros que separaban la superficie del refugio de la mina. responsable por el cuidado y la salud de los trabajadores. Así como en la primera oportunidad, en este segundo viaje entregamos recomendaciones y ayudamos a conformar el plan de apoyo psicosocial; ya con información detallada acerca del estado de los encerrados fue relativamente rápido el definir y enviar las recomendaciones que deberían guiar el apoyo psicosocial a los mineros durante la etapa de acceso. Las recomendaciones del plan de soporte incluían: - Incluir en el equipo a profesionales de la salud mental con especialización en emergencias y desastres: la formación en psicología y psiquiatría convencional no entrega las suficientes herramientas para afrontar un desafío relacionado con el cuidado de la salud mental en desastres. Es por ello, que nacimiento de esta nueva especialidad son la creación de Sociedades Profesionales; las recomendaciones de las autoridades internacionales; la ocurrencia de varios congresos, charlas, encuentros, simposios y otras actividades específicas del área; la diversa publicación de artículos y libros de la temática; y −por sobre todo− la gran cantidad de lecciones aprendidas narrando acerca del bajísimo éxito que tienen las técnicas tradicionales de salud mental (tanto herramientas como forma de intervención) trabajando en situaciones de emergencias y desastres. - Considerar que son adultos con sus plenas capacidades (así dan cuenta sus primeros reportes) y en general sanos (salvo algunos enfermos crónicos que merecen especial cuidado, y algunas lesiones producidas por el encierro mismo), y que por tanto, deben ser tratados como tal. Establecer estrategias de seguimiento específicas para cada uno de ellos considerando su situación de salud. - Entregar tareas y responsabilidades. Esto casi no fue necesario decirlo, debido a que las labores de acceso requerían que los mineros encerrados hicieran tareas. Este elemento es de mucha ayuda desde la perspectiva de salud mental, pues coloca no sólo una motivación en ellos sino que además les hace partícipes de su propio destino ayudando además, a ordenar la jornada y gestionar el ocio. En Atacama no había un equipo tratando de sacar a personas encerradas, sino que existían dos equipos (uno arriba y otro abajo) que estaban luchando por lograr un mismo objetivo. - Evitar y suprimir todo tipo de intervención psicológica forzada (furor curandis): las investigaciones señalan que la gente aún estando en condiciones anormales, se comporta de manera normal (o esperada) para el contexto que le rodea. Si no se sabe esto es altamente probable que el gestor del evento piense que la gente se descontrola o cae en pánico fácilmente y según indican las investigaciones esto es muy poco frecuente. La experiencia dice que estos comportamientos generalmente suceden cuando a) las personas perciben una ganancia en su comportamiento alborotado, b) se pierde la confianza en los líderes, o c) las condiciones de información disponible y predictibilidad del estado futuro es nula. La incapacidad de definir estrategias útiles considerando el contexto de intervención − que sin duda es muy distinto al que tradicionalmente trabajan psicólogos y psiquiatras− trae como resultado que se tenga la necesidad de hacer algo, y como el miedo del pánico está rondando y no se sabe que hacer, se comienzan a aplicar técnicas de la normalidad en un contexto que no sigue principios de la normalidad, sino que sigue las reglas propias del manejo de emergencias. Desde ahí la recomendación era evitar todo tipo de intervenciones forzadas que no sean requeridas, por ejemplo terapias individuales o grupales, cursos de manejo emocional o algunos otros elementos que en situaciones de normalidad son muy útiles, pero que no es el momento de implementarlas en el transcurso de una emergencia ni menos en las actuales condiciones de este rescate, y sobre todo considerando elementos propios de la cultura minera chilena. - Mantener expedita vía de comunicación, envío de prensa y cartas con la superficie. Es fundamental mantener comunicados a los encerrados tanto con los medios (que puedan leer prensa) como con sus familiares. La necesidad instintiva de censurar documentos con el objetivo de proteger a los afectados no ha demostrado ser efectiva; es más, es altamente riesgosa porque cabe la posibilidad que se percaten que los documentos son censurados perdiendo de esta manera lo que más se necesita tener en el equipo, la confianza; por otra parte, lo único que logra la censura –además de violar algunos principios constitucionales y derechos básicos– es mantener a los encerrados en una burbuja comunicacional, cuando lo que se requiere es llevarlos, lo más pronto posible, a tomar contacto con la normalidad aunque sea a través de sus periódicos o videoconferencias. El objetivo tampoco es inundarlos de información, sino únicamente la que ellos mismos van necesitando y por la cual van preguntando sin ningún tipo de filtro, tergiversación o censura de la realidad. - Utilizar estrategias de apoyo biológico: el uso de luz de espectro ultra brillante, reemplazo de nicotina, y otros soportes biológicos (melatonina) son esenciales para que los encerrados puedan ayudar a su organismo a readaptarse a los diversos ciclos 12 // EDITORIAL SCIENS

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