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Psiquiatría 15

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Revista Latinoamericana de Psiquiatría.

Psiquiatría 4:15, Septiembre 2011 Médicos que fuman Hasta la primera mitad del siglo XX, a pesar de que ya estaban surgiendo evidencias en relación al consumo de tabaco y cáncer (6, 30, 31) , el consumo de tabaco era una conducta normal y muy prevalente entre los médicos de la mayoría de los países. Las tasas de prevalencia alcanzaban al 40 o 50% (23, 25) de los médicos y eran elegidos por las empresas tabacaleras como promotores de tabaco (32). En los siguientes 40 años la prevalencia de consumo de tabaco entre médicos y otros profesionales de la salud mostró amplias variaciones entre los países (21, 33, 34), observando la disminución a una cifra en algunos países como Reino Unido, EEUU, Australia, Nueva Zelanda y Finlandia (21, 23, 25), tendencias muy significativas como en Brasil, Canadá, Uruguay y Costa Rica (35) mientras que en otros países el consumo se mantiene elevado (21). En Latinoamérica existen amplias diferencias de consumo, aún en países vecinos y con aspectos sociales y culturales similares (36, 37), y en nuestro país la prevalencia de fumar entre profesionales de la salud (38) y médicos en particular se mantiene elevada (39-42) con significativas fluctuaciones entre las especialidades. Cuando se profundizan en los factores que pueden influenciar este consumo, se observa que el consumo de tabaco comienza temprano en la adolescencia (43), y que el paso por la universidad para obtener el título de grado (44) o aún luego, en la formación de algunas especialidades (41, 42), no favorece el abandono de consumo. Se observan también conjuntos de profesionales o especialidades con mayor prevalencia (40, 41) pero también entre aquellos que asisten con mayor frecuencia a enfermos con patología asociada al consumo de tabaco, la prevalencia alcanza al 25% (22, 40), marcando una tendencia que demanda atención. Entre los estudios que exploraron sistemáticamente el consumo de tabaco, los médicos en Argentina, Minervini y col encuestaron a 1452 asistentes a los congresos de las especialidades de cardiología, neumonología, pediatría y alergia realizados en 1997 (22) se detectó una prevalencia para las categoría de fumador actual del 25% y para fumador diario del 16,9%. Con igual cuestionario, Ferrero y col describieron una prevalencia de fumador actual del 22,1 % entre médicos residentes de pediatría en 8 hospitales de Argentina en 2002 y Videla y col exploró una muestra de 1333 médicos de los hospitales públicos de Buenos Aires realizada durante el 2006, con validación de la determinación de monóxido de carbono en el aire exhalado (COexh), se observó una prevalencia de fumador actual del 33% y para fumador diario del 24,7% (40). Muller y col reprodujeron la encuesta en asistentes al Congreso APSA en el 2005 y observaron entre los 1034 encuestados una prevalencia de fumador actual del 34,4% y para fumador diario del 24,4%, encontraron diferencias significativas con mayor prevalencia en psicólogos (fumador psicólogos 36,5% y psiquiatras 32,3%) y en el género femenino (fumador mujeres 36,5% y hombres 30,4%) (41). Los mismos autores repitieron la encuesta en 942 asistentes al congreso del 2009 (45), reportando que el 40,8% de quienes respondieron declararon la condición de fumador actual y el 31,3% declaró ser fumador diario y se mantuvieron las diferencias de prevalencia entre psicólogos y psiquiatras (Fumador actual Psicólogos 48,0% y Psiquiatras 39,1%), pudiendo explicarse la mayor prevalencia, en parte por una diferente composición de la muestra encuestada (41, 45). El consumo de tabaco promedio en los estudios referidos reportado fue de 14 cigarrillos por día por Minervini y col. (22), Videla y col de 16,5 cigarrillos por día (40) y Muller y col. (41) entre 14 y 15 cigarrillos por día en ambas encuestas. La dependencia al tabaquismo se evaluó con la pregunta del test de Fargeström (FNDT) que explora el tiempo que transcurre entre el despertar y el primer cigarrillo, y respondieron que fumaban antes de 30 minutos el 11 % de los fumadores encuestados en el estudio de Minervini y col. (22), el 12,7% de los fumadores reportados por Videla y col. (40) y el 17,3% y 16,9% en las encuestas de Muller y col realizadas en el 2005 (41) y 2009 (46). Un estudio realizado por los autores, con igual metodología y determinación de COexh entre estudiantes de medicina de 12 universidades (44), la prevalencia de fumador actual fue de 35, 2 % para la categoría de fumador actual y de 24,5% para fumadores diarios con un consumo medio de 11 cigarrillos por día y el 13,6% consume su primer cigarrillo en los primeros 30 minutos del día. Fue llamativo que la prevalencia de consumo en las universidades de gestión privada fue mayor que en las universidades públicas, pero entre estas últimas existieron variaciones de hasta dos veces en la prevalencia (44). En conclusión, en nuestro país la prevalencia de consumo entre médicos y estudiantes de medicina es tan elevada como en la población general (47, 48) con categorías que manifiestan elevada prevalencia, que requieren intervenciones concretas, y otras con menor consumo, que pueden actuar como promotores o actores de cambio. En nuestro país la prevalencia de consumo entre médicos y estudiantes de medicina es tan elevada como en la población general. EDITORIAL SCIENS // 15

Entre las especialidades que evidencian mayor prevalencia de consumo, se encuentran psicólogos, psiquiatras, cirujanos, anestesistas, obstetras y cuidados intensivos. Capacitación en tabaquismo y su tratamiento entre los médicos En un estudio donde se encuestó a médicos y pacientes ambulatorios en 1994, Ruiz (49) reporta incongruencias en las respuestas sobre la intervención sistemática en tabaquismo (médicos 84% y pacientes 20%). En los estudios arriba mencionados que también interrogaron sobre la intervención sistemática que ofrecían los médicos, Minervini y col. 73% (22) y Videla y col 78% (40) reportaron similares respuestas, sin embargo, en los reportes de APSA en 2009 de Müller y col. el ofrecimiento de intervenciones sistemáticas alcanzó sólo un 30,4% (46) y el 39,5% entre los residentes de pediatría (42). En todos ellos también se interrogó sobre la capacitación recibida, reportándose el 33% por Minervini y col. (22), 24,6 % por Videla y col. (40), por Muller y col en el 2005 el 38,4% (41) y en el 2009 el 43% (46) y finalmente el 40,6% entre los estudiantes de medicina (44) pero en todos los casos más del 90% expresaron interés en entrenamiento en tabaquismo, reconociendo que constituía un serio problema de salud y que también el humo de tabaco ambiental es dañino para la salud (22, 40, 42, 44). Otras dos preguntas exploraron el reconocimiento del programa de intervención breve (4 o 5A), que fue registrado por el 13% de los encuestados en APSA (41), el 8% (22) (40) de los médicos y solo el 1,5% (44) de los estudiantes de medicina y la efectividad de la terapia de reemplazo nicotínica que fue reconocida por menos del 20% de los médicos y estudiantes encuestados (22, 40, 44). Las principales barreras mencionadas fueron la falta de entrenamiento apropiado, que consumiría mucho tiempo en su consulta, que los pacientes no esperaban estas recomendaciones y desconocer donde derivar a sus pacientes fumadores (22). Todos los datos presentados evidencian una seria falencia en la educación y en el entrenamiento médico de grado y posgrado sobre el tabaquismo y su intervención, que reclama una acción inmediata con el fin de modificar este escenario (50, 51). Conductas de grupos e instituciones En los estudios mencionados se distinguen grupos de individuos que agrupados en especialidades evidencian mayor prevalencia de consumo, entre los que se mencionan psicólogos y psiquiatras (41), cirujanos, anestesistas, obstetras y cuidados intensivos(40), pero además, con mayor nivel de dependencia. Entre los estudiantes de medicina (44) se observa mayor consumo en algunas universidades, privadas sobre las públicas y algunas públicas sobre otras. En ambos grupos, las diferencias en prevalencia se mantienen para todas las categorías de consumo (alguna vez fumadores, fumadores actuales y diarios y ex-fumadores) y también al explorar entre los convivientes se observaron clusters de convivientes fumadores donde la madre y los hermanos fumadores se asociaban estadísticamente con el consumo de tabaco (40, 44). Por otro lado, y confirmando los hallazgos reportados por el estudio de Navas-Acien y col. (52), el consumo de tabaco en instituciones de salud y educativas de profesionales de salud se percibía como una conducta habitual, tolerada socialmente y reconocida en el momento de realizar las encuestas, a saber, sobre la prohibición efectiva de fumar en hospitales Minervini y col. (22) y Videla y col. (40) reportaron menos del 50% y en los ambientes educativos en hospitales y universidades lo reconoce el 46% de los estudiantes. Se observaron amplias diferencias en los reportes de diferentes instituciones (44) y además, elevaciones significativas de monóxido de carbono en aire ambiental como marcador del consumo de tabaco (53). Llamativamente, en instituciones de enseñanza privada donde se reportó mayor restricción se observaron las tasas de prevalencia más altas entre los estudiantes (44). Ruiz (49) y más tarde Muller y col. (41) reportan consumo de tabaco durante la atención a pacientes y en el estudio de Ferrero y col el 64% de los encuestados reconoce consumo de tabaco durante la actividad de guardia de pediatría y que el 38,9% de los residentes fumadores aumentó el consumo durante el periodo de entrenamiento en pediatría (42). Finalmente, en los estudios mencionados en los que se exploraron estas relaciones se evidencia que el consumo de tabaco influye negativamente en las actitudes de los médicos y estudiantes de medicina en relación a los conocimientos, las prácticas y las opiniones relacionadas al tabaquismo (22, 40, 44). Lo arriba citado sugiere determinantes que no responden a los estándares esperados en las instituciones de salud o de educación en salud en relación al serio problema de salud, como se lo reconoce al tabaquismo en la actualidad (4, 8, 20, 24). Conclusiones En Argentina, la prevalencia de tabaco entre médicos, agentes de salud y estudiantes de medicina ubica a nuestro país en la fase I descripta por Kunze. Existen grupos de profesionales que, aun cuando debieran liderar las intervenciones, debido a que el consumo de tabaco o sus consecuencias sobre la salud están dentro de su esfera de responsabilidad, manifiestan las mayores prevalencias de consumo y elevados niveles de adicción al tabaco. 16 // EDITORIAL SCIENS

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