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Psiquiatría 2

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Revista Latinoamericana de Psiquiatría.

Psiquiatría 1:2, junio 2008 Esquirol y la insinuación del positivismo en la Psiquiatría historia de la psiquiatría Dr. Fabián Allegro Médico. Especialista en Psiquiatría. Presidente de la Sociedad Argentina de Psicopatología de la Asociación Médica Argentina. Adjunto de la Cátedra Escuela Francesa II de la Facultad de Psicología, UBA. Jefe de Trabajos Prácticos de las materias Salud Mental y Psiquiatría de la Facultad de Medicina, UBA. Coautor del Código de Ética de la Asociación Médica Argentina. Se considera a Esquirol seguidor de Pinel. Sin duda, su marco metodológico y teórico está fundamentado en el mismo que Pinel propuso. Sin embargo, el tiempo de Esquirol es diferente. Si la labor de Pinel se desarrolló en el peor momento de la Revolución Francesa, la obra de Esquirol se sitúa en consonancia con el advenimiento de la época de la Restauración. Esquirol nació en 1772 en Toulouse, Francia y estudió con Pinel en la Salpetrière. En 1801 fundó una Maison de Santé. En 1805 hizo pública una tesis que tituló Des Passions. Considérées comme Causes, Symptômes et Moyens curatifs de l'Aliénation mentale, donde hace referencia a las pasiones como causa de la alienación. En 1817 comenzó a dar clases sobre “enfermedades mentales” en la Salpetrière. Realizó varios viajes para el estudio de las locuras y de las condiciones de vida en las que los enfermos se encontraban. Se considera que Esquirol ahondó en el estatuto científico de la clínica psiquiátrica, al profundizar en sus bases teóricas. Por un lado, describió los casos clínicos con una gran minuciosidad y, por otro lado, tomó los fenómenos que se presentaban y los ordenó metódicamente, tratando de encontrar sus causas y de formular las leyes que las conducen. En 1838 publicó el Traité des maladies mentales. La nosología de Esquirol sigue los lineamientos de Pinel pero evidencia un mayor desarrollo. Encontró en la idiotez causas congénitas y adquiridas, y describió diversos grados en las mismas. Consideró al idiotismo adquirido de Pinel como una demencia aguda. Dividió la demencia en una forma aguda, una forma senil y otra forma crónica. Hizo una descripción de la manía de Pinel pero apartó de ella una forma sin delirio. Por último, creó las monomanías, que afectan en forma parcial la mente pero dejan indemnes sus facultades, dentro de la cual integró las formas de manía sin delirio de Pinel y la melancolía. Esquirol hizo un uso riguroso del lenguaje, tanto es así que decidió llamar lipemania a la melancolía porque la referencia al término griego “lipe”, que quiere decir “pena”, le pareció más apropiado. Ese mismo cuidado que tenía Esquirol con el lenguaje, hace pensar que el hecho de utilizar con mayor frecuencia el término “enfermedad” en lugar del término “alienación” -como lo hacia Pinel- no se debe sólo a un modo de expresión, sino que señala una diferencia claramente conceptual con aquel: la locura debe ser considerada, exclusivamente, una en- fermedad que debe insertarse únicamente en el campo de la patología y de la Medicina. Entre las causas que Esquirol encontró para estas enfermedades se pueden ubicar las generales y las particulares, las primarias y las secundarias, físicas o morales, etcétera. No desatendió el contexto social, ni las condiciones histórico-sociales del enfermo, sino que las integró en relación con sus posibles causas. El temperamento, las costumbres, la situación política, las leyes o las situaciones próximas y particulares pueden determinar o influir en las locuras ya que el desarreglo pasional es uno de los factores que con mayor frecuencia las originan. La puntualización y el privilegio que Esquirol otorgó a determinados síntomas, como las ilusiones y las alucinaciones, que son deslindadas de ser simples fenómenos sensoriales, marcan también un cuestionamiento y, a su vez, una reconsideración teórica, que incluso escapa el campo propio de la Psiquiatría, de concepciones plenamente aceptadas en su época. Desde el punto de vista metodológico, se podría arriesgar que, en la obra de Esquirol, ya hay rastros de un positivismo en estado embrionario acorde con la mirada científica de la época. Su relación con Augusto Comte (que es considerado el padre del “positivismo”) termina siendo paradójica. Comte entiende que toda ciencia positiva debe fundarse en la precisión, la utilidad, la certidumbre y en la claridad de la evidencia que ofrece la realidad. Por ese motivo, la ciencia debe ser orientada exclusivamente bajo las premisas de la experiencia, no sólo para organizarse por el conocimiento de sus leyes sino incluso para fundar una jerarquía de las mismas. Esquirol asistió a sus cursos en 1826 pero, a la cuarta conferencia, Comte interrumpió abruptamente el mismo cuando sufrió un aparente estado depresivo e hizo un intento de suicidio. Comte terminó siendo asistido e internado en la Maison de Esquirol. Si había algún proyecto positivista en Esquirol (como se evidenciará en algunos de sus seguidores) éste queda apenas insinuado, quizá por falta de tiempo (Esquirol murió en 1840 cuando avanzaba el desarrollo del positivismo), o quizá por cierta incertidumbre que queda evidenciada alrededor de las posibles causas de la locura que, por un lado, las considera de origen somáticas y, por otro lado, de origen funcional, haciendo que mantenga cierta caracterización dual en relación a las mismas. Dr. Fabián Allegro EDITORIAL SCIENS // 15

Prof. Dra. Lía Ricón Prof. titular consulta del Departamento de Salud Mental, Universidad de Buenos Aires (UBA). Directora de Carrera de Médico Especialista en Psiquiatría, Sede INEBA, Universidad de Buenos Aires (UBA). Coordinadora de docencia de INEBA. Miembro Didacta de Asociación Psicoanalítica Argentina. Prof. titular de Salud Mental IV, Universidad Favaloro p s i c o i a t e r a p Los que se salen del surco Reflexión sobre los delirios a través de un recorrido histórico People who go berserk A Reflection on deliriums through a historical approach Resumen Este trabajo se propone un recorrido especial sobre el concepto de delirios y en parte la de enfermedad en general con el propósito de mostrar la exageración de las clasificaciones derivadas del positivismo y el riesgo de marginaciones y descalificaciones de personas porque sus características y pensamientos no se adecuan a lo establecido como “correcto” por el imaginario social. Las citas de filósofos, psiquiatras y psicoanalistas muestran cómo, entre aquellos que estuvieron en prolongado contacto con quienes “se salen del surco”, encontramos la idea de un continuo que no permite separaciones netas entre enfermedad y salud. Vuelve la necesidad de dar a los diagnósticos un lugar acotado, necesario y útil sólo cuando hay un procedimiento concreto que pueda aplicarse en relación con el diagnóstico formulado. La conclusión es que nos resulta útil, en este contexto, desconocer las diferencias tan estrictamente propuestas por las clasificaciones y poder atravesarlas reconociendo las características de los individuos que van más allá de los diagnósticos propuestos por la clínica psiquiátrica. También está en relación con este grupo de ideas la utilidad de los diagnósticos dimensionales, comparados con los categoriales. Abstract This article provides a special approach to the concept of deliriums and the disease in general, in order to depict the exaggeration found in classifications derived from positivism, as well as the risk of marginalizing and disapproving people whose characteristics and way of thinking do not adjust to what is considered “correct” by the popular imagery. Quotations from Philosophers, Psychiatrists and Psychologists demonstrate that, among those who have had a steady relationship with “people who go berserk”, there is a continuum whereby it is not possible to clearly differentiate between disease and health. Once again, the need arises to attach limited relevance to diagnoses, which only become useful and necessary when there is a concrete procedure that may be applied in relation to the established diagnosis. The conclusion of this article is that, in this context, it is useful for us to dismiss the differences so strictly imposed by positivistic classifications and acknowledge individuals’ characteristics beyond the diagnoses proposed by clinical Psychiatry. In relation to this, we may also mention the usefulness of dimensional diagnoses in comparison with categorical ones. 16 // EDITORIAL SCIENS

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