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Psiquiatría 21

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Revista Latinoamericana de Psiquiatría.

“(…) En nombre del

“(…) En nombre del orden, una agitación salvaje y vacía de contenido; en nombre de la renovación, la más solemne predica a favor del orden; pasiones sin verdad, verdades sin pasión, héroes sin heroísmo, historia sin acontecimientos.” Karl Marx – 1852 El 18 Brumario de Luis Bonaparte Introducción La medicina es, ante todo, una ciencia humanística, primun non nocere llega como ecos desde nuestros primeros maestros; los medios masivos son parte de nuestro diario vivir; parafraseando a Derrida podríamos llamarlos nuestros “espectros”. El espectro, como su propio nombre lo indica, es la frecuencia de cierta visibilidad pero la visibilidad de lo invisible; y éste por su misma esencia, no se ve. Es también entre cosas, aquello que uno imagina, que cree ver y que proyecta en una pantalla imaginaria, allí donde no hay nada que ver… ni siquiera la pantalla. A veces, en el fondo, se la vislumbra como una estructura de aparición desapareciendo… el espectro primero “nos ve” sobre todo porque éste es acontecimiento… y ¿por qué no pensar así a los medios masivos de comunicación? No es el objetivo derivar en una diatriba sobre si son “buenos o malos”. Los medios pueden hacer muchas veces de portavoz de las dificultades que atraviesan distintos sectores sociales, como potencializadores y acortando las distancias entre nosotros y los otros; pero también puede de la misma manera adoctrinar, imponer, distorsionar y uniformar. Múltiples razones son las que se ínterimplican en el desarrollo de una estrategia compleja, como la demanda esta temática que constantemente hay que reevaluar activamente, y ese es nuestro horizonte. ¿Turistas de la desolación? Formamos parte de acontecimientos y estamos rodeados, casi “tetanizados” por ellos, ahora bien, ¿cómo no transformarnos en un mundo espectral? Estamos inmersos en un mundo desgastado, pero en el que este mismo desgaste no cuenta. Lo que viene le ocurre al tiempo, pero no ocurre a tiempo. “Contra tiempo” diría Derrida. Este desgaste en el crecimiento mismo no es la resultante de un proceso normal, normativo o normado, no es una crisis más, no es ya el fin de la ideología, una última cri- 26 // EDITORIAL SCIENS

Psiquiatría 6:21, Marzo 2013 sis del marxismo o una nueva crisis del capitalismo. El espacio público; el nuestro, el de ellos esta trastocado por los aparatos tecno-tele-mediáticos y por nuevos ritmos en la comunicación y la información; por sus dispositivos y por su celeridad. Se genera así una nueva estructura del acontecimiento y la espectralidad que ellos mismos producen, esta transformación no afecta solo a los “hechos” sino al concepto de tales “hechos”, entonces la “lógica” posmoderna, desprovista de grandes proyectos, anula el futuro y reduce la vida a una suma de “hechos” pequeños. El historiador Johan Huizinga describía cómo en la edad media algunas pinturas de Brueghel, el viejo, a través de las grandes comilonas no reflejaban sino la gran fantasía de las masas campesinas hambrientas… los medios masivos, ¿se han transformado en nuevos depositarios de fantasías de lo que muchos desean? Ya en nuestro siglo Félix Dzerzhinsky decía en pleno surgimiento de la URSS: “los occidentales toman sus deseos por realidad; ¡vamos a darles lo que desean!” La negligencia ante el futuro asume la figura atrayente de pasión por el presente refiere el filósofo Martín Hopenhayn en su libro Ni apocalípticos ni integrados. Hay una constante tendencia a confundir lo contingente como lo trascendente. Valores y desvalores entretejen un todo vale, un “todo es igual, nada es mejor” como Discépolo apuntaría en su “Cambalache”... el nuestro. No es una postura fatalista, pero es una realidad de la que formamos parte y de la que forman parte los alumnos que llegan a medicina. ¿Qué entendemos entonces por una cultura mass mediática posmoderna? Resuena esta pregunta como ecos, ecos de una anomia del mundo. “¿Afuera es siempre adentro (Le Corbusier), o adentro es siempre afuera?” Anteriormente hacia referencia a “turistas de la desolación”, pensándonos como aquellos albaneses que llegan a la costa del Mezzogiorno asediados por los derramamientos de sangre por un lado y publicidades sobre alimento de gato, por otro; mencionaban que atraídos por esas publicidades, al ver que le daban de comer en bandeja de plata a los felinos, entonces muchos de ellos decidían arriesgarse a inmigrar ilegalmente. Es algo de esto con lo que nos enfrentamos diariamente y aún más en tanto lo que recibimos como información científica para luego implementar terapéuticas para ayudar a nuestros pacientes. Es nuestra tarea discriminar sus discursos. Paul Virilio en su libro El Arte del motor, hace un concienzudo análisis al respecto: ¿cómo llegaría a este punto?: Los medios pasaron como el resto de la producción masiva, de lo necesario a lo superfluo, al atolladero de la desregulación y de luchas intestinas feroces mientras desarrolla poder de denunciar, exhibir, mostrarse. O justamente, no es tanto ese el problema como en las condiciones que están de borrar, ocultar y omitir; que constituye lo nodal de su poder. Estamos ante una multiplicación anárquica de medios, la “popularización de zapping” y frente a la caída de los antiguos límites geopolíticos de nuestro campo de visión. (…) Esas almas que ya no tienen ojos sino fosas oculares con las cuales escrutan, abren, conquistan; la visión perdida por falta de la mirada indiscreta (…), ya en 1922 escribía Kafka. Hagamos historia, en su origen la mediatización era lo contrario de comunicación. Significaba, hasta el siglo XX, literalmente ser privado de los derechos inmediatos (ejemplo de ello: Napoleón I). Con el transcurso del tiempo y luego del segundo conflicto mundial armado, comienza la era de “satelización” en la URSS y en donde las campañas militares se basaban en la velocidad y la sorpresa, y así se fue dando relevancia como a que velocidad se muestra su imagen. Nuestra capacidad de comunicarnos “ser en el mundo” va mutando. La primera capacidad de adaptación al mundo en movimiento que nos rodea nos haría en otro momentos aptos para diferenciar entre nuestro medio ambiente inmediato y las representaciones que nos hacemos de él. La segunda capacidad de distinguir entre lo que creemos real, y por lo tanto, verdadero y lo que otra persona puede tomar como real y verdadero y gracias al lenguaje (visual, gestual, gráfico, etcétera) ponernos en el lugar de ésta otra persona. Esto se transformó y dejó de dar vida al relieve social de lo real. La visión militar pasa a la económica “derrotar a un adversario es menos capturarlo que cautivarlo”. Llegamos a la mediatización mundial. En este punto juega un rol fundamental la publicidad en el más amplio de los sentidos pero no dejamos de considerar que ella se sirve de la industria, tanto de productos farmacéuticos como de productos del conocimiento a otros niveles más sutiles, la economía del futuro exige administrar el conocimiento. Cada uno de nosotros estaríamos en promedio sometidos a más de mil quinientas manifestaciones publicitarias por día en forma ostensible, disfrazada o subliminal. La marca se apoya en un marketing de valores que faltan en las instituciones (1992 Anne Magnien Coproductora de Culture-Pub), lle- Hay una constante tendencia a confundir lo contingente como lo trascendente. EDITORIAL SCIENS // 27

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