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Psiquiatría 33 - C Cárdenas Delgado

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Agresores sexuales - Dr. Christian L. Cárdenas Delgado.

Psiquiatría33 | Noviembre 2017 señala que el anglicismo proviene del vocablo groom, que alude a la preparación o acicalamiento de algo, aunque en el ámbito de la pedofilia suele asociarse a toda acción que tenga por objetivo minar o socavar moral o psicológicamente a un niño, con el fin de conseguir su control emocional para un posterior abuso sexual. Respecto a su modus operandi, es una figura de “acoso progresivo” que se verifica en etapas o períodos. Sus características podrían ser resumidas de la siguiente forma: (a) las conductas de childgrooming tienen como sujeto pasivo un menor de edad; (b) progresivamente el acercamiento se transforma en acoso intimidatorio; (c) se utilizan redes informáticas o telemáticas; (d) las conductas tienen contenido sexual, sea porque se busque obtener material pornográfico o bien porque se pretenda realizar un abuso sexual físico; (e) usualmente el agresor recurre a falsear su edad o identidad (17). TABLA1. Terminología legal (15) ABUSO VIOLENCIA ACOSO Aprovechamiento, instrumentalizando a la víctima a los efectos de un trato sexual que no se hubiera producido en condiciones normales Fuerza física o medios de acción material, que actúan sobre el cuerpo de la otra persona o se proyectan hacia ella. Quedan equiparados el uso de hipnóticos o narcóticos (Art. 78 del Cód. Penal) Solicitud o requerimiento de favores de naturaleza sexual, prevaliéndose el autor de una situación de superioridad y anunciándole a la víctima males relacionados con sus legítimas expectativas en el ámbito relacional, funcional o de trabajo que la une al agente, si no accede a sus pretensiones sexuales. No fue tipificado como delito autónomo en nuestro ordenamiento penal. TIPOLOGÍA DE LOS AGRESORES SEXUALES Los agresores sexuales constituyen un colectivo heterogéneo que trasciende barreras socioeconómicas, educacionales, raciales y religiosas. Las conceptualizaciones tipológicas se desarrollaron para ofrecer un modelo teórico que permita encuadrar los datos clínicos, sin embargo, realizar esa síntesis en categorías discretas no siempre resulta en un recurso que permita predecir variables de trascendencia clínico-terapéutica. Los modelos clasificatorios varían en función de diferentes factores, como las variables empleadas, la metodología y los objetivos buscados. Los modelos tipológicos más básicos clasifican a los agresores sexuales en adultos versus juveniles, agresores masculinos versus femeninos, violadores versus acosadores infantiles (child molesters), agresores intrafamiliares versus extrafamiliares, online versus offline (18). La clasificación de Knight y Prentky (1990) consiste en un programa taxonómico desarrollado en el Massachussets Treatment Center, como una respuesta frente al creciente reconocimiento de la heterogeneidad de los agresores sexuales. La estructura taxonómica se basa en el concepto de que diferentes tipos de agresores sexuales se caracterizan por tipos específicos de modus operandi delictivos, y que la identificación de los patrones motivacionales aportaría un perfil hipotético para un abordaje más preciso. Existen cuatro motivaciones relacionadas a patrones conductuales estables que distinguen grupos particulares de agresores: oportunidad, enojo generalizado, gratificación sexual y venganza. El agresor oportunista realiza asaltos sexuales predatorios de modo impulsivo, no planificado, guiado por factores situacionales y contextuales. El agresor con enojo generalizado despliega violencia durante el acto causando lesiones a la víctima aunque no oponga resistencia. Tiene antecedentes de conductas antisociales agresivas, entre las que la violación es una forma más de expresión. El violador vindicativo se caracteriza por el enfado misógino e intenta humillar y denigrar a sus víctimas durante el ataque. El denominador común del tipo sexual consiste en la preocupación sexual sostenida. El subtipo sádico se caracteriza por la relación sinérgica entre el sexo y la agresividad – donde su fusión puede tergiversar la preocupación sexual, mientras que las formas no sádicas pueden presentar necesidades de dominación y/o sentimientos de inadecuación (19). A su vez, se describen dimensiones conductuales que permiten discriminar subtipos: (a) conducta antisocial juvenil y adulta, (b) competencia social, (c) agresión expresiva en el crimen, (d) planificación de la ofensa, (e) enojo generalizado, (f) sadismo, (g) sexualización y (h) hostilidad hacia la mujer (19). Groth (1979) desarrolló una tipología de violadores basada en el grado de agresión, la motivación subyacente y la existencia de otras conductas antisociales. El deseo sexual no es el principal objetivo de los violadores por poder, sino la dominación, el control, el poder y la aserción de la masculinidad. El agresor sexual por reaseguro de poder busca la dominación de la víctima. No desea lesionarla, sino poseerla sexualmente. La violencia ejercida es la suficiente para lograr la compliance de la víctima o para completar el acto sexual. Utilizan la sexualidad para compensar sentimientos de inadecuación y pobres habilidades sociales. Pasan un período de tiempo corto con sus víctimas debido a su falta de confianza para interactuar en forma sostenida. Debido a que emplean el menor monto de fuerza física también se lo describe como el “violador caballero” (gentleman rapist). El agresor por poder asertivo es antisocial, impulsivo y utiliza métodos agresivos de control. Está motivado por el deseo de explotar a sus víctimas para su satisfacción psicológica. Intenta reasegurar su virilidad sofocando cualquier miedo interno sobre su masculinidad. Los violadores por odio cometen agresiones sexuales para expresar odio y desquite o represalias. La satisfacción proviene de la expresión de rabia, no de la gratificación sexual. Buscan humillar y degradar a la víctima, los ataques son súbitos, no planificados. Los agresores por odio-represalia emplean formas degradantes de abusar sexualmente de la víctima, como la sodomía o la fellatio, incluso orinan, se masturban o eyaculan sobre la víctima. Conciben al sexo como un acto de agresión “sucio” y usan el ataque sexual como un medio para humillar y ultrajar a la víctima. El violador por odio-excitación o violador sádico se excita sexualmente con el sufrimiento y el dolor que infringe. Planifica sus ataques con precisión y sus víctimas suelen ser extraños. El placer es alcanzado a través del bondage, la tortura y conductas rituales, como forzar a la víctima a comportarse de determinada manera o a través de la mutilación de una región corporal específica. Sus ataques pueden resultar en un homicidio sexual (20,21). Las clasificaciones tradicionales se basan en la noción de que los agresores sexuales se especializan en determinados tipos de víctimas o delitos, lo que presupone que los delitos serían 12 | EDITORIAL SCIENS

Psiquiatría33 | Noviembre 2017 cometidos por individuos afectos de una patología infrecuente e identificable y su abordaje legal, criminológico y asistencial debería ser distinto (22). Las categorizaciones comunes sobre la base de las características de la víctima (violador, pedófilo, acosador infantil) y en la relación del agresor sexual con ella se basan en la idea de que la elección es relativamente estable. Sin embargo, existe evidencia de que un porcentaje significativo de agresores sexuales puede modificar el tipo de víctima en cuanto a su edad, género y tipo de relación (23, 24, 25) fenómeno conocido como crossover. La inconsistencia en la selección de víctimas sugiere que la agresión sexual es un fenómeno dinámico donde los factores situacionales juegan un rol significativo (26). El polimorfismo etario es más común que el polimorfismo de género o de relación, se reportaron tasas de hasta el 70% (25). El género de la víctima y su relación con el agresor tienden a mantenerse más estables. Debe destacarse que los agresores con víctimas más jóvenes (de 6 años o menores) tienen 3 veces más probabilidades de tener víctimas de ambos sexos, lo que podría explicarse parcialmente por la pedofilia, toda vez que los pedófilos tienden a desarrollar un interés sexual más indiferenciado en relación al género (27). El agresor sexual polimórfico tiende a la recidiva. Con respecto a la asignación de un nivel de riesgo determinado se considera que los fenómenos de crossover de género, el polimorfismo etario en la selección de víctimas y los agresores extrafamiliares -crossover de relación con la víctima- se asocian con mayor tasa de recidivas sexuales (28, 29, 30). PEDOFILIA Es prioritario examinar el rol de la morbilidad psiquiátrica en la psicogénesis de la conducta agresiva, toda vez que puede servir para dirigir, exacerbar o bien disimular/enmascarar una conducta sexual desviada (31). La patología psiquiátrica puede desarrollar un papel causal o contribuir significativamente a la dinámica comisiva del delito. En otros casos si bien puede tener un rol marginal en la ofensa sexual, puede representar un obstáculo para el tratamiento. En todos los casos hay que considerar su papel en el tratamiento y en el manejo del riesgo (32). El origen del término parafilia para describir intereses sexuales atípicos puede atribuirse a Friedrich Salomon Krauss (1859-1938), quien definió a las parafilias como intereses eróticos invertidos. Durante el siglo pasado los sexólogos lo emplearon para reemplazar al término perversión, muy utilizado por los clínicos del momento (33). Entre 1930 y 1960 la psiquiatría forense desarrolló interés en la búsqueda de conceptos psicológicos para explicar conductas de asalto sexual. A pesar del interés creciente del ámbito forense en la comprensión de las condiciones y el curso de los trastornos parafílicos, su etiología permanece desconocida y la investigación epidemiológica en la población general es escasa (34). Las parafilias descritas son innumerables, y el debate sobre su precisión técnica sigue vigente (33). El manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales describe un conjunto de trastornos parafílicos donde el malestar clínico es causado por deseos irrefrenables, fantasías y conductas dirigidas hacia objetos inanimados o un interés específico por partes del cuerpo no genitales (fetichismo), niños prepúberes (pedofilia) o actividades (exhibicionismo, voyeurismo, frotteurismo, masoquismo, sadismo y travestismo) (35). TABLA 2. Pedofilia Durante un período de al menos seis meses, excitación sexual intensa y recurrente derivada de fantasías, deseos sexuales irrefrenables o comportamientos que implican actividad sexual con uno o más niños prepúberes (generalmente menores de 13 años). El individuo ha cumplido estos deseos sexuales irrefrenables, o los deseos irrefrenables o fantasías sexuales causan malestar importante o problemas interpersonales. El individuo tiene al menos 16 años y es al menos 5 años mayor que el niño/niños del criterio A. Nota: no incluir a un individuo al final de la adolescencia que mantiene una relación sexual continua con otro individuo de 12 o 13 años. Especificar si: Tipo exclusivo (atracción exclusiva por los niños) Tipo no exclusivo Especificar si: Atracción sexual por el sexo masculino Atracción sexual por el sexo femenino Atracción sexual por ambos sexos Especificar si: Limitado al incesto No todo parafílico entra en conflicto necesariamente con la ley penal. La pedofilia puede definirse como la atracción sexual dirigida hacia niños prepúberes (36). Los datos epidemiológicos son difíciles de establecer debido a la reticencia para admitir intereses pedófilos, en particular cuando tuvo lugar un delito sexual. La prevalencia de una verdadera preferencia sexual pedofílica es del 1%, pero cuando se investigan fantasías generales puede alcanzar el 5% entre los hombres de la población general. A pesar de que la pedofilia se asocia clásicamente al sexo masculino, un estudio realizado en agresoras sexuales muestran antecedentes penales por abuso sexual infantil hasta en un 77% de los casos. En la mayoría de los casos el abuso sexual infantil se cometió en colaboración con su pareja masculina (37). Los criterios del DSM-5 para la pedofilia tienen limitaciones. Por ejemplo, no se ha propuesto ninguna categoría diagnóstica para los individuos con preferencia sexual por adolescentes púberes (hebefilia). Además, se trata de la única parafilia para la que no existen los especificadores “en un entorno controlado” ni “en remisión total” (34). Se presentan altas tasas de comorbilidad psiquiátrica en forma consistente en individuos pedófilos. Entre pedófilos bajo tratamiento ambulatorio o residencial dos terceras partes tenían antecedentes de trastornos afectivos y de ansiedad, el 60% tenía antecedentes de abuso de sustancias, de los cuales tenían como droga de elección al alcohol, y el 60% cumplía criterios para un trastorno de la personalidad, de los cuales los más comunes fueron el trastorno obsesivo compulsivo (25%), antisocial (22.5%), narcisista (20%) y evitativo (20%) (38, 39). Otro estudio encontró un 61.1% de trastornos de la personalidad, de los cuales el trastorno límite (22%) y el trastorno evitativo (33%) fueron los más comunes (40). EDITORIAL SCIENS | 13

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