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Psiquiatría 9

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Revista Latinoamericana de Psiquiatría.

Psiquiatría 3:9, Marzo 2010 “Podría ser, que la cosa pensante sea lo que está por debajo de la mente, la razón o el entendimiento como su sustrato, y que entonces sea algo corpóreo. El Sr. Descartes asume sin prueba que no es corpórea. Y sin embargo la conclusión que parece querer establecer depende de esta inferencia” 12 . ¿Individual o intersubjetivo? Alternativas idealistas Objeciones de otro tipo surgieron más tarde en el seno de otra escuela filosófica, conocida habitualmente como idealismo alemán. Iniciada por Immanuel Kant, esta corriente atacaba, no tanto la inmaterialidad del yo cartesiano, como su individualidad. Oponía Kant un “yo trascendental” −universal y transpersonal− al “yo empírico” que aparece en cada uno de nosotros en cada caso, y no sería más que un fenómeno, una representación individual, delegada respecto de esa realidad más general y colectiva. Y el más célebre de sus continuadores, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, llevaría hasta el límite esa tendencia a “colectivizar” el yo a través de una Fenomenología del Espíritu que concluiría: “Vendrá para la conciencia la experiencia de lo que el espíritu es, esta sustancia absoluta que, en la perfecta libertad e independencia de su contraposición, es decir, de distintas conciencias de sí que son para sí, es la unidad de las mismas: el yo es nosotros y el nosotros el yo” 13 . ¿Libre o determinado? Alternativas irracionalistas Y todavía una tercera serie de cuestionamientos al concepto del yo producido por Descartes, surgiría entre autores más recientes, de tendencia irracionalista, encabezados por Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche. Para estos, el problema del yo no sería tanto el de su incorporalidad o el de su individualidad, como el de su autonomía y preeminencia. Así se expresa Nietzsche en uno de los fragmentos de Mas allá del bien y del mal: “No me cansaré nunca de poner en relieve un hecho que estos espíritus supersticiosos confiesan de mala gana; quiero decir que un pensamiento viene cuando quiere, no cuando quiero; de tal manera que sería falsear la verdad del hecho asegurar que el sujeto es la condición del predicado . ; pero que este deba ser el famoso antiguo , no es más que una suposición, una afirmación gratuita, todo menos una ” 14 . Cada una de estas grandes alternativas al modelo originario sugerido por Descartes, puede entenderse como un esfuerzo por “abrir” el yo: ya hacia el cuerpo y la materia, como en el caso del empirismo inglés; ya en dirección a la colectividad o a la intersubjetividad en el idealismo alemán; ya finalmente, a partir del irracionalismo en el sentido de fuerzas todavía inmateriales y singulares, pero ajenas tanto al , como a la conciencia, la razón y la autodeterminación. En paralelo a estas disputas filosóficas entre concepciones más cerradas y concepciones más abiertas, en una u otra dirección; y en paralelo también a las disputas psicológicas o psicoanalíticas mencionadas antes, entre concepciones más concretas y más abstractas, más complacientes o más criticas, con respecto al problema del Yo; cabría mencionar una tercera serie de disputas, cuyas consecuencias afectan incluso al sentido común: toda referencia al Yo supone la consideración de algo que permanece y, al mismo tiempo, la consideración de algo que cambia. Sería ilícito pensar un Yo en el terreno de la pura variación y la pura alteridad, pero no sería menos ilícito pensarlo allí donde solo hubiera fijación e identidad. Y acaso en esta antinomia, la más general, entre lo que permanece y lo que varía, esté la clave para pensar las demás. Una hipótesis para concluir Como hipótesis podría aventurarse que todos estos vectores contrapuestos: Concreto-abstracto, imaginario-real, espiritualmaterial, individual-colectivo, sujeto-sujetado, cerrado-abierto, se afirman al mismo tiempo en un juego que mejor sería llamar de yuxtaposición y no de contraposición, en el que no hay una dirección que tenga sentido sin las otras, y del que por lo tanto ninguna debe ser excluida. En su célebre “Antiedipo”, el filósofo Gilles Deleuze y el psicoanalista Félix Guattari afirmaron: “…todo funciona al mismo tiempo, pero en los hiatos y las rupturas, las averias y los fallos, las intermitencias y los cortocircuitos, las distancias y las parcelaciones, en una suma que nunca reúne sus partes en un todo. (…) los cortes son productivos, e incluso son reuniones. Las disyunciones, en tanto que disyunciones, son inclusivas” 15 . En ese operador conceptual de la “disyunción inclusiva” que mantiene la precisión y el rigor de las distinciones, pero sin excluir, sin descartar nada de lo distinto, se encuentre tal vez un interés de todo este recorrido para las psicoterapias. No se trata aquí, como es obvio, de una acumulación enciclopédica o academicista de diversas perspectivas psicoanalíticas y filosóficas en torno al yo. La motivación es práctica, pragmática e incluso clínica: abandonar cualquiera de estas direcciones abiertas a la investigación, sería abandonar el territorio en el que podría estar la solución para nuestro próximo problema. Lo que está en juego es el riesgo clínico, terapéutico, de excluir un punto de vista que pueda eventualmente aliviar un sufrimiento. Y conjurar ese riesgo implica mantener abierta la problemática del yo. Una intervención del psicoanalista Luis Hornstein 16 , aunque acotada a un contexto más específico, marca el camino que proponemos recorrer: 12. Hobbes, T. Objeciones en René Descartes. Meditaciones Metafísicas. Porrúa, México, 1997, pág. 112. 13. Hegel, G. W. F. Fenomenología del Espíritu. Fondo de Cultura Económica, México, 1988, pág. 113. 14. Nietzsche, F. Mas allá del Bien y del Mal. Libso, Madrid, 2001, pág. 34. 15. Deleuze, G. y Guattari, F. El Anti Edipo. Paidós, Barcelona, 1995, pág. 47. 16. Es el propio Hornstein quien −inspirado acaso por la idea de una “caja de herramientas” teórica sugerida en su momento por Michel Foucault− resume el interés práctico y clínico de las concepciones que antes destacábamos al hablar de otros tantos “conceptos-herramienta”. EDITORIAL SCIENS // 9

Dr. Diego Minck Planner “La oposición entre un yo-función propenso al adaptacionismo y un yo-representación condenado al desconocimiento es una falsa opción. Cómoda porque nos exime de construir una metapsicología del yo que dé cuenta de la duplicidad. Falsa porque esa duplicidad precisamente lo constituye. El que se enfrenten diversas concepciones del yo indica que una problemática freudiana no ha sido resuelta” 17 . Lo mismo es cierto de cualquiera de las oposiciones que hasta aquí hemos reseñado, y de otras que aún se nos escapan: Son cómodas, porque cualquiera sea la opción que en ellas prefiramos nos veremos eximidos de dar cuenta de la duplicidad, o mejor, de la multiplicidad que obturan. Pero son falsas −práctica, antes que teóricamente− porque reducen el campo de las intervenciones posibles, y ocultan el carácter afortunadamente irresoluble de una problemática que es, apenas en un sentido propiamente freudiana, y sobre todo humana, genérica, global. De esta lógica que incluye, sin por ello confundir o dejar de distinguir diferentes perspectivas, hay que decir que aunque recibe ahora y en los autores que recién citamos (Deleuze, Guattari, Hornstein) una teorizacion explícita, ha estado durante mucho tiempo implícita en la práctica, más o menos intuitiva, de muchos clínicos que no llegaron a teorizarla. Lo que, a partir de todo esto, puede señalarse como “nuevo bajo el sol”, no es una u otra manera de concebir el yo, sino una nueva manera de actuar que deja de lado la necesidad de pensar de una manera o de otra; y supone empezar a pensar de una y de otra manera. En función de un compromiso, no ya con la dilucidación de una supuesta verdad científica o psicológica, sino con la apertura a un vínculo terapéutico, donde las intervenciones no son en gran parte deducidas de una teoría, sino de la elucidación de lo que pueda resultar más eficaz desde el punto de vista de la psicoterapia o la reparación emocional. Por presentes que el terapeuta tenga sus mapas, le es imposible, indeseable incluso, controlar todo lo que está actuando en un vínculo, y lo que podría finalmente pero no linealmente producir en el paciente un apropiamiento de su potencia. ¿Qué hay de nuevo entonces? Cuando menos, esperamos, un intento de abrir la teoría, de hacer inclusivo al pensamiento. Y no porque sí, sino para que en la práctica el terapeuta mantenga una actitud análogamente abierta, permeable. Para que pueda estar en contacto consigo mismo, con los pacientes, y con la complejidad de ese vínculo que entre ellos se establece, aun cuando esta echando manos a sus herramientas más técnicas. Y para que, más allá de los diagnósticos, las asimetrías, y las preconcepciones que conlleva, cada encuentro terapéutico, en su devenir, pudiera incluir lo inesperado. En los términos de un viejo proverbio árabe que reza: “el ego va en busca de lana y vuelve esquilado”. O como lo menciona en otro contexto Lía Ricón parafraseando a Heráclito de Efeso: “Buscar lo que se quiere encontrar impide ver lo que es totalmente nuevo” 18 . Bibliografía - Deleuze, G. y Guattari, F. El Anti Edipo. Paidós, Barcelona, 1995. - Descartes, R. Meditaciones Metafísicas. Porrúa, México, 1997. - Freud, S. “El Yo y el Ello”, en Obras Completas XIX. Amorrortu, Buenos Aires, 1999. Guntrip, H. S. Schizoid Phenomena, Object Relations and the Self. Internacional Universities Press, New York, 1968. - Hegel, G. W. F. Fenomenología del Espíritu. Fondo de Cultura Económica, México, 1988. - Hobbes, T. “Objeciones” en René Descartes. Meditaciones Metafísicas. Porrúa, México, 1997. Hornstein, L. Narcisismo. Paidós, Barcelona, 2001. - Kohut, H. Análisis del Self. Amorrortu, Buenos Aires, 2001. - Lacan, J. “La Dirección de la Cura y los Principios de su Poder”, en Escritos II. Siglo XXI, Buenos Aires, 2008. - Nietzsche, F. Mas allá del Bien y del Mal. Libso, Madrid, 2001. - Ricón L. Psicoterapias pensadas a partir de lo posible. Polemos. Buenos Aires, 2005. - Ricón, L. ¿Podrían volver las diosas? Akadia, Buenos Aires, 2007. - Sartre, J. P. El Ser y la Nada. Aguilar, Madrid, 1993. 17. Hornstein, L. Narcisismo. Paidós, Barcelona, 2001, pág. 153. 18. El XVIII fragmento atribuido al filósofo presocrático reza: “Si no se espera lo inesperado no se lo hallará, porque lo inesperado es arduo y difícil”. 10 // EDITORIAL SCIENS

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