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100 - Laura Sarubbo - Octubre 2016

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Efectos del consumo de marihuana en la adolescencia: su impacto en el sistema nervioso central

Dra.

Dra. Laura Sarubbo FIGURA 5 Modificado de P. Lorenzo & cols. Impacto del cannabis en el SNC El sistema endocannabinoide a nivel cerebral participa en la regulación de la actividad motora del aprendizaje, de la memoria y de la nocicepción, por lo que puede decirse que interviene en procesos de modulación fisiológica tanto en el cerebro (sobre todo durante su desarrollo), como en el sistema inmune, en el endócrino y a nivel del metabolismo energético. Puede influir en la expresión genética de genes clave para el desarrollo neuronal. Estos han sido detectados en el cerebro durante períodos tempranos del neurodesarrollo, por lo que se supone que parte de su función específica es ejercida durante este período. Los receptores cannabinoides adquieren su nivel máximo durante la adolescencia disminuyendo progresivamente en el adulto, por lo que es probable que el consumo de cannabinoides en esta etapa de la vida pueda inducir efectos duraderos. Durante las fases más tempranas del desarrollo el sistema endocannabinoide intervienen en los procesos de proliferación, diferenciación de células progenitoras, migración de células nerviosas, guías axonales y posicionamiento de interneuronas corticales. La exposición intrauterina de delta-9-THC impide el posicionamiento de interneuronas a nivel cortical y aumenta la densidad de interneuronas GABAérgicas en el hipocampo. La anandamida (AEA) regula la migración de las interneuronas corticales, pero su exposición en forma prolongada altera la diferenciación inducida por el BDNF en estas células (Piomelli et al., 1998), por lo que se deduce de lo antedicho, que el sistema endocannabinoide es fundamental en el neurodesarrollo durante la gestación. En la infancia hay una importante proliferación de células y de sus conexiones, pero es durante la adolescencia el momento en el que se produce la maduración del sistema límbico, el hipocampo, y finalmente la corteza prefrontal (CPF). Se realizan cambios en la distribución de los receptores, poda sináptica, mielinización, crecimiento volumétrico y aumentan los niveles de sustancias neurotróficas. Los receptores CB1 se incrementan en hipocampo y estriado (Mato et al,. 2003) mientras que, en CPF durante la adolescencia temprana y media, se produce una reducción de estos receptores aumentando en la adolescencia tardía. Se ha informado de un pico en la producción de AEA en el núcleo accumbens a mediados de la adolescencia. Por otro lado, se ha visto una disminución muy importante del 2-AG en el núcleo accumbens y en la CPF en la adolescencia media que se recupera en etapas más tardías. Indudablemente el sistema endocannabinoide es un factor determinante en la maduración del cerebro adulto. Modelos animales mostraron que la exposición a agonistas cannabinoides en edades tempranas llevarán a déficit en la working memory, disminución de las conductas sociales, aumento de la actividad locomotora y alteraciones sensoriales (Goncalvez. M. 2014). En individuos vulnerables donde se ha asociado el uso de cannabis con situaciones traumáticas en la niñez, la asociación de estos dos factores incrementa el riesgo de inducir sintomatología psicótica más que cada uno por separado. En algunos individuos es mayor el impacto desde lo cognitivo, mientras que en otros aparecen claros síntomas de enfermedades psiquiátricas como son los trastornos de ansiedad, trastornos depresivos y psicóticos con especial atención a la aparición de esquizofrenia, cuyo riesgo aumenta al doble en los individuos con consumo (Arseneault et al., 2004). 26 // EDITORIAL SCIENS

Psicofarmacología 16:100, Octubre 2016 Los síntomas psicóticos de tipo esquizofrénicos que se observaron no son solo síntomas positivos (alucinaciones, delirio) si no también síntomas negativos (falta de iniciativa, retracción social, aplanamiento afectivo), así como alteraciones cognitivas (memoria, atención) y de las funciones ejecutivas. Estos síntomas pueden permanecer desde pocos minutos hasta horas y semanas en individuos sin antecedentes previos (D´Souza et al., 2009). Un estudio finlandés realizado por Miettunen, Törmänen, Murray, Jones, Mäki et al. (2008) mostró que aquellos individuos que habían usado cannabis entre los 15 y los 16 años tenían más probabilidad de presentar tres o más síntomas prodrómicos de psicosis, lo que estaba en relación directa con la dosis consumida. La exposición repetida al cannabis en adolescentes no psicóticos estaba asociada con disfunción ejecutiva y de la atención, similares a las observadas en los adultos jóvenes con diagnóstico reciente de esquizofrenia temprana. Aquellos individuos portadores de una esquizofrenia que eran consumidores de cannabis mostraron una reducción de la eficiencia de la función ejecutiva en relación con los adolescentes que solo tenían diagnóstico de esquizofrenia temprana. Esto estaría relacionado con una menor área de la superficie del córtex cingulado anterior derecho del núcleo caudado, y estas alteraciones podrían tener un rol en las dificultades para la autorregulación y la predisposición al mal uso de sustancias. Un estudio español de Mata, Perez-Iglesias, Roiz- Santiañez, Tordesillas-Gutierrez, Pazos et al. (2010) utilizando resonancia magnética estructural, en 30 usuarios de cannabis de alrededor de 25 años con un promedio de 8,4 años de consumo, sin historia de uso de polidrogas ni desórdenes mentales mostró una disminución del espesor cortical y una alteración en su plegado (girificación). El uso del cannabis puede estar involucrado con una prematura alteración del plegado cortical que se observa en edades mayores y que estaría relacionado con una alteración del neurodesarrollo normal. En esquizofrénicos, por ejemplo, se ha encontrado alteraciones en el plegado de la corteza prefrontal dorsolateral del cerebro. Los primeros estudios que refieren a las posibles alteraciones en la cognición, se realizaron en 1988 por Varma et al., mostraron que tras una abstinencia de 12 horas previas al estudio, estos individuos tenían dificultades en la estimación del tiempo y del tamaño en las pruebas de Pencil Tapping (Wasman Campos 2015). Estudios más recientes muestran alteraciones en todas las etapas de la memoria, la atención y la integración de información compleja, así como en la percepción del espacio, el sentido de sí mismo y alteraciones del comportamiento que pueden ir más allá del período de intoxicación aguda, pudiendo ser reversible entre los 28 días y los dos meses. Estos eran más persistentes cuando el consumo se había iniciado a edades más tempranas (menores de 17 años) (Fontes M A, 2011). Adolescente que consumen de bajas a moderadas cantidades de cannabis presentan también alteraciones de la atención y problemas académicos que parecen ser mínimos y que desaparecen tras la abstinencia prolongada (Pardini D. te al., 2015). Estudios realizados con resonancia magnética vieron reducción en el volumen de la materia gris y alteraciones en la estructura de la materia blanca a nivel del hipocampo, lo que estaría vinculado con alteraciones de la memoria. En modelos animales se relacionó la producción de neurotoxicidad con el uso de cannabis, sobre todo a nivel hipocampal, pero se sabe menos de sus alteraciones en humanos. Los estudios sobre las consecuencias a largo plazo del uso de cannabis en adolescentes: en el desarrollo de la cognición, de la estructura y la función cerebral (Jager y Ramsey, 2008) han concluido que la severidad de los efectos del cannabis sobre el desarrollo cognitivo está en relación con la edad de inicio y que cuanto más temprano es, hay más posibilidad de que los usuarios se vuelvan dependientes. Su nocividad dependerá de muchas variables entre las que se incluyen el interjuego que existe entre las características particulares de cada individuo previo al uso de la sustancia como son: cantidad y conectividad sináptica, estado emocional, traumas vitales, estimulación recibida durante su vida, vulnerabilidad genética al desarrollo de una dependencia, estado nutricional, edad de inicio en el consumo, siendo peor antes de los 17 años. A favor de esta última observación, hay estudios realizados con resonancia magnética estructural (Marroun H.et al. 2016) que muestran la asociación de la exposición prenatal a cannabis con incrementos en el espesor cortical, sobre todo en la corteza prefrontal, en niños. Una posible explicación de este incremento sería un desbalance producido en la maduración del desarrollo neurológico. Es posible que la exposición prenatal al cannabis tenga consecuencias nocivas selectivas en el desarrollo de las funciones ejecutivas. Los mismos autores, en un trabajo anterior, ya habían mostrado que también se relaciona con más agresividad y problemas de atención sobre todo en las hijas mujeres de madres que habían tenido consumo de cannabis durante la gestación. Una revisión más reciente vuelve a plantear la relación directa entre el comportamiento agresivo de los niños y adolescentes vinculados a la exposición prenatal al cannabis (Barthelemy O., 2016). Otros estudios la vincularon con puntuaciones más bajas en las evaluaciones de lenguaje, memoria y razonamiento abstracto/visual. Se deben considerar también en la evaluación de las alteraciones producidas por el cannabis, el tiempo que hace que se consume, si existe policonsumo con otras sustancias psicoactivas, la cantidad y las características del tipo de planta, ya que aquellas que tienen un porcentaje alto de cannabidiol (CBD) contrarrestan, en parte, los efectos deletéreos del Δ 9 THC. Un número muy importante de adolescentes en EE. UU. requirió tratamiento luego de haber fumado una variedad cuya concentración de THC es 25 veces mayor a las variedades habituales (skunk) (Rubino T., 2008). La evidencia preliminar indica que el THC agrava los efectos perjudiciales, mientras que los CBD funcionan como protectores de ellos (Lorenzetti V et al. (2016). En los últimos años se vio un marcado cambio en la composición del cannabis que se fuma habitualmete, observán- EDITORIAL SCIENS // 27

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