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11 - Diciembre 2001

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El Procesamiento Agudo De Las Emociones: El Miedo Y La Ansiedad. Nuevas Líneas De Investigación De Fármacos Ansiolíticos.

prefrontal), las cuales

prefrontal), las cuales integran y sintetizan la información de más de una modalidad sensorial (visual, auditiva y somática). Posteriormente dicha síntesis converge en las áreas relacionadas tanto con la acción, como con la experiencia y la expresión, del miedo, la ansiedad y de otras emociones. A su vez dichas áreas, entre las cuales la amígdala desempeña un rol central, utilizarán para el procesamiento de las emociones proyecciones recíprocas con las áreas neocorticales anteriormente mencionadas. El tálamo, por su parte no actúa solo como una estación, encargado de proyectar hacia la zona sensitiva primaria, sino que además actúa como un filtro, facilitando o impidiendo el paso de información específica, adecuando dicho pasaje a la conducta. El mismo interviene regulando la mayor parte de la información sensitiva, excepto el olfato. La vía olfatoria tiene un input directo a la corteza entorrinal y a la amígdala, provocando así una rápida evocación de las emociones. También la información proveniente de señales viscerales pueden intervenir en el desarrollo del miedo y de la ansiedad. Dicha información ingresa a través de núcleos del tallo cerebral, haciendo una primer escala en el núcleo del Tracto Solitario (bulbar), para luego pasar al núcleo Giganto Celular (bulboprotuberancial), y finalmente a través del Locus Coeruleus (protuberancial, principalmente), enviar la información a la amígdala a través de fibras del Fascículo Telencefálico Medial. En la figura 1 se puede observar cómo las aferencias sensoriales y viscerales llegan a la amígdala. Las figuras siguientes (2,3 y 4) irán mostrando, en niveles cada vez más complejos, cómo esta información es procesada. La información sensorial llega a la amígdala a través de su núcleo lateral y basolateral, los cuales proyectan al núcleo central. Desde el núcleo central salen las eferencias recíprocas de amígdala hacia las estructuras diana a través de la estría terminal y de la vía amígdalofugal ventral. Dichas eferencias conectan a la amígdala con áreas del hipotálamo y del tallo cerebral que mediarán los signos específicos del miedo y de la ansiedad, entre otras emociones. Será entonces , el complejo nuclear amigdalino el responsable de la activación de las áreas involucradas con la “expresión” de las emociones, aunque también intervendrá activando áreas neocorticales responsables de la “experiencia” emocional. El procesamiento de la información La información sensorial (por ejemplo, un sonido) puede llegar a la amígdala a través de dos fuentes, una vía talámica directa y rápida, o bien en forma indirecta y más lenta, como es el caso de la información altamente procesada proveniente de las cortezas de asociación, según mencionamos anteriormente (Figura 1). La proyección directa del tálamo a la amígdala es de fundamental importancia ya que la misma media las respuestas emocionales primitivas, de corta latencia, que son necesarias en situaciones de peligro inminente y pueden actuar como respuesta al miedo por debajo del nivel de conocimiento consciente. Además, esta información rápidamente utilizable y disponible, es la responsable de preparar a la amígdala para recibir la información más altamente procesada de los centros corticales superiores. La falta de coordinación sináptica, entre ambas fuentes de información, conjuntamente con una falla en la memoria almacenada sobre el hecho traumático, puede desencadenar una respuesta inadecuada frente al peligro: parálisis en vez de lucha o escape. La corteza prefrontal ventromedial tiene proyecciones a la amígdala que pueden inhibir su respuesta; por el contrario la parte dorsolateral de dicha corteza está íntimamente relacionada con la planificación y con la memoria activa (working memory), jugando un rol fundamental en una respuesta adecuada. La amígdala por su parte, proyecta a la sustancia gris periacueductal, donde también la parte ventral se relaciona con la parálisis, mientras que la parte dorsal con el escape. La activación de las zonas ventrales o dorsolaterales, en función 2

a la coordinación previamente mencionada, serán las responsables de los distintos tipos de respuesta. Según mencionamos el complejo nuclear amigdalino, ubicado en la porción mediodorsal del lóbulo temporal, es la parte del sistema límbico más específicamente involucrada con la coordinación entre las diferentes áreas encargadas de la expresión y de la experiencia emocional. Considerables experiencias indican que es la amígdala, y no el hipocampo como pensaba Papez, la responsable de coordinar la activación entre las regiones encargadas de la expresión somática de la emoción (hipotálamo y núcleos del tronco encefálico) y las áreas neocorticales que están involucradas en el procesamiento consciente, encargadas de la experiencia emocional (formación del hipocampo, el cíngulo y la corteza prefrontal). Desde el núcleo central amigdalino salen las aferencias hacia núcleos del tallo cerebral y áreas hipotalámicas relacionadas con la expresión de las emociones. Distintos núcleos del tronco encefálico son los responsables de los signos que ocurren durante el desarrollo del miedo y la ansiedad, entre los mismos podemos mencionar a nivel bulbar el núcleo motor dorsal del vago y el núcleo ambiguo, responsables de la activación parasimpática que puede dar como resultado bradicardia, ulceraciones, micción y defecación. A nivel protuberancial juegan un rol importante el núcleo motor del nervio facial y del trigémino que se relacionan con las expresiones faciales del miedo, el núcleo parabraquial que produce un aumento de la respiración y el núcleo reticular protuberancial caudal, el cual junto con el Locus Coeruleus, producen un aumento del estado de alarma y de la vigilancia. El primero por aumentar los reflejos y el segundo por una activación noradrenérgica en áreas corticales y subcorticales. Finalmente a nivel mesencéfalico cobran importancia el área tegmental ventral y el núcleo tegmental dorsolateral, los cuales contribuirán a un aumento del estado de vigilancia, el primero por un aumento dopaminérgico y el segundo por una activación colinérgica. El hipotálamo por su lado desempeña un rol fundamental principalmente a través de la activación del núcleo paraventricular (NPV) y del hipotálamo lateral, produciendo el primero la liberación de CRH (éste también se libera en parte en la zona de la 3

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