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11 - L Allegro - Marzo de 2011

Columna de Ética. No hay enfermedades sino enfermos

11 - L Allegro - Marzo de

Columna de Ética No hay enfermedades sino enfermos Sobre enfermedades y enfermos No hay enfermedades sino enfermos es una expresión que tiene una teoría muy antigua. Se dice que solía repetirla Hipócrates. De quién sabemos con seguridad que era preferida es de Gregorio Marañón. Pero, ¿qué significa? ¿qué importancia tiene discriminar el significado de lo que es la enfermedad y diferenciarla del enfermo? Esto tiene una historia relativamente reciente. Sir Archivald Edward Garrod (1857-1936), médico británico, se hizo famoso por haber descubierto las enfermedades congénitas, o sea, las enfermedades heredadas genéticamente por haber aplicado la genética mendeliana en el estudio de las enfermedades del ser humano. El carácter congénito de dicha afección. Siendo médico de un hospital de Londres, atendió a un niño de sólo tres meses de edad enfermo de alcaptonuria, causado por una acumulación excesiva de alcaptón, un ácido que provoca una coloración pardo obscura en la orina. Al continuar su investigación llegó a encontrar una familia de 39 pacientes. Lo interesante del descubrimiento fue que cada enfermo poseía características individuales que hacían que cada uno fuera diferente de los demás. Cada uno tuvo una evolución individual y diferente de los otros. Si bien el descubrimiento del concepto de enfermedad congénita es importante, el reconocimiento de que la enfermedad es diferente en cada enfermo, lo es aún más: lo lleva a la conclusión de que no hay enfermedades, sino enfermos. Lo concreto y lo abstracto. El carácter abstracto del concepto de enfermedad Si comparo una silla de madera, un banco de plástico, un sillón de cuero y una banqueta tapizada, llegaré fácilmente a ver que son objetos concretos diferentes tanto en su forma como en los materiales con los que fueron realizados. Si pensamos en el uso que prestan, también llegamos a la conclusión que todos tiene el miso uso común: sirven para sentarse. De todos podemos decir que son asientos. De este uso por el cual cumplen la misma función, surge el concepto abstracto de asiento, que es común a todos ellos. Lo abstracto o las abstracciones surgen de la comparación de elementos comunes a varios elementos singulares concretos. Prof. Dr. Luis Allegro Presidente de la Sociedad de Ética en Medicina, AMA. Miembro del Consejo Académico de Ética en Medicina, Academia Nacional de Medicina. Ex Profesor Titular de Psicopatología y Psiquiatría, Universidad de Rosario. Full Member of the International Psychoanalytic Association. El carácter concreto del enfermo y el carácter abstracto de la enfermedad El enfermo. Cada enfermo es una persona y cada persona es un ser concreto que posee su propia anatomía, su propia fisiología, su propia historia y sus propias circunstancias individuales, familiares y socio-económicas, y cumple con sus funciones y disfunciones en un equilibrio interno dentro de sí mismo y externo con el medio que lo rodea. Cuando ese equilibrio se rompe, se enferma. Cada cosa que he señalado es de carácter concreto. También es concreto su comportamiento. Un buen conocimiento del enfermo es básico para el establecimiento de un buen vínculo médico-paciente y de una buena relación terapéutica. El vínculo con el enfermo es la relación con una persona. La enfermedad. De la comparación de un conjunto de enfermos que presentan síntomas y signos patológicos comunes a todos ellos, con respuestas terapéuticas y evoluciones también comunes, surge el carácter abstracto del concepto de enfermedad. Así la enfermedad es una abstracción. Así, es sumamente útil y necesaria desde el punto de vista científico y académico. Su conocimiento y buen empleo ha permitido y permitirá el progreso de la ciencia. Esto redunda en el extraordinario beneficio que es para el ser humano tanto la notable elevación de calidad de vida como en la prolongación de la misma. El estudio de las enfermedades ha permitido constituir una disciplina que se llama nosología. Esta tiene por objeto describir, diferenciar y clasificar las enfermedades o entidades nosológicas, las causas que la producen, la evolución, el tratamiento, etcétera. La enfermedad es una entidad, un ente, una cosa. El vínculo con el cardíaco de la cama 14 es la relación con una cosa. Un estudio de la enfermedad como abstracción El Departamento Médico de la Asociación Cristiana de Jóvenes (Lima, Perú) ha publicado un estudio basado en una idea de Mario Bunge, titulado “Un modelo teórico de enfermedad” en el que plantean el concepto de enfermedad como modelo teórico lógico-matemático, es decir, como una representación conceptual esquemática, la cual representará la enfermedad en términos teóricos de alto grado de abstracción. Para ello, se valen de conceptos matemáticos como los de conjunto y función como herramientas de abstracción, y de teorías muy generales, como la teoría general de sistemas. Dicen los autores que el concepto de enfermedad se sostiene en la hipótesis de emergencia óptica y de emergencia gnoseológica. Este estudio es seguramente interesante e importante para la profundización de las teorías sobre la enfermedad. Pero frente al problema clínico de comprender a la persona enferma se plantean problemas de obscurecimiento en la claridad de la evaluación diagnóstica y de la operación terapéutica. “No hay enfermedades sino enfermos” Este axioma propone la necesidad de tratar a cada paciente como un caso singular y único, comprendiendo que es una persona que constituye en sí una totalidad y que es imprescindible estudiar y comprender a esa persona en la que están incluidos los síntomas de su padecimiento. Especialmente impone no reducir la persona a un cuadro de síntomas. Este es el peligro de los catálogos de trastornos que aparecen en los manuales como el DSM-IV, que son clasificaciones de enfermedades como cuadros nosológicos y no de enfermos que son señalados como esquizoides, paranoides o bipolares. Estas clasificaciones son importantes para poner orden en las entidades clínicas. La queja más frecuente de los enfermos es, no de falta de capacidad del médico, sino de que no son suficientemente escuchados, de que el profesional sólo se fija en los resultados de los estudios y los análisis, y de que son muy poco atendidos, que no le dan tiempo a expresar lo que les ocurre. El médico receta sin escuchar. William Ossler (1849-1919) decía que es más importante conocer a la persona que tiene la enfermedad, que conocer a la enfermedad que tiene la persona. Raoul Fournier (1900-1984) gran médico y humanista mejicano, decía: Cada vez sé menos acerca de la enfermedades, pero sé más acerca de los enfermos. Gregorio Marañón (1887-1960) eminente médico español, predicaba que la historia de cada enfermo debería ser no sólo clínica, sino biográfica. 6 | Editorial Sciens

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