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19 - G Lipski - Agosto 2012

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Origen y adopción. ¿Continuidad o ruptura?

La familia adoptiva se

La familia adoptiva se inicia con un duelo compartido desde el niño, por el desprendimiento de su origen, y desde los adultos, con la imposibilidad de tener descendencia biológica. Introducción La separación entre filiación biológica y crianza es un tema central en las familias adoptivas. Según la ley actual (N° 24.779), próxima a modificarse, el vínculo adoptivo sustituye al vínculo biológico. Sustituir alude más a un corte que a una continuidad. ¿Es posible desde lo psicológico? La frecuente insistencia en tratamientos de fertilización para lograr el embarazo, da cuenta de la fuerza que aún tienen en nuestra sociedad los idealizados lazos sanguíneos y el dolor psíquico que implica aceptar dicha renuncia. De allí que la familia adoptiva se inicia con un duelo compartido desde el niño, por el desprendimiento de su origen, y desde los adultos, con la imposibilidad de tener descendencia biológica. La elaboración de este duelo abrirá, como una de las resoluciones posibles, la potencialidad de generar encuentro y reparación mutua en el nuevo entramado familiar, ser hijo y constituirse en padres. Los modos de este encuentro dependerán de la combinatoria singular de cada trama vincular y de la aceptación de la ajenidad desde lo biológico, que implica un origen en el que los padres no han participado. Los múltiples modos de recomposición de esta herida narcisista mutua, por el no deseo inicial en el niño, y en los padres por la imposibilidad biológica, darán cuenta de relatos y modos de albergar esta frecuente dolorosa ajenidad. Los diferentes modos de transmisión de esa prehistoria familiar, su inclusión / exclusión, darán lugar a distintas posibilidades filiatorias y constituciones subjetivas. Desarrollo Las familias, aún con las enormes transformaciones epocales que han acaecido, siguen siendo el lugar donde desde el inicio de la vida y junto a otras instituciones, se transmiten los códigos éticos y morales que amparan al sujeto y a la comunidad. En su disfunción vehiculizada en actos de maltrato y abuso hacia sus integrantes se inhabilita como red protectora, tanto en los formatos tradicionales como novedosos. La familia adoptiva se ha complejizado y posee novedosas diversidades: familias que se conforman con la adopción de niños recién nacidos, otras con niños grandes, otras con grupos de hermanos, otras con mujeres que adoptan solas; más recientemente, hombres que desean ser padres sin pareja, niños que provienen de otros países y parejas que a partir del matrimonio igualitario reclaman por la parentalidad adoptiva. Tal diversidad de orígenes, historias y circunstancias de cada adopción y crianza, nos alerta acerca de la imposibilidad de referirnos a la familia adoptiva como un bloque homogéneo. Las iguala una cualidad constitutiva que reclama un lugar de privilegio, el origen biológico y cultural ajeno a los adoptantes y diferente del que transcurrirá la crianza del niño. Los aspectos constitutivos de la identidad ligados a la familia de origen no se adquieren a partir de la experiencia cotidiana con los vínculos biológicos, dado que no se convive con ellos (salvo en niños adoptados en los primeros años), ni se reciben de la cultura en la que el adoptivo convive, necesita de la transmisión, un relato, por parte de los adoptantes (1) y posteriormente si lo desea, el hijo adoptivo, de la lectura de un expediente para saber sobre sus raíces. Los caminos son diversos para quienes optan por informar al niño su condición de adoptivo. Cuanto más fuerte es el ideal y deseo de descendencia biológica, de semejanzas físicas, más complejo es habilitar un lugar narcisizado para el niño a ser adoptado, dificultándose valorizar el modelo familiar diferente. Por lo tanto, quién relata, qué relata, qué omite y con qué intencionalidad consciente e inconsciente, lo hace, abre destinos diferentes. Algunos sostienen la creencia de que la historia se inicia con la adopción y apartan el origen como subproducto sin significación. Otros, hoy mayoría, reconocen el derecho del niño a su identidad y abordan con ambivalencias y temores el transmitir lo que es inseparable y constitutivo del niño, historia y origen, superando el propio dolor por no ser parte desde los inicios. Encontramos también adultos que negando la biología ajena desean frágil y paradójicamente asentar la fuerza del vínculo en una biología compartida e inventada. Podríamos llamar a estas familias des-subjetivizantes dado que despojan al niño de su derecho a la identidad (2) colocándolo y colocándose por fuera de una ley que legitime la filiación y paternidad simbólica. “La justificación para muchos que reniegan de la ley utilizando circuitos ilegales, se apoya en que al niño se le dirá su condición de adoptivo, se le explicará las razones que llevaron a tales circunstancias, con lo cual dicha ilegalidad se blanqueará y ya no será tal. Error importante de desarticular, un niño por el cual se paga y / o se lo inscribe como hijo biológico, no es un niño adoptado sino un niño "apropiado" (sustitución de identidad). Dicho acto no se anula por declararle al niño el modo en que ha llegado a la familia, la ilegalidad tiene que ver con la acción que se realiza y puede aportar alivio al no cargar con este secreto, pero su relato no modifica el carácter de los hechos ni sus efectos posteriores. En la actualidad los padres poseen mayor información pero 12 // EDITORIAL SCIENS

Psiquiatría 5:19, Agosto 2012 aún no hay una comprensión profunda sobre los efectos de la ilegalidad en la constitución subjetiva de un ser humano: "se lo voy a contar", no da cuenta de comprender la magnitud que implica "conseguir" a un niño usurpando su identidad y violando sus derechos. La falta de datos acerca del origen, la carencia de un expediente deja un vacío angustioso que el adoptivo no tiene modo de completar y coloca a los padres y al vínculo en un status de inseguridad y fragilidad no amparado por la ley” (3). La transgresión es una renuncia ética que tiene implicancias en el modelo identificatorio que se le propone al hijo acerca del valor de la norma y la ley. Estas son las situaciones de ilegalidad donde los niños son informados de su procedencia de otra biología de origen. Otro modo de ilegalidad es aquella dónde los niños son inscriptos como hijos biológicos producto del tráfico, compra – venta o de la cesión por parte de la madre biológica, sin mediación de lo jurídico y cuyo origen se inventa y crea una vida guionada, ocultando la condición de adopción. En ambas situaciones se produce una doble ilegalidad: social y privada. Estos procedimientos tienen cabida en una sociedad donde la ética y el respeto por el semejante están devaluados y donde, aún después de la trágica desaparición de personas y niños secuestrados, hay un aval social en conseguir y adquirir lo que se desea por encima de valores éticos y morales universales, aún tratándose de un ser humano, denigrándolo a la posición de objeto de transacciones económicas. Saltear la ley que regula los lazos de filiación y sostenerlos con un discurso de ocultamiento y mentira produce un daño psíquico sumamente significativo. La pregunta inaugural promotora del deseo de saber que parte acerca del propio yo queda obturada: ¿de dónde vengo? ¿quién soy? ¿cómo estoy aquí? Sin lugar para explorar y conocer el pasado, se genera un vacío que dificulta que el presente y el futuro se sostengan, pues obliga al niño a desmentir, parcializar su percepción, cerrarse a la indagación y las preguntas para no derrumbarse frente a la evidencia de su manipulación por parte de las personas que deberían ampararlo. A la pregunta universal por la propia identidad: ¿quién soy? lo vivido, percibido y sentido cuestiona la credibilidad en lo relatado por los adultos, hecho que sólo puede anularse empobreciendo los recursos psíquicos y el pensamiento para ponerlos al servicio de la negación y desmentida de lo verdadero/evidente frente a lo falso (1). Aún así es inevitable que surja la duda y desconfianza a partir de información contradictoria, silencios frente a temas que aluden a embarazo, parto, las evidencias de diferencias físicas, falta de fotos de la gestación y el nacimiento (4), sumado a que el discurso social hoy provee de información relativa a temas que antes sólo se dirimían en el ámbito privado y atraviesan al niño en aquellos puntos de inconsistencia denunciando robos, venta de niños y apropiación. Dependerá de las posibilidades de la estructura psíquica y de la edad del niño y adolescente, percibir las fisuras y posicionarse en confrontación y cuestionamiento para afrontar el dolor psíquico que implica el derrumbe de la confianza en las figuras parentales. Distingo la gravedad y daño producido en situaciones de ilegalidad y ocultamiento del origen entre aquellas en que hubo real consentimiento de entrega y aquellas otras, producto del robo y tráfico. Situaciones ambas, ilegales y violatorias del derecho, pero mucho más irreparables y dañinas por haber agregado el apropiarse del destino del niño sin voluntad de su madre biológica y que conllevan, a mi entender, a una situación sin retorno con los adultos que lo han criado. Más allá de la intención frecuentemente expresada por los padres de crianza de proteger al niño (¿sólo al niño?) omitiendo el origen biológico y sus raíces, el intento de desmentir la evidencia de lo ajeno puede racionalizarse con muchos argumentos, ninguno que pueda sustraerse a la violación de la ley y del derecho arrasado del niño. La falta de palabras suele producir padecimiento por dejar carente de elementos o inundando al niño con un relato inadecuado de aspectos centrales para la construcción de su identidad. No se trata aquí de omisiones de la historia de origen que protegen temporariamente al niño por su inmadurez, siendo esta una omisión estructurante y amorosa. Es necesario puntualizar cuánto lo daña silenciar sus raíces, omitir y falsear su identidad, remitiendo a un origen biológico compartido inexistente. El ocultamiento de la verdadera identidad, de su madre biológica, de su historia, priva al niño en una edad adecuada del anclaje real para comprender y significar su nacimiento y llegada al mundo. El adulto se protege de información que siente amenazante para él, con lo cual transmite su sentimiento de precariedad en la función que ejerce y priva al niño de datos que le pertenecen, funcionando la fantasía de la información como amenaza que podría religar con el origen y desligar cuando lo que desliga es la falta de veracidad, pues produce la caída de la función de los padres. Es a partir de la creencia omnipotente que la realidad y la ley pueden crearse a gusto propio que se Saltear la ley que regula los lazos de filiación y sostenerlos con un discurso de ocultamiento y mentira produce un daño psíquico sumamente significativo. EDITORIAL SCIENS // 13

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