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36 - E Cortese - Junio 2019

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Experiencias subjetivas tempranas en la esquizofrenia.

Psiquiatría N°

Psiquiatría N° 36 | Junio 2019 nales y mnémicas, disturbios en la iniciativa del pensar y en la experiencia temporal con relación al pensar. También se encuentra la confusión en las modalidades de presentación de contenidos a la consciencia, sumiendo al paciente en la imposibilidad de distinguir un recuerdo, de una fantasía, o un sueño, por ejemplo (13). Merecen una descripción aparte, la “espacialización” del pensamiento, máxima expresión de la desnaturalización de la vivencia que tiene el sujeto de su propio pensar. En este, los pensamientos, conceptos, o sensaciones, comienzan a adquirir propiedades extensibles, y, por ende, a ser una cosa que ocupa un lugar. Por ejemplo, la EASE (13) menciona que “un paciente decía tener un pensamiento delante del otro”, o “ella siente que sus pensamientos estaban en el lado correcto de su cabeza y sintió una sensación de presión desde dentro de su cráneo como si no hubiera más lugar para sus pensamientos”. Para mencionar un caso de estas características, apelo a mi experiencia recordando a una paciente que aseveraba que su padecimiento comenzó cuando la asalto la vivencia de que tenía a su hija bebe dentro de su cabeza literalmente, es decir, cuando invadió su mente la ocurrencia imaginaria de su hija recién nacida, la cual fue experimentada con carácter extensivo, como si fuese ese pensamiento un objeto tridimensional, y por ende, ocupando un lugar en el también “espacializado” escenario mental. Por así decirlo, la res cogitans devino res extensa, echando por la borda la elaboración cartesiana. Este es un claro ejemplo de cómo la experiencia que tiene el SELF de su propia operatoria cognoscitiva, se transforma y se constituye como anómala, dejando el soporte representacional de ser tácito y dotado de los atributos de auto-propiedad y agencialidad, inmanentes, para ser una cosa en si misma que ya no puede representarle al sujeto como representación, ningún objeto a ser vivido. La experiencia anormal de la corporalidad Las perturbaciones en esta área también se refieren en primera instancia a la conmoción de la ipseidad en la experiencia corporal, es decir a la experiencia que tiene el SELF de su propio cuerpo, no como un objeto de reflexión, sino como registro vivido, tácito y pre-reflexivamente dado. En sintonía con lo mencionado, también se conmueve en estas manifestaciones, el sentido de la auto-propiedad y la agencialidad en referencia a la vivencia del cuerpo. Esta auto-experiencia del cuerpo, no se presenta como un hecho dado, preestablecido e inmanente en toda vivencia del sujeto (13). Por ende, la relación que establece el SELF con su propio cuerpo, en un principio, es de distancia, anonimato, e ingobernabilidad. Concomitantemente, el cuerpo se le ostenta como un mecanismo desprovisto de vitalidad, adoptando el carácter de lo artificioso, pudiendo adquirir extensibilidad y sensorialidad, lo que explica que la atención se fije en sus sensaciones, como si el paciente sintiendo extraña su morada debiera fundamentar su existencia haciendo uso de su reflexión inferencial. Todo esto como paso previo al desencadenamiento psicótico esquizofrénico, donde ya el cuerpo se fragmenta y difumina, debiendo luego el paciente hacerse de uno con el recurso narrativo. Es en este último estadio donde irrumpen las creencias delirantes bizarras con las cuales el paciente trata de rearmar con palabras eso que falta ahora como evidencia, y de esta manera, al hacerse de un cuerpo, relanzar las posibilidades de hallar el hábitat que le de soporte al sí mismo. Los disturbios del Self en la esquizofrenia: nivel fenomenológico Hasta aquí, se entiende como la esquizofrenia muestra cómo se compromete en primera medida la ipseidad 8 , y, por ende, la vivencia del cuerpo y los procesos mentales como pertenecientes al sujeto (auto-propiedad), sumado a una merma en el sentido de control sobre lo actuado, sea esto pensamiento o movimiento corporal (agencialidad), y la irrupción de la experiencia de fragmentación del propio espacio interior, por desintegración del soporte representacional que le otorga un continente. Lo anterior contribuye al sentido de permeabilización de la barrera yo/no yo, interior/exterior, y al generar una desarticulación de los marcos vivenciales a priori, también tienen una repercusión en la delimitación de una identidad, la cual en estos pacientes es un registro escueto y desorganizado (32). Blankenburg (19) (11) resume lo anterior con la apreciación de una anomalía fundamental definitoria de la esquizofrenia, concebida como la perdida de la evidencia natural de aquello que tácitamente se presenta en toda vivencia, en especial sobre esto que es la interioridad. Lo anterior involucra una conmoción en el sentido de presencia en la vivencia, además de perplejidad y de deriva, que lo llevan al paciente a fabricarse un nuevo marco en donde apoyarse. Por ello, casi como si fuese una fórmula para aprehender en hondura la esencia de esta condición, se puede afirmar que, en la esquizofrenia, aquello que no se da intuitivamente, naturalmente, se debe aprehender intelectualmente. De esta manera el sujeto está obligado a fabricarse un nuevo espacio donde habitar y alojar a su SELF, para poder hallarse y arrojarse al mundo con sus objetos nuevamente, lo que se conoce como delirio. Eso que esta privado de darse intuitivamente, es el mismísimo soporte último del ser, su quinta esencia o piedra angular, implicado en la noción de ipseidad. Se trata de ese espacio representacional interior que limita con lo externo, oponiéndosele, y que involucra al cuerpo y la mente, los cuales pasan a ser vivenciados con una cualidad de auto-propiedad, integridad y “agencialidad” disminuida, en el caso de la pre-psicosis, o ausente en algunos fenómenos de la psicosis 8. Y, en consecuencia, también se altera el nivel reflexivo del SELF, ya sea a la hora de establecer juicios de pertenencia o agencia, y muy en especial el Self narrativo. EDITORIAL SCIENS // 23

desencadenada. Saas (19) precisa en qué consiste este disturbio capital de la ipseidad, en donde los dos polos o lugares estructurales de la consciencia se comprometen. Por un lado, la hiper-reflexividad, para definir la perturbación del polo noema o del objeto de la fenomenología, y por el otro, la disminución de la auto-afectación, la cual implica una disminución del polo noesis o del sujeto (19) (22) (32). La hiper-reflexividad (22) se refiere a una desmesurada autoconsciencia de aspectos que habitualmente son tácitos, implícitos, y se hallan en el trasfondo oscuro de la experiencia. Por ejemplo, ser consciente del acto de respirar, o de sensaciones musculares o articulares al caminar, las cuales irrumpen y acaparan la primera plana, no permitiendo que dichos actos se ejecuten con naturalidad, gracilidad y sin esfuerzo. En igual sentido se pueden reclutar esas descripciones de pacientes pre-psicóticos que comienzan a percatarse de que mientras piensan también se escuchan, intensificándose este último aspecto al punto de acaparar la atención y adoptar carácter cuasi-sensorial, olvidando el contenido pensado y el contacto con el mundo exterior. Esta hiper-reflexividad tiene dos facetas, una es reflexiva propiamente dicha, consciente y voluntaria, mientras que la otra es automática, e involuntaria, también conocida como hiper-reflexividad operativa (19). En esta última, el fenómeno que se presenta en el foco prorrumpe sin esfuerzo consciente, generando más bien una interferencia en el flujo del pensar, hallándose especialmente comprometida en las experiencias esquizofrénicas. La consecuencia de dicha hiper-reflexividad, fundamentalmente se da cuando se aplica al soporte representacional. El material que constituye el flujo del pensar, con sus percepciones, cogitaciones verbales, sensaciones corporales, etcétera, en definitiva, el medio representacional, al dejar de ser trasfondo deviene figura acaparando el foco atencional y el interés del sujeto, dejando de cumplir su función de medio que trasporta significaciones y permite representarse al SELF, al mundo y sus objetos, y hasta al propio cuerpo. Entonces, por ejemplo, el paciente se percata de la sonoridad del pensamiento y deja a un lado lo que está mentando, representado; o se atiene a la composición de los movimientos implicados al realizar determinada acción, ensimismándose y no pudiendo arrojarse al mundo con dicho accionar. Por otro lado, también como consecuencia, al acaparar la atención alguno de los componentes constitutivos del proceso del pensar, del esquema corporal, o del acto intencional, por ejemplo, se termina por interrumpir el flujo natural y grácil de la consciencia. El sujeto se percata de esos componentes que hacen a la malla del soporte representacional de manera desarticulada, desintegrada, siendo experimentados en su pura materialidad, y por ende mostrándose reificados (8). Esto último hace mención del hecho de que esta hiper-reflexividad sobre el soporte determina que se objetive, adoptando sus fragmentos atendidos, carácter extensible o sensible. Piénsese en el pensamiento verbal, que incapaz de trasportar significaciones, puesto que la hiper-reflexividad lleva al estatuto de figura al material del que está hecho el pensamiento íntimo, acaba por adoptar un rasgo audible inusitado, acercándose a la cualidad de una voz oída desde una fuente exterior, aunque experimentada desde adentro. La auto-afectación disminuida se refiere a un sentido debilitado de existir como sujeto de la conciencia (19). Es una debilidad en la intensidad del sentimiento de sí mismo, de existencia como centro de la experiencia vivida, quebrándose la perspectiva en primera persona. De esta manera, la magnitud en la cual el SELF se experimenta como presencia, ha amainado, y así, en esa película de su vida que trascurre ante su fisonomía, el paciente siente que su presencia se ha desdibujado, se ha atenuado su ser y estar-ahí, no dejando mella, persistiendo este como un envase vacío, siendo una pura fantasmagoría. En definitiva, esta auto-afectación disminuida en la concepción de Saas, explica los fenómenos de reducción del sentido de presencia en la experiencia, que se mencionó como una de las manifestaciones capitales dentro de los disturbios del SELF en la pre-psicosis. Ambos conceptos, hiper-reflexividad y auto-afectación disminuida, son complementarios 9 , o sea, ese soporte de la vivencia de lo íntimo, tácito, al recibir una reflexión incrementada que lo explicita, cuando no debería, termina por desnaturalizarlo, despojándolo de su función de soporte y medio del sentimiento de sí mismo, experimentándose este en consecuencia, amainado (22) (31) (32). En definitiva, Saas trata de aprehender la anomalía fundamental, entendida como una trasmutación radical de la estructura de la vivencia. En su derrotero explicativo resuena también la tesis de Blakenburg, en tanto ambas convergen en subrayar la perdida de esa garantía por la cual la vivencia del espacio interior se experimenta como lo más propio, como una unidad holística sobre la cual se ejerce una hegemonía de control que facilita su delimitación con el afuera, y en donde el SELF haya su morada. Esta pérdida del fundamento lleva a la cesantía irreparable de eso que funcionaba como garantía de la existencia, por la cual el SELF tenía evidencia directa e inmediata de que su ser existe. Cuando la hiper-reflexividad y la merma de la auto-afectación se instauran, se dinamita la estructuración de la consciencia tácito versus focal, y se desorganizan los marcos que otorgan un orden a la experiencia, explicando el sentido de perplejidad del sujeto esquizofrénico. En conclusión, los disturbios sutiles de la experiencia del SELF, entendidos como el núcleo sintomático del espectro psicótico, muy en especial la esquizofrenia, se muestra en la etapa pre-psicótica como una sensación de extrañeza en 9. “…Mientras que la noción de hiper-reflexividad enfatiza la manera en que algo normalmente tácito se vuelve focal y explícito, la noción de disminución de la auto-afectación enfatiza un aspecto complementario de este mismo proceso -el hecho de que lo que fue tácito, ya no está siendo habitado como si fuese un medio que permite el sentido de la individualidad, que lo da por supuesto y al hacerlo soporta al Self” (19). 24 // EDITORIAL SCIENS

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