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44 - P Forcada - Marzo 2019

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Integración de las neurociencias al sistema cardiovascular - Dr. Pedro Forcada

farmacología

farmacología cardiovascular 44 | Marzo de 2019 En 2004 el estudio Interheart mostró claramente que los factores psicosociales especialmente el estrés, y la depresión fueran laboral, familiar o social, se ubicaban entre los nueve factores de riesgo principales para infarto agudo de miocardio (17, 18). Ese mismo año, se publica en Circulation un artículo interesante de las cardiomiopatías generadas por estrés, incluyendo necrosis miocárdica, arritmias, muerte súbita e incluso el conocido “síndrome de Takotsubo”, el infarto con coronarias normales en mujeres. El artículo, caracteriza estas patologías como entidades propias, no como agravantes de una enfermedad cardíaca subyacente, y describe una fisiopatología determinada por un exceso de catecolaminas y alteraciones subcelulares que involucran al calcio, estrés oxidativo, apoptosis y muerte celular (19, 20). Se ha observado que el estrés generado por diversas pruebas, entre ellas la contemplación de películas con contenido violento o agresivo produce alteraciones transitorias de la función vascular, que no suceden si el mismo sujeto observa escenas cómicas o graciosas, e incluso con estas últimas, la respuesta paradójicamente es mejor (21, 22). Depresión Se ha demostrado claramente que la depresión cursa con alteraciones del balance autonómico y esto repercute sobre la función cardiovascular, alterando la estructura y función cardiaca y vascular, la presión arterial, la frecuencia cardiaca, generando arritmias y disturbios de la hemorreología como aumento de la agregación plaquetaria (23, 24) (Figura 4). Todo esto conduce a una mayor frecuencia de enfermedad cardiovascular en los pacientes deprimidos y de la misma manera, los pacientes cardiovasculares deprimidos tienen mayor morbimortalidad por complicaciones cardiovasculares (25, 26). Figura 5 El impacto de los Factores de Riesgo y su manejo sobre la Enfermedad Cardiovascular Jacc Vol. 64 Nº 1, 2014. July 8, 2014:100-10. Figura 6 Propuesta de intervenciones sobre los factores de riesgo psicosociales con impacto potencial sobre conductas cardiovascularmente insalubres y factores de riesgo convencional e incluso en el paciente con enfermedad cardiovascular clínica. Jacc Vol. 64 Nº 1, 2014. July 8, 2014:100-10. EDITORIAL SCIENS // 11

Los mismos hallazgos del INTERHEART para estrés también involucraron a la depresión y la falta de propósito vital. Otro estudio, denominado INTERSTROKE demostró el mismo peso de relación causal que en el infarto, pero para el accidente cerebrovascular (27). Tal fue la importancia de estos hallazgos que American Heart Association emitió desde el 2000, en varias oportunidades, avisos para el rastreo, diagnóstico, derivación y tratamiento de los pacientes cardiovasculares con este cuadro (28, 29, 30). Desde la Cardiología conductual se ha establecido claramente una conexión entre el ánimo depresivo, la falta de propósito vital, la sensación de distress y el aislamiento social con el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular o una mayor frecuencia de complicaciones, una vez instalada la misma (12). Resiliencia El concepto de resiliencia fue tomado de la física, y hace referencia a la capacidad de un cuerpo de recuperar su forma inicial luego de ser sometido a una fuerza que lo deforma. Su uso en psiquiatría hace referencia a la capacidad de un sujeto de superar traumas o condiciones adversas, pero con un resultado superador para él y su entorno, respecto a su condición inicial (31). Más recientemente se ha comprobado que este concepto considerado estrictamente del campo de la Psiquiatría como la resiliencia, se proyecta al terreno celular y molecular y que incluso, podría influenciarse epigenéticamente. Al igual que gran parte de las respuestas alostáticas, este mecanismo también podría jugar un rol en el desarrollo y evolución de los factores de riesgo e incluso, de la enfermedad cardiovascular (32, 33, 34). Se ha observado que los sujetos con valores más altos de escalas que determinan su capacidad de resiliencia tenían un perfil de factores de riesgo más benigno, menor frecuencia de los mismos, en particular la hipertensión arterial y probablemente esto incluso influya en un mejor pronóstico cardiovascular (35, 36). Deterioro cognitivo Finalmente, un área más reciente de las Neurociencias es la que vincula la Neuroprotección, en especial del deterioro cognitivo y la demencia, con los factores de riesgo y la prevención de la enfermedad cardiovascular (37, 38, 39). Se ha observado claramente que el aumento de la rigidez arterial y la pulsatilidad ligados a la hipertensión se asocian a una mayor proporción de lesiones microvasculares en la sustancia blanca y contribuyen a la leucoaraiosis y su expresión clínica, el deterioro cognitivo y la demencia de origen vascular. Estas alteraciones pueden incluso asociarse y agravar los casos debidos a enfermedad de Alzheimer, que tiene una etiología y fisiopatología completamente diferentes (40). Se ha observado en grandes grupos de pacientes, que los hipertensos tienen con mayor frecuencia deterioro cognitivo y pruebas cognitivas anormales que los normotensos y esta diferencia también se observa en aquellos en que la presión Figura 7 Esquema teórico de un “Continuo Neurocognitivo” planteando el desarrollo progresivo o interactivo de las patologías neuropsiquiátricas. 12 // EDITORIAL SCIENS

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