Psiquiatría 3:9, Marzo 2010 Sujeto significa, estrictamente hablando: una entidad hablante, que tiene la facultad o capacidad del habla, que no sólo emite sonidos sino que dice significados, las palabras que decimos tienen muchos significados, según el contexto y la cultura de la que se trate. Sujeto responde fundamentalmente a la noción psicoanalítica de incompletad de sí, es decir, que un sujeto es dividido por definición, el concepto de sujeto supone la idea de que nunca encontraremos la mitad de uno mismo, perdida para siempre. Por tanto somos seres incompletos y divididos, pero no por eso irracionales, sino que nuestro modo de ser responde a estas características, precisamente porque somos seres hablantes, que con nuestras palabras no abarcamos todo el significado de lo que queremos decir, siempre queda algo no dicho, pero que también contribuye al sentido de lo dicho. En la historia del pensamiento hubo otros conceptos parecidos, pero no iguales. Platón hablaba de una parte no corporal del cuerpo, que denominó psique, que significa: “mariposa alada presa en un cuerpo”, es decir, el origen del concepto de psiquismo tiene que ver con la idea de una mariposa que vuela porque es liviana, pero no puede salir de su encierro, ese mito está relatado en el diálogo Fedón de Platón. Desde Aristóteles, hasta la actualidad, sigue vigente su distinción entre alma y cuerpo, que supuso la existencia de dos principios: lo material y lo formal que componen la sustancia. El mundo es pensado como una jerarquía de sustancias, abajo lo que tiene más materia y es pesado, arriba lo que tiene más forma, por tanto, más liviano. Las personas somos compuestos de materia-cuerpo y forma-alma. El alma es la palabra latina que traduce la palabra griega psique, alma en latín se dice animus, es lo que anima la vida, produce el movimiento. El cristianismo supone a los humanos como criaturas creadas por Dios, dotados de cuerpo material y, por tanto, perecedero, y alma eterna. En el Renacimiento, siglo XV, comienza a forjarse otro concepto respecto de lo humano, que debía explicitar la necesidad de dar cuenta de una entidad que dominara la naturaleza. La pregunta básica era: ¿cómo se conoce el mundo? ¿Quién lo conoce? ¿Qué es la verdad? Surge así la dupla Sujeto-Objeto, supone el concepto de sujeto del conocimiento, es ese polo de la relación de conocimiento, que aún no constituye la idea de sujeto que hoy manejamos. El sujeto es la interioridad absoluta que se enfrenta a la exterioridad absoluta que es la objetividad. Recién a fines del siglo XIX, surgen las llamadas Ciencias humanas y con ellas el concepto de hombre, vuelvo a decir, no el de sujeto. Por necesidades organizativas de la época, la revolución industrial, se debe buscar formas de comprender y establecer normas para dirigir a las grandes poblaciones de las ciudades, que están saliendo de los campos para engrosar las filas de obreros de las fábricas. Se necesita hacer estudios demográficos, etnográficos, antropológicos, psicológicos, médicos y así van surgiendo disciplinas para ir catalogando, analizando, describiendo este nuevo fenómeno: el hombre. En el año 1900 se publica La interpretación de los sueños de Freud, un libro clave para comprender el concepto de sujeto. Dice Freud que el motor de la vida es buscar y buscar y no encontrar, por eso seguimos buscando, técnicamente ese es el concepto de deseo que nos constituye como sujetos. A partir de 1960 hasta la actualidad, se está elaborando el concepto de subjetividad, se plantea que el sujeto se constituye, que lo subjetivo es algo que se produce sin un modelo previo, sino en los contextos sociales, históricos y políticos en los que cada uno vive. Es decir, no hay un modo de ser sujeto universal, sino que en cada cultura hay un modo de producción de la subjetividad. En El pliegue, Deleuze plantea que la subjetividad es un modo de plegar el exterior, por ejemplo cuando uno dobla la punta de una servilleta de una determinada manera, es como se arma la subjetividad, es una manera especial, personal de ver el mundo. Foucault, en Hermenéutica de sujeto, nos dice que podemos pensar la subjetividad como un estilo de vida, esto es determinado por cada cultura. Pero la producción de subjetividad en cada cultura no es azarosa, dice Foucault que depende de quién detente el poder político, habrá un modo u otro de normatividad, que dependerá de los intereses de ese grupo que esté en el poder. Esta situación no implica la pérdida de la posibilidad de constitución de un modo de individualidad, sino que la idea principal es hacer hincapié en la determinación histórico-político y social del concepto de individuo. El sujeto pensado como potencia responde a la tesis ontológica inmanentista, que sostiene una concepción de mundo basada EDITORIAL SCIENS // 25
Lic. Ester Cohen en la idea de interrelación de elementos constituyentes, dados en un momento histórico determinado. En este sentido, es indispensable destacar que Spinoza y Nietzsche definen al individuo como singularidad modal determinada. Singular se define como punto no vacío fuera de la curva (en los ejes cartesianos), que funciona de manera determinada según sus relaciones con otros elementos del sistema, y que constituye un espacio irrepetible e irreproducible. Se diferencia de los conceptos de particular y de caso, porque el particular y el caso son ejemplos de un universal que los preexiste. Modal significa: en su propio modo, en su propia manera, lo que determina un cierto estilo, que determina a un sujeto como ese sujeto, según su modo de expresión, y no según una identidad potencial que se actualizará (Aristóteles). Un sujeto es, entonces, lo que puede según su modo, se determina según lo que puede, y lo que puede depende de circunstancias socio-históricas. Spinoza en su Ética dice: “lo primero que constituye el ser actual de la mente humana, no es más que la idea de una cosa singular existente en acto” (E, II, P 11) y esa cosa singular es su cuerpo porque “el objeto de la idea que constituye la mente humana es el cuerpo, es decir, un modo determinado de la extensión existente en acto, y no otra cosa” (E, II, P 13). Ese individuo corporal se define por el esfuerzo de conservación en su estado (afirmar su condición de ser vivo), por esto el sujeto se define como potencia de actuar y como singularidad con potencia de existir y por tanto de actuar. “Cada cosa se esfuerza, cuanto está a su alcance, para perseverar en su ser” (E,III, P6). Entonces, un sujeto no es la realización particular de una naturaleza histórica universal, sino una singularidad individual en acto, es decir, fuerza siempre en acción. De la misma manera, en la teoría de conjuntos, cada conjunto se forma por una definición a partir de la cual quedan determinados los elementos que le pertenecen. Se trata de un modo de funcionar, no de una cosa, no de una sustancia con sus accidentes. El modo de funcionar se determina por un modo de intensidad, es decir, lo que caracteriza a un individuo es un conjunto de relaciones de movimiento y reposo, de velocidad y lentitud, desde el momento en que efectúan siempre la misma relación de velocidad y de lentitud, le pertenecen, a esto se denomina estilo, cada uno es quien es por su característico estilo o manera de ser, esa es su identidad. Desde esta tesis ontológica, se pueden eliminar dos posiciones que se han sostenido en la historia del pensamiento: o una concepción cualitativa del individuo que busca la individuación en una cualidad o una concepción extensiva que buscaría la individualidad en una extensión cualquiera. La individualidad no es ni cualitativa ni cuantitativa, es intensiva, dado que se define al individuo como grado de potencia, como paquete de relaciones, que en tanto que grado de potencia se expresa en una relación de movimiento y reposo, de velocidad y lentitud, y además que sus partes le pertenecen según una relación cualquiera, no arbitraria, sino una cualquiera, de allí que singular. Concebir al sufriente psíquico como individuo, compromete a su médico tratante a ubicarlo en un contexto socio-histórico donde ese singular se ha constituido, es allí donde los conceptos tendrán un sentido como praxis, en la cual no se lo cristaliza como padeciendo ser el caso del universal: la enfermedad mental. Si un paciente se ve como un caso, se torna atemporal, queda fuera de su contexto, por esto el médico psiquiatra necesita saber de dónde vienen sus saberes, de qué orden de discurso viene su forma de mirar y de conceptualizar. Dado que lo colectivo sólo existe si una individuación lo instituye, es histórico. El individuo se constituye como una relación, es decir, no sólo posee un determinado número de partes, sino que es preciso que esas partes le pertenezcan bajo una relación, si la relación falta, entonces no son las partes de ese individuo. El hilo de Ariadna, que constituye la red de los saberes actuales, nos impone la necesidad de volver a atar el corte que la modernidad ha realizado, al dejar de un lado el conocimiento y del otro lado el poder, se trata de volver a mirar desde un campo teórico unificado, es decir, político, aquel sitio de inclusión en que el mundo se conceptualice desde una tesis ontológica. Bibliografía 1. Deleuze G. En medio de Spinoza, Cactus, Buenos Aires, 2008. 2. Latour B. Nunca fuimos modernos, Siglo XXI, Buenos Aires, 2007. 3. Simondon G. La individuación, Cactus, Buenos Aires, 2009. 4. Spinoza B. Ética, Acervo Cultural, Buenos Aires, 1977. 5. Deleuze G. El pliegue, Paidós, Barcelona, 1989. 6. Foucault M. Hermenéutica de sujeto, FCE, Buenos Aires, 2002. 26 // EDITORIAL SCIENS
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