Psiquiatría 3:9, Marzo 2010 indefectiblemente de un particular estado de ánimo patológico depresivo o al menos de desagrado. Las sensaciones corporales internas son erróneamente interpretadas como evidencia inequívoca de la actividad del parásito. En metaanálisis de 1.223 casos recabados durante 100 años, Trabert observó un predominio en mujeres que aumentaba con la edad. La duración del delirio era de 13 ± 4.6 años. El aislamiento social era más un rasgo premórbido que un fenómeno secundario, y el pronóstico no era tan desfavorable como se suponía. En la actualidad se sabe que el pronóstico mejora considerablemente cuando el período sintomático previo al tratamiento es muy corto. Los síntomas más comunes son prurito intenso, ardor y sensación de picadura o mordedura, que son provocadas por un estado alucinatorio táctil, alucinaciones visuales y/o percepciones delirantes e ilusiones, con la recolección de escamas o pequeños fragmentos de piel que el paciente equipara con parásitos. Los fragmentos o escamas son llevados al dermatólogo en frascos de vidrio o pequeñas cajas (signo de la caja de fósforos). Por lo general, los sujetos que sufren este padecimiento son mujeres entre la cuarta y la quinta décadas de la vida, que viven solas y que han tenido una experiencia traumática reciente. Relatan en su mayoría haber acudido a las consultas con múltiples médicos sin haber podido resolver su problema, así como refieren el uso de distintos medicamentos y de sustancias cáusticas e insecticidas. Recurren con frecuencia al rascado, al frotamiento de la piel con diversas sustancias desinfectantes, por lo que no es raro que se agreguen ulceraciones, dermatitis de contacto, lesiones por rascado, infecciones oportunistas, etcétera, alteraciones de la piel que ellas atribuyen a la presencia del parásito (ideación delirante hipocondríaca). En el interrogatorio dicen experimentar una sensación reptante, mientras que en la exploración física se aprecian desde escoriaciones hasta verdaderas úlceras de figuras abigarradas y bordes netos, que fácilmente se perciben como autoinflingidas. El delirio de parasitosis se puede manifestar como trastorno psicótico compartido, o forma de folie a deux. Ésta es una situación poco común, en la que la persona que convive y tiene una relación afectiva estrecha con el paciente, comparte la idea delirante. El sujeto que sufre inicialmente el trastorno se llama “inductor” o “caso primario”, el sujeto influenciado que comparte su creencia es el “inducido”. Análisis de los síntomas Para Jaspers el cuerpo constituye la única parte del mundo que es simultáneamente sentida por dentro y percibida en su superficie, por eso es vivenciado como objeto, pero también como parte de mí mismo. Sentirse y percibirse son funciones que están indisolublemente unidas formando parte del “yo”, por lo tanto las sensaciones del cuerpo con las que se construye el ser consciente y los sentimientos del estado corporal son los mismos, inseparables pero distinguibles. El filosofo Scheller habla de la existencia de sensaciones corporales a las que considera se acompañan forzosamente de una tonalidad afectiva que puede ser placentera o displacentera, a esta dupla inseparable (sensación corporal + tonalidad afectiva), llama sentimientos sensoriales o sentimientos corporales localizados. López Ibor divide los sentimientos en cuatro estratos, según el grado de complejidad afectiva con que se vivencien: 1. Sentimientos sensoriales: estados corporales localizados, placenteros o displacenteros, nacen en algún lugar del organismo, de ellos no se guarda recuerdo con repercusión pática (emocional); por ejemplo, dolor de muelas, sensación de viento fresco en la cara, hambre dolorosa, etcétera. 2. Sentimientos vitales: estados corporales difusos, no localizados, placenteros o displacenteros, son endógenos, nacen de la estructura vital del yo corporal; por ejemplo, sentir bienestar, sentir malestar, sentir energía, sentir agotamiento, etcétera. 3. Sentimientos psíquicos: estados psíquicos, placenteros o displacenteros, originados en la reacción de la psique a un acontecimiento externo, por ejemplo, alegría por aprobar un examen, tristeza por perder un amigo, etcétera, de estos se tiene recuerdo con repercusión pática. Se viven en el yo psíquico. 4. Sentimientos espirituales: son estados absolutos del yo, nacen de la espiritualidad de una persona, determinan una forma de ser, más que una forma de sentir; por ejemplo, ser feliz, ser pesimista. Los estratos interaccionan así, una persona puede ser feliz porque es su manera de ser y, a la vez, estar triste por una pérdida económica. Es difícil de entender, pero justamente de allí deriva la complejidad de los sentimientos humanos. Para Kleist los fenómenos de la vida psíquica se dividen en homónimos, intermedios y heterónimos. Si se aplican estos conceptos a los sentimientos corporales, que son los que nos interesan en este apartado, se tendrían: a) Síntomas corporales homónimos: son aquellos que, por su forma de manifestarse, resultan similares a enfermedades corporales conocidas y son: • Primarios: son sensaciones del cuerpo sin suficiente estrato fisiopatológico; por ejemplo, dolor en el pecho, dolor de cabeza, mareos, molestias vegetativas; no preocupan al paciente, y la consulta es con el médico clínico. • Secundarios: son sensaciones corporales a las que el paciente atribuye excesiva importancia, las relata con detalle, se autoobserva y se preocupa en demasía, es el típico en b) Síntomas corporales heterónimos: son aquellos que por su forma de manifestarse se vivencian como algo nuevo, no se parecen a nada conocido y son el producto de una psique patológica. Se expresan comparándolas con algo conocido o como una metáfora, por ejemplo, como si la cabeza estuviera vacía, como si el hígado fuera de piedra, etcétera. • Primarios: corresponden a los trastornos de la cenestesia en sentido estricto, la actitud de los enfermos es de perple- EDITORIAL SCIENS // 15
Dra. Norma Derito, Dr. Alberto Monchablon Espinoza jidad o angustia, se quejan con frecuencia de sus sufrimientos. • Secundarios: son similares a los primarios, pero se agregan interpretaciones erróneas irreductibles de las alteraciones patológicas de los sentimientos corporales que, generalmente, adquieren el carácter de la influencia externa con matiz persecutorio. Estas sensaciones corporales normales y anormales pueden ser localizadas o difusas, y pueden tener una connotación afectiva agradable o desagradable. Menciona Jaspers a Head, quien sostiene que las impresiones espaciales –quinestésicas, táctiles, ópticas– forman modelos organizados de nosotros mismos que se pueden llamar esquemas corporales. Para Wernicke, la conciencia del estado corporal y el esquema espacial del cuerpo constituyen en conjunto la somatopsiquis. Participan de esta todas las sensaciones; algo menos el ojo y el oído que necesitan de un estímulo violento a corta distancia; también el olfato y el gusto. Para Jaspers las sensaciones corporales normales pueden ser divididas en tres grupos: 1. De la superficie del cuerpo 2. Del movimiento y del espacio 3. De los órganos Térmicas Ápticas Hígricas Estado de los órganos internos (no hay registro) Para el mismo autor, las sensaciones corporales anormales se pueden dividir en cuatro grupos: 1. Alucinaciones de los sentidos corporales 2. Sensaciones vitales Quinestésicas Vestibulares Térmicas Ápticas Hígricas Alucinaciones musculares de Cramer Alteraciones de la existencia corporal El caso que nos ocupa, el delirio de los dermatozoos de Ekbon, se puede clasificar dentro de las enfermedades mentales monosintomáticas, que presentan: síntomas corporales heterónimos primarios. Esos síntomas corresponden a sensaciones corporales anormales de la superficie del cuerpo (alucinaciones de los sentidos corporales térmicas, ápticas, hígricas, etcétera). Se afecta patológicamente el estrato de los sentimientos sensoriales (Scheller, López Ibor). Al no tener influencia externa, no se lo puede incluir dentro del grupo secundario que abarca todo el espectro esquizofreniforme, por lo que quedaría dentro del grupo de las depresiones psicóticas. Atento al complejo sintomático tenemos dos posibilidades: • Psicosis endógena crónica monosintomática, que pertenecería al círculo de las fasofrenias, y puede incorporarse como una forma peculiar de manifestarse la depresión hipocondríaca. Según Leonhard, la depresión hipocondríaca pertenece a las depresiones puras monopolares. En general, esta enfermedad manifiesta sensaciones corporales erróneas en los órganos internos; en el caso de las parasitosis externas, las sensaciones corporales erróneas quedarían circunscriptas al órgano de la piel y las mucosas. • Psicosis exógenas, que se manifiestan con estas sensaciones corporales anormales, especialmente de la menopausia y la presenilidad (arterioesclerosis, tóxicas, metabólicas, tumorales, etcétera). Si se acepta la propuesta, el origen de la psicosis sería afectivo con compromiso patológico, especialmente de los sentimientos sensoriales o corporales, el estrato más primitivo de los sentimientos y el estrato de los sentimientos vitales. Sus síntomas esenciales son sensaciones corporales anormales localizadas, en este caso en el órgano de la piel y las mucosas; en la forma de alucinaciones táctiles, picazón, quemadura, pinchazo, reptación, que son interpretadas por el paciente como producto de la infestación sufrida por parásitos, desgracia que le ha tocado en suerte. No atribuye a nadie la culpa del suceso, hecho que descarta el componente de influencia externa y, por lo tanto, desecha su inclusión en las formas esquizofreniformes. El paciente se cree responsable de su dolencia, por no higienizarse o desinfectarse lo suficiente como para haberlo evitado. Cree ver los parásitos, ácaros, gusanillos; en ocasiones parecen alucinaciones visuales, que en algunos casos probablemente lo sean, en otros, cuando se le pide al paciente que identifique los parásitos, señala granitos, manchitas de la piel, la coloración azulada de las venas, diciendo que esos son los animalitos que lo invaden. De ello se deduce que más probablemente se trate de percepciones o ilusiones delirantes surgidas por el afecto patológico que acompaña a estas sensaciones corporales anómalas. 3. Influencia externa en las vivencias corporales 4. Posiciones del cuerpo Sensaciones corporales hechas desde afuera Conclusiones De lo expuesto se deduce que el delirio de los dermatozoos de Ekbom, al carecer de la característica que le da la presencia de ideas de influencia externa, sería una forma peculiar de depresión psicótica hipocondríaca de origen endógeno (que for- 16 // EDITORIAL SCIENS
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