Psicofarmacología 24:135, xxx de 2024 Mariano José Scolari Farmacéutico. Especialista en Farmacia Hospitalaria Fecha de recepción: 16 de noviembre de 2021 Fecha de aceptación: 12 de enero de 2022 Actualización en psiconeurofarmacología: Pimavanserina Resumen Alrededor del 60% de los pacientes con enfermedad de Parkinson experimentan síntomas psicóticos. La psicosis de la enfermedad de Parkinson forma parte de los trastornos no motores de la patología. Su abordaje es un desafío clínico, ya que los antipsicóticos disponibles bloquean, en mayor o menor medida, los receptores dopaminérgicos de la vía nigroestriatal. Sin embargo, clozapina y quetiapina, han mostrado beneficios en el control de los síntomas de psicosis. La dificultad se halla en que sus efectos adversos, entre ellos, la sedación, pueden hacer que estos medicamentos sean inaceptables. Considerando la capacidad de la clozapina y la quetiapina de bloquear el receptor 5-HT 2A , se diseñó la pimavanserina. Se trata de un agonista inverso de alta afinidad de dicho receptor, con escasa actividad sobre el 5-HT 2C . No se ha detectado, hasta la fecha, actividad sobre otros tipos de receptores. Los ensayos clínicos realizados con pimavanserina han mostrado superioridad frente a placebo en el manejo de la psicosis de la enfermedad de Parkinson, con un perfil de efectos adversos aceptable. Estos hallazgos fueron la base para su aprobación por las agencias regulatorias sanitarias. En el último tiempo, se ha probado pimavanserina en pacientes con trastorno depresivo mayor, aunque con resultados discordantes. Palabras clave Pimavanserina – Enfermedad de Parkinson – Psicosis – Trastorno depresivo mayor. Scolari Mariano. “Actualización en psiconeurofarmacología: Pimavanserina”. Psicofarmacología 2024;135:15-20. Puede consultar otros artículos publicados por los autores en la revista Psicofarmacología en sciens.com.ar Introducción La enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno neurodegenerativo padecido por millones de personas en todo el mundo. Afecta fundamentalmente a las neuronas dopaminérgicas del sistema nigroestriatal, produciendo una disminución en el tono de dopamina. Dicha disminución, se corresponde con los síntomas motores de la enfermedad (temblor, bradiquinesia, rigidez, trastornos posturales, entre otros). De hecho, este conjunto de síntomas fueron los primeros en caracterizar la patología, y su progresión lleva al paciente a un grado visible de discapacidad, con aumento de morbimortalidad y afectación de su entorno. El tratamiento primario consiste en la restauración del tono dopaminérgico nigroestriatal para atenuar los trastornos motores (1). Sin dudas, el medicamento más representativo es la L-dopa, asociada a carbidopa o benserazida, la cual se convierte en dopamina en el sistema nervioso central. Luego se incorporaron al arsenal terapéutico, los EDITORIAL SCIENS // 15
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