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Actualización en psiconeurofarmacología: Pimavanserina. Mariano José Scolari

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Alrededor del 60% de los pacientes con enfermedad de Parkinson experimentan síntomas psicóticos. La psicosis de la enfermedad de Parkinson forma parte de los trastornos no motores de la patología. Su abordaje es un desafío clínico, ya que los antipsicóticos disponibles bloquean, en mayor o menor medida, los receptores dopaminérgicos de la vía nigroestriatal. Sin embargo, clozapina y quetiapina, han mostrado beneficios en el control de los síntomas de psicosis. La dificultad se halla en que sus efectos adversos, entre ellos, la sedación, pueden hacer que estos medicamentos sean inaceptables. Considerando la capacidad de la clozapina y la quetiapina de bloquear el receptor 5-HT2A, se diseñó la pimavanserina. Se trata de un agonista inverso de alta afinidad de dicho receptor, con escasa actividad sobre el 5-HT2C. No se ha detectado, hasta la fecha, actividad sobre otros tipos de receptores. Los ensayos clínicos realizados con pimavanserina han mostrado superioridad frente a placebo en el manejo de la psicosis de la enfermedad de Parkinson, con un perfil de efectos adversos aceptable. Estos hallazgos fueron la base para su aprobación por las agencias regulatorias sanitarias. En el último tiempo, se ha probado pimavanserina en pacientes con trastorno depresivo mayor, aunque con resultados discordantes.

Mariano

Mariano José Scolari ticos y podrían ser necesarios ajustes en la dosis de PVS. Por otro lado, los inductores del CYP3A4 (rifampicina, fenitoína, carbamazepina, hierba de San Juan, otros), reducen los niveles plasmáticos de PVS y se recomienda evitarlos. Experiencia clínica Psicosis de la Enfermedad de Parkinson En 2010, Meltzer y colaboradores (15), publicaron un estudio de fase 2, multicéntrico, randomizado, doble ciego y controlado con placebo. La dosis de inicio de PVS fue de 20mg, pudiéndose escalar a 40 y 60mg, en los días 8 y 15, respectivamente, según respuesta clínica. Se incluyeron 60 pacientes de los cuales 29 se aleatorizaron a la rama PVS y 31 a la rama placebo. Se observó un descenso significativo de las alucinaciones a nivel global en el grupo PVS con un tamaño de efecto del 42% (p

Psicofarmacología 24:135, xxx de 2024 por peoría de los síntomas motores en UPDRS. Finalmente, la quetiapina no mostró diferencia contra placebo en BPRS y UPDRS. Trastorno depresivo mayor Luego, de la aprobación de la PVS para el manejo de la PEP, los investigadores comenzaron a probarla en pacientes con trastorno depresivo mayor (TDM). Esto se basa en el hecho de que el bloqueo 5-HT 2A tendría efectos antidepresivos. Las primeras observaciones fueron hechas con risperidona (antagonista 5-HT 2A y D2) a dosis bajas en pacientes con TDM. Se observó una mejora en la respuesta a los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) en los pacientes a los cuales se les había administrado el AP (19). Considerando la farmacodinamia de la PVS, podría esperarse que ejerciera efectos antidepresivos como los descritos para risperidona. Con esta base farmacológica, se realizó el estudio CLARI- TY (20). Se trató de un estudio fase 2, multicéntrico, aleatorizado, doble ciego y controlado contra placebo. Los pacientes fueron aleatorizados en razón 3:1 a recibir placebo o PVS 34mg (40mg como tartrato) por día en adición a su tratamiento con ISRS de base. Luego de 5 semanas, en una segunda etapa, los pacientes placebo que no respondieron al tratamiento, se aleatorizaron nuevamente a continuar con placebo o bien, PVS durante 5 semanas más. Así se evaluó eficacia a la semana 10 y seguridad al día 30. Como medidas de eficacia se utilizaron, la Hamilton Depression Rating Scale (HDRS) y la Sheehan Disability Scale (SDS). Se incluyeron 155 pacientes en la rama placebo y 52 en la rama PVS. Luego de una semana de tratamiento se observaron mejoras significativas, desde la línea de base, en los pacientes tratados con PVS (durante la primera etapa), tanto en la HDRS como en la SDS. El tamaño del efecto estimado fue del 38,4% para la HDRS y del 50,2% para la SDS. No se observaron diferencias significativas para los pacientes aleatorizados en la etapa 2. Los efectos adversos más comúnmente observados en los pacientes tratados con PVS fueron: sequedad de boca, náuseas y cefalea. No se detectaron alteraciones clínicamente significativas en el electrocardiograma. Luego de la publicación de los resultados el estudio CLA- RITY, Papakostas y colaboradores (21), realizaron un análisis post hoc de dicho ensayo. Pusieron el foco en pacientes con TDM que presentasen ansiedad comórbida. Se basaron en que el 50% de los pacientes con TDM presentan algún trastorno de ansiedad, el cual no solo empeora la calidad de vida del paciente si no que, además, se comporta como factor de riesgo para recurrencia del TDM. Para identificar dichos pacientes dentro de la cohorte del CLARITY, utilizaron la HDRS con un factor de ansiedad/somatización igual o superior a 7. Definieron como desenlace de eficacia una reducción de al menos 50% de la HDRS (respuesta) y un descenso por debajo de 7 en la subescala de ansiedad/somatización (remisión). Se observó una tasa de respuesta del 55,2% en el grupo de PVS y del 22,4% en el grupo placebo (p

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