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Adicciones, lo que la pandemia dejó. Lo que pasó en Argentina Dra. Débora Serebrisky, Lic. Nicolás Segovia

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Adicciones, lo que la pandemia dejó. Lo que pasó en Argentina Dra. Débora Serebrisky, Lic. Nicolás Segovia

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D Serebrisky // Adicciones había incrementado. También se ha observado un aumento del uso no médico de medicamentos durante el mismo periodo. Entre 2010 y 2019, el número de consumidores de drogas aumenen un 22%, debido en parte al aumento de la población mundial. Basadas únicamente en los cambios demográficos, las proyecciones actuales sugieren un alza del 11% en el número de personas que consumen drogas a nivel mundial para 2030. Según las últimas estimaciones globales, alrededor del 5,5% de la población de entre 15 y 64 años ha consumido drogas al menos una vez durante el último año; mientras que 36,3 millones de personas, es decir, el 13% del total de quienes utilizan drogas, sufren trastornos por su consumo. Los mercados de droga en la web oscura surgieron hace apenas una década, pero los más grandes alcanzan ya un valor de al menos 315 millones de dólares en ventas anuales. La rápida innovación tecnológica, combinada con la agilidad y adaptabilidad de quienes utilizan las nuevas plataformas para vender medicamentos y otras sustancias, puede dar paso a un mercado globalizado en el que todas las drogas estén más disponibles y accesibles en cualquier lugar. Esto, a su vez, podría desencadenar cambios acelerados en los patrones de consumo de drogas y tener implicaciones para la salud pública, según el Informe publicado en junio de 2021 por UNODC. El nuevo Informe muestra que los mercados de drogas han reanudado rápidamente sus operaciones después de la disrupción inicial al comienzo de la pandemia; un repunte que ha desencadenado o acelerado ciertas dinámicas de tráfico ya existentes en el mercado mundial de la droga. La resiliencia de los mercados de la droga durante la pandemia ha demostrado una vez más la capacidad de los traficantes para adaptarse rápidamente a los cambios de contexto y circunstancias. Por suerte, no solo los narcotraficantes han mostrado capacidad de adaptación. El COVID-19 también ha desencadenado la innovación y adaptación de los servicios de prevención y tratamiento de las problemáticas relacionadas con el uso de drogas, por medio de modelos más flexibles. Muchos países han introducido o ampliado los servicios de medicina a distancia debido a la pandemia, lo que significa que el personal sanitario puede ahora ofrecer asesoramiento o evaluaciones iniciales por teléfono y distintas plataformas virtuales, a las personas que consumen drogas, y también utilizar sistemas electrónicos para prescribir sustancias controladas. Aunque todavía no se conoce por completo el impacto del COVID-19 en los desafíos relacionados con las drogas, los análisis sugieren que la pandemia ha provocado un aumento de las dificultades económicas, lo que probablemente haga que el cultivo de drogas ilícitas sea más atractivo para las frágiles comunidades rurales. El impacto social de la pandemia -que ha causado una mayor desigualdad, pobreza y afecciones en la salud mental, especialmente entre las poblaciones ya vulnerables- representa factores que podrían empujar a más personas al consumo de drogas. En abril de 2020 se informó que, al igual que lo hicieran Panamá y México, 50 municipios de Argentina aprobaron una “Ley seca” que prohibió la venta y el consumo de cerveza, vino o cualquier tipo de bebida que contenga alcohol. Las autoridades tomaron esta decisión con el objetivo de evitar la ingesta alcohólica y reducir el número de casos por violencia de género mientras durara el confinamiento, habiéndose detectado 18

un aumento considerable de las denuncias desde el comienzo de la cuarentena. Estos 50 municipios en los que rigió la “Ley seca” (La Nación, 2020) ya sea a mandato de los cargos públicos del municipio o por una orden policial, incluyeron doce provincias: Catamarca, Córdoba, Chaco, Jujuy, La Rioja, Neuquén, Salta, Santiago del Estero, Río Negro, Misiones, Mendoza y Santa Fe. Sin embargo, no en todas las provincias se reguló de la misma manera. Algunas prohibieron totalmente la circulación y la venta de productos vinícolas, mientras que en otras sólo se prohibieron las vinerías y licorerías como locales autorizados. La Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, publicó la edición 2020 del Informe de Femicidios de la Justicia Argentina. Según dicho informe, se identificaron 251 víctimas directas de femicidio en la República Argentina entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2020. Tomando como cifra conjunta las víctimas letales de la violencia de género, esto es, sumando víctimas directas de femicidio y víctimas de femicidio vinculado, se observa un incremento del 12% de 2019 a 2020, ya que pasa de 256 a 287 casos, siendo en el año 2020 la cifra más alta de la serie. En ese año se vio un incremento relativo en el segundo trimestre del año, coincidente con las restricciones a la movilidad implementadas a raíz de la pandemia de COVID-19. La cuarentena El 12 de marzo de 2020 se decreta la Emergencia Sanitaria en la República Argentina (Decreto 260/2020), y a continuación se decreta el “aislamiento social, preventivo y obligatorio” (ASPO): “A fin de proteger la salud pública, lo que constituye una obligación inalienable del Estado nacional, se establece para todas las personas que habitan en el país o se encuentren en él en forma temporaria, la medida de “aislamiento social, preventivo y obligatorio” en los términos indicados en el presente decreto. La misma regirá desde el 20 hasta el 31 de marzo inclusive del corriente año” (Decreto 297/2020). Lo primero que hay que tener en cuenta es que la cuarentena es un desafío. Los pocos estudios previos sobre psicología y cuarentena plantean la cuarentena en términos de una elección entre la infección o la alteración psicológica que se puede agravar en una persona, como producto del encierro. Por ende, sugieren pensarlo como el mal menor, si se tiene en cuenta el contexto de pandemia. La pandemia y la cuarentena pueden traer consigo las siguientes emociones: miedo, frustración, enojo, ambivalencia, desorganización, aburrimiento, tristeza, soledad, encierro y ansiedad. El Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas de los EE.UU. (NIDA, 2020) divide a los consumidores de sustancias psicoactivas en dos grandes grupos: 1. Quienes consumen para sentirse bien, buscando sensaciones intensas de placer que pueden ser producidas por algunas sustancias. A esta euforia inicial le siguen otros efectos que varían según la droga que se consuma. Por ejemplo, con estimulantes como la cocaína, después de la euforia siguen sensaciones de poder, autoconfianza y más energía. En contraste, a la euforia que causan los opioides como la heroína le siguen sensaciones de relajación y satisfacción. 2. Quienes consumen para sentirse mejor. Algunas personas que sufren de ansiedad social, estrés o depresión comienzan a con- 19

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