Views
4 years ago

Benjamin Ball y la claustrofobia - F Allegro

  • Text
  • Sciens
  • Historia
  • Psiquiatría
  • Claustrofobia
  • Benjamin ball
  • Allegro
  • Psiquiatria
Historia de la Psiquiatría. Benjamin Ball fue un médico que nació en Nápoles el 30 de abril 1833 pero que realizó su desarrollo profesional en Francia. Hijo de padre inglés y de madre suiza, se naturalizó adquiriendo la nacionalidad francesa en 1848. Discípulo de Moreau de Tours y asistente de Lasègue, en su desarrollo académico llegó a ser el primer profesor de Clínica de las Enfermedades Mentales de la Facultad de París. Publicó varios tratados: Leçons sur les maladies mentales; Morphinomanie. De la responsabilité partielle des aliénés, les frontières de la folie, les rêves prolongés; La folie érotique; Du délire des persécutions, ou Maladie de Lasègue, etc.

Benjamin Ball y la claustrofobia - F Allegro

Historia de la Psiquiatría Benjamin Ball y la claustrofobia Dr. Fabián Allegro Médico. Especialista en Psiquiatría. Doctor en Filosofía. Presidente de la Sociedad Argentina de Psicopatología de la Asociación Médica Argentina. Adjunto de la Cátedra Escuela Francesa II de la Facultad de Psicología, UBA. Jefe de Trabajos Prácticos de las materias Salud Mental y Psiquiatría de la Facultad de Medicina, UBA. Coautor del Código de Ética de la Asociación Médica Argentina. Benjamin Ball fue un médico que nació en Nápoles el 30 de abril 1833 pero que realizó su desarrollo profesional en Francia. Hijo de padre inglés y de madre suiza, se naturalizó adquiriendo la nacionalidad francesa en 1848. Discípulo de Moreau de Tours y asistente de Lasègue, en su desarrollo académico llegó a ser el primer profesor de Clínica de las Enfermedades Mentales de la Facultad de París. Publicó varios tratados: Leçons sur les maladies mentales; Morphinomanie. De la responsabilité partielle des aliénés, les frontières de la folie, les rêves prolongés; La folie érotique; Du délire des persécutions, ou Maladie de Lasègue, etc. En una ponencia en la Société médico-psychologique, el 8 de julio de 1879, presentó un caso que ha sido tomado como la primera descripción de un cuadro clínico que él mismo denominará: claustrofobia. En dicha comunicación (publicada en los Annales médico-psychologiques, 6a serie, T. II, Editorial. G. Masson, Paris, 1879; bajo el título: De la claustrophobie) hace una descripción tan profunda y minuciosa de una serie de casos, que ameritó la calidad de jerarquizarlos como una nueva entidad nosográfica. En la observación partió de las consideraciones que habían sido expuestas por otros autores (como Legrand du Salle) sobre los casos de miedo a los espacios abiertos. Pero, a partir del estudio de un caso comienza a pensar en la oportunidad de definir una nueva entidad, y para iluminar las diferencias clínicas dentro de las fobias propuso el término claustrophobie o miedo a los espacios cerrados. Este término resulta de la composición de la palabra latina claustra (cierre) y de la griega phobós (miedo). Ball relala consulta de un paciente, un joven extranjero que padecía una blenorragia y presentaba una manifestación clínica de un delirio de contacto, como había sido descripto por Legrand du Saulle. En la primera consulta el joven manifestó detalladamente su problema, que presentaba como denominador común, una actitud evitativa ante cualquier contacto impuro. Esto llegó a conformar un delirio de limpieza: padecía del impulso de utilizar guantes en forma permanente para evitar contactos peligrosos, este delirio fue aumentando hasta invadir todas las actividades de su vida. Pero en la segunda visita el paciente comienza a contar un trastorno que a Ball le llala atención: el paciente relata que en varias ocasiones, especialmente durante la noche, se sentía presa del pánico hostigado por la idea de estar atrapado en un lugar cerrado. Era absolutamente necesario que en todo sitio las puertas y ventanas permaneciesen abiertas. Esta preocupación llegó al extremo de tener que salir de todo encierro (especialmente en su casa) y vagar por las calles, o bien, permanecer en un lugar abierto durante toda la noche hasta el amanecer. Durante esos estados padecía de una sensación que no podía comunicarla más que por una expresión de una ansiedad constrictiva comparable con la idea de estar acorralado o apretado contra una pared que le impedía avanzar o retroceder. Del mismo modo, Ball describió el caso de una mujer de 36 años, hija de padres separados, que había tenido un desarrollo saludable durante los primeros años de su vida, que se había casado tempranamente y que había tenido tres hijos. La paciente se encontraba muy bien hasta que en un determinado momento, y coincidiendo con una fiebre tifoidea, comenzó a exteriorizar una cefalea continua y una extraña amnesia. Ella decía que no recordaba las cosas y sin embargo mostraba que evidentemente su memoria permanecía intacta. De igual modo, se quejaba de que no podía advertir o recordar lo que ella misma había dicho en el instante anterior. Sufría ataques de forma histérica y había desarrollado una irritabilidad extrema de tal magnitud que caía en arrebatos de ira al extremo de agredir a la gente. Estos ataques solían ser continuados con una gran tristeza con pensamientos de suicidio. Finalmente, (un detalle destacado por Ball) había surgido una aversión al sexo que la hacía huir de su marido cada vez que éste mostraba algún interés erótico. El relato de los miedos a los espacios cerrados fue tomando un tenor dramático: ella contó que estando de visita en una torre, y a medida que subía a ella junto con su familia, le asaltó un miedo extremo frente a la idea de estar encerrada; entonces comenzó a golpearse la cabeza sin sentir dolor alguno y pensó que su hora le había llegado, descendió abruptamente de la torre y cuando salió del lugar la crisis se disipó inmediatamente. La paciente relató otras ocasiones similares y dijo que su verdadero mal es el miedo a estar cercada. Cuando estaba en su casa, para poder aliviarse, debía cerciorarse que la puerta principal no estuviese cerrada o bloqueada. Ball hizo notar que en medio de esta efervescencia confusa, en la que los pacientes no pierden la conciencia de su estado, se daba el hecho de que apareciese un “delirio especial” y, si bien algunos autores se habían referido a él -y Ball lo reconociócomo Meschede, Raggi, Beard, etc., ellos usaban diferentes nombres para denominar a este cuadro, lo cual generaba imprecisión. Ball, teniendo en cuenta estas referencias y apoyándose en su propia clínica, concluyó que este estado, en primer lugar, no era una forma especial de delirio y se caracterizaba por el miedo a los espacios cerrados. En segundo lugar, era una verdadera psicosis, y no sólo un trastorno sensorial, aunque el paciente era consciente de su estado. En tercer lugar, dijo que era necesario designar a este nuevo cuadro bajo el nombre de: claustrofobia; expresión que, aunque no fuese correcta etimológicamente, tenía el mérito de poder transmitir, conceptualmente, una “claridad perfecta”. Benjamin Ball murió en París en 1893. 38 // EDITORIAL SCIENS

Biblioteca