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Contribuciones a la ética

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Él debe tener bien

Él debe tener bien claro que es de su exclusiva responsabilidad el desarrollo por ejemplo de un acto quirúrgico, o de la asistencia de un enfermo que está incapacitado de conciencia (por ejemplo, en estado de coma). Cuando el paciente participa activamente de la ejecución de la asistencia En este caso, tanto el compromiso como la responsabilidad deben ser compartidas. Aquí se trata de que el desarrollo del tratamiento es un proceso que puede ser más o menos prolongado. Hay tratamientos que duran días, semanas, meses, años y algunos pueden ser de toda la vida. En estos casos, ambos, médico y paciente, son protagonistas responsables del proceso. El compromiso debe ser de ambos, y cada uno le corresponde una responsabilidad determinada. Esto se ve muy claramente en los tratamientos de los hipertensos o de los diabéticos, en los que la evolución es muy diferente si el paciente colabora o no. En los tratamientos psicoterapéuticos, el grado de compromiso y de responsabilidad del paciente es básico en la evolución del tratamiento. Pero también es muy importante tener presente que en la misma es un factor determinante el grado de capacitación y experiencia del terapeuta. Es importante tener bien clara la responsabilidad que deben asumir tanto el profesional como el paciente. De ambos depende el buen uso que se haga con ella. El sano compromiso promueve la generosidad, el afecto, el deseo de lograr bienestar. Esto significa que abarca cometidos que trascienden. Cuando éstas situaciones alcanzan un nivel óptimo, entonces el compromiso no es vivido como una carga sino como una situación placentera. EDITORIAL SCIENS 27

L Allegro // Contribuciones a la ética La “Regla de Oro” de la ética La ética siempre ha ocupado un lugar prominente en el pensamiento humano. Esto se ha hecho más evidente en el campo de la filosofía y de las religiones. El punto central consiste en encontrar valores para aplicar al comportamiento humano. Dentro de esto, siempre se ha buscado fundamentar una norma o un pensamiento que fuese global, abarcativo, que tuviese una validez categórica, no meramente eventual y que pudiera ser aplicado en forma general a todas las situaciones. Las religiones suelen ofrecer una norma suprema de conciencia, un imperativo categórico cuyo alcance llegue a grados importantes y superiores de profundidad y radicalidad. Así es como surge una especie de "regla de oro" de la ética, que es una norma no hipotética y condicionada, sino firme, categórica, apodíctica e incondicional, que puede ser aplicada en todas las situaciones en las que una persona se vea obligada a actuar. Dentro de estas reglas de oro, hay una que se la atribuye a Confucio (551-489 a.C.) que dice: “Lo que no deseas para tí, no lo hagas a los demás.” Esta misma idea la expone Rabbi Hillel (60 a. C.- 10 d.C.) en el judaísmo, en: “No hagas a los otros lo que no quieres que te hagan a tí.” San Mateo, en el cristianismo, dice: “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacedlo también vosotros.” En el mismo cristianismo donde más se desataca es en el: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” El imperativo categórico de Kant viene a constituir una invención moderna y racional de esta norma: “Actúa de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda servir en todo momento de principio de una legislación general.” O dicho de otro modo: “Actúa de tal manera que, tanto en tu persona como en la de los demás, utilices siempre a la humanidad como un fin, y no como simple medio.” En la religión hindú, esto es la suma del deber: “No hagas nada a otros que si te lo hicieran a tí te pudiera causar dolor.” (El Mahabarata). La religión budista enseña: “No dañes a otros con lo que pudiera dolerte a ti mismo.” (Udana-Varga). La religión musulmana enseña: “Ninguno de ustedes es creyente hasta que desee para su hermano, lo que desee para sí mismo.” (Hadit). La fe BAHA enseña: “No deberías desear para otros lo que podrías no desear para tí mismo, ni prometer lo que no puedas cumplir.” (El Libro de la Certidumbre). Algunas otras fuentes: “No hagas a tu vecino lo que no pudieras sufrir tu mismo.” (Pitacos de Lesbos, 650-570 a.C.). “No hagas a otros lo que te enoja si te lo hacen a tí.” (Isocrates, 436-338 a.C.). Las bases psicológicas en las que se sustenta esta “regla de oro” La psicología ha estudiado que la "per- 28

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