Dolor 1:1, Marzo de 2024 familiar, y que si se prolongan o son cada vez más importantes podrán afectarnos negativamente a nivel social al modificar nuestra calidad de vida. Por ello, la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP su sigla en inglés) define dolor en su actualización de 2020 más allá de la percepción en sí y sus connotaciones, abarcando las vivencias individuales y sociales de las personas ante tal padecimiento (1). Los cuadros dolorosos según su fisiopatología (Figura 2) pueden clasificarse como nociceptivos, neuropáticos, nociplásticos y mixtos si estas formas se combinan (2), y según su duración, en agudos y crónicos. Mas allá del punto de corte que se tome para definirlo, 3 o 6 meses según autores, el dolor crónico deja de ser un síntoma para convertirse en una entidad nosológica en sí misma con manifestaciones asociadas, como hiperalgesia, alodinia, parestesias o las ya mencionadas reacciones afectivas (3) y que aparecen como consecuencia de una plasticidad neuronal y glial anómala (4). En suma, el dolor nociceptivo es agudo, limitado y de relativamente fácil abordaje, mientras que los dolores neuropático y nociplástico suelen ser crónicos, prolongados y de tratamiento complejo y dificultoso. En este contexto es bueno aclarar que es muy conveniente el diagnóstico precoz del cuadro doloroso para instaurar el tratamiento correspondiente, no solo para un mejor bienestar de los pacientes, sino para prevenir que una forma aguda pueda evolucionar hacia una forma crónica. Desde un punto de vista tradicional las drogas analgésicas se dividen en principales y en secundarias o codayuvantes (5). El primer grupo comprende los antiinflamatorios no esteroides o aspirinosímiles y los hipnoanalgésicos opioides. El segundo abarca drogas sin actividad analgésica primaria como los glucocorticoides, los antidepresivos, algunos antiepilépticos, ciertos agentes simpaticomiméticos y algunos anestésicos. Sin embargo, hoy día, con un mejor conocimiento fisiopatológico y farmacodinámico, surge una recategorización de algunos de los analgésicos secundarios en un tercer grupo, los antihiperalgésicos que son fármacos que sirven para controlar sobre todo la mala evolución de los cuadros dolorosos crónicos devolviendo algo de la calidad de vida perdida; es decir son drogas modificadoras del curso de la enfermedad o DMD, sus siglas en inglés (Figura 2). Desde los años 50 del siglo pasado, tras comprender el papel de las vitaminas del complejo B en el metabolismo neuronal y en la síntesis de componentes membranares y neurotransmisores, se vienen empleando como coadyuvantes analgésicos con más o menos empirismo. Tal los casos de la riboflavina (B2) en la prevención de las crisis de migraña y de la cianocobalamina (B12) sola o asociada con tiamina (B1) y piridoxina (B6) en polineuropatías de distinta etiología y en Figura 1 Tipos de dolor y sus ejemplos Entre paréntesis se indica la posible causa final que lo desencadena. Las formas nociplásticas y neuropáticas tienden a cronificarse muy fácilmente por lo que su tratamiento debe iniciarse lo más pronto posible. EDITORIAL SCIENS // 5
Héctor Alejandro Serra enfermedades dolorosas de columna como dorsalgias, lumbociatalgias, cervicalgias (6-9). Y en esa línea, las tres últimas, también se vienen usando ampliamente en otras patologías traumatológicas y reumatológicas asociadas a antiinflamatorios no esteroides (AINEs) pues se plantea como racional la potenciación terapéutica que redunda en la posibilidad de reducir la dosis del AINE empleado y acortar sustancialmente la duración del tratamiento con menor riesgo de intolerancia. Pero justamente, debido a lo empírico de los planes terapéuticos que las incluyen, al tipo de estudios preclínicos empleados, y al diseño y ejecución de los ensayos clínicos que describen su uso, cualquier resultado positivo o bondad terapéutica que puedan exhibir queda, la mayoría de las veces, empañado por la baja calidad metodológica de estos. Y según se crean o no estos resultados y se repitan en otras partes del mundo podrá encontrase todo un espectro de terapeutas investigadores: desde aquellos entusiastas como los citados (7,8) que resaltan sus bondades y las emplean sistemáticamente sin dudar hasta algunos detractores empecinados que expresan su disconformidad ante los resultados obtenidos y cuestionan la hipótesis que estas vitaminas, y en especial la B12, poseen propiedades analgésicas (10). Por lo tanto, y a pesar de no estar incluidas en la lista de sustancias con utilidad analgésica, es objetivo de este artículo estudiar el papel de las vitaminas del complejo B: B1, B6 y B12 en ciertas formas de dolor, especialmente neuropático; mostrar las evidencias clínicas disponibles, y proponer posibles mecanismos que estas puedan ejercer sobre la fisiopatología del dolor como base para una prescripción racional de las mismas. El papel fisiopatológico de las vitaminas B1, B6 y B12 y sus mecanismos de acción Las vitaminas del complejo B son un conjunto heterogéneo de moléculas esenciales, es decir que no pueden ser sintetizadas por el ser humano y por ende deben ser provistas por la dieta, de naturaleza hidrosoluble que actúan como coenzimas y cofactores en las reacciones metabólicas (9, 11). Tres vitaminas del complejo B se muestran como especialmente necesarias para el funcionamiento del tejido nervioso durante toda la vida y se les ha asignado informalmente la característica de neuroprotectoras, estas son la B1, la B6 y la B12 (9). La tiamina o vitamina B1 es una molécula que se transforma en pirofosfato de tiamina, cofactor enzimático de dos deshidrogenasas-decarboxilasas multiméricas mitocondriales necesarias para el funcionamiento del ciclo de Krebs, la vía Figura 2 Tratamientos analgésicos disponibles ante los tipos de dolor Las flechas indican que procedimientos (farmacológicos y no farmacológicos) deberían emplearse para evitar la evolución de dolores simples de corte nociceptivo a crónicos con inflamación neurogénica o con daño y degeneración que los sostienen. 6 // EDITORIAL SCIENS
Loading...
Loading...