Falacias y verdades de la “devaluación” del cerebro femenino y la “inflación” del cerebro masculino Dr. Roberto Rosler Docente adscripto a la Cátedra del Departamento de Neurocirugía de la Facultad de Medicina, UBA. Jefe de trabajos prácticos de Neurocirugía de la Unidad Docente Hospitalaria del Hospital Británico. Profesor adjunto de Fisiología (Neurofisiología) de la Escuela de Medicina del Hospital Italiano de Buenos Aires. Profesor adjunto de Fisiología (Neurofisiología) de la Facultad de Medicina de la Universidad Abierta Interamericana de Buenos Aires. Enrique VIII se burlaba de Tomás Moro porque contrataba profesores para educar a sus hijas. Le decía que era dinero perdido ya que las mujeres no podían aprender nada que estuviera fuera de sus “funciones naturales”. Esta “devaluación” del cerebro femenino, y la consecuente “inflación” del cerebro masculino, es casi tan antigua como el homo sapiens. La neurociencia de la afectividad ha demostrado que en ciertas funciones cognitivas es el cerebro masculino el “devaluado” (Panksepp 1998). Es importante aclarar que estas características neurobiológicas pueden ser modificadas por la cultura, y que además, existen distinciones interindividuales. Las mujeres tienen el hipocampo (región relacionada con la consolidación de la memoria) y la corteza prefrontal dorsal (estructura relacionada con la planificación y ejecución de las conductas) de un mayor volumen que los hombres (Filipek 1994). ¡Por lo tanto, las féminas tienen ventajas para planificar y recordar! Los hombres tienen la amígdala, que es el área neuronal relacionada con las conductas emocionales, de un mayor volumen (Andreano 2009). ¡Esto podría explicar nuestra fascinación por el fútbol! El color rojo llama la atención y es más usado por la mujer porque entiende muy bien el significado de los colores y su relación con las emociones. Ella nos atrae con su maquillaje y su ropa de color rojo para que activemos nuestra amígdala y nuestras pasiones y tomemos decisiones sin pensar. La memoria espacial es superior en los hombres (Voyer 1995). No olvidemos que la habilidad de movilizarse en el espacio era esencial para la caza. Tal vez por esto a los hombres nos encantan los juguetes inútiles relacionados con lo espacial: si hace ruido, tiene luces y pilas, ¡todos querremos uno! Las ventajas masculinas en la navegación espacial se observan cuando deben hallar un camino utilizando un mapa (Driscoll 2005). Los hombres reconocen en forma más exacta la distancia y la dirección, mientras que las mujeres recuerdan si en el trayecto había una peluquería, un shopping, una zapatería, etc. Si bien en la actualidad las mujeres nos han reemplazado a los hombres y nuestros mapas por el GPS, aún necesitarían que cuando “la gallega” del GPS dice a trescientos metros a la izquierda, el aparato gire en ese sentido. Las mujeres son superiores en la memoria de localización de objetos (Silverman 2007), motivo por el cual el hombre siempre le pregunta dónde dejó sus llaves, su corbata, su cabeza, etc. Las mujeres también superan a los hombres en la memoria verbal (Thilers 2007). Esta superioridad ya se demuestra a los 5 años de edad, por lo que no depende de los efectos de las hormonas sexuales sino sería el resultado de diferencias en la organi- 34 // EDITORIAL SCIENS
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