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Farmacología antibacteriana. Hector Alejandro Serra, Juan Carlos Fernández, Luciana Roperti Deguisa.

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Capítulo 1 Generalidades.....................................................................................................................................................9 Capítulo 2 Antibióticos que actúan sobre la pared bacteriana: Beta-lactámicos, glicopéptidos y otros.............................................................................................................................47 Capítulo 3 Antibióticos que actúan sobre membranas: Daptomicina, polimixinas y gramicidinas....................................................................................................................................................97

HA

HA Serra // Antibióticos del crecimiento o muerte son la constante. Es así que existe un fenómeno “antibiótico” cuya etimología señala la acción feroz de la vida contra la vida a ese nivel, y que fuera observado a fines del Siglo XIX por Pasteur, Joubert y otros quienes destacaron la importancia fundamental del hecho. Posteriormente, se determinó que tal fenómeno se debe a sustancias producidas por las diversas especies en juego que suprimen el crecimiento de otras posibles competidoras, y si bien, los primeros ensayos con cultivos bacterianos no resultaron exitosos por la toxicidad del material aplicado, quedó abierto el camino hacia la terapéutica antiinfecciosa racional. Alrededor de 1910, Ehrlich, introdujo los compuestos arsenicales para el tratamiento de la sífilis y los colorantes contra las infecciones por tripanosomas. Estas sustancias fueron las únicas disponibles hasta el descubrimiento de fármacos mejores en décadas posteriores. En base a sus estudios acuñó la palabra quimioterapia para referirse a la acción de estos compuestos contra los patógenos; término que incorporó a su vez el concepto de toxicidad diferencial, es decir daño selectivo al patógeno sin daño al huésped. Sin embargo, la era moderna del tratamiento antiinfeccioso comienza con el descubrimiento de la penicilina (Fleming, 1929), aislada a partir del hongo Penicillium notatum, y de las propiedades antibacterianas de las sulfonamidas (Domagk, 1935), compuestos de síntesis derivados de colorantes azoicos. El desarrollo clínico- terapéutico de las sulfonamidas fue inmediato (Domagk, 1936), en cambio, no fue sino hasta una década después cuando se pudo contar con cantidades suficientes de penicilina como para encarar la terapia de los pacientes (Florey y Chain, 1940). Esta desplazó pronto a las sulfonamidas por su mejor tolerancia. Tras la penicilina resurge el concepto de antibiótico. Durante la Segunda Guerra Mundial se introduce un nuevo agente natural, la estreptomicina (Waskman, 1944). A partir de entonces empezó la búsqueda sistemática de compuestos capaces de contrarrestar la infección; cultivos microbianos obtenidos de varias partes del globo terráqueo fueron estudiados sistemáticamente; ello determinó “el boom antibiótico”, es decir, la incorporación de los varios grupos de antibióticos durante las décadas de los 50 y 60. Esta etapa fue seguida de una época de selección que apuntó a la búsqueda de compuestos más seguros y más efectivos (así las tetraciclinas prescriptas ampliamente durante los 60 fueron dejando su lugar a nuevos derivados penicilínicos). Ello supuso un giro en la investigación, que además de buscar nuevos grupos, empezó a desarrollar derivados potencialmente útiles a partir de moléculas preexistentes. Definiciones y nomenclatura: El término antibiótico comprende entonces a aquellas moléculas de interés terapéutico que, producidas por microorganismos (bacterias, hongos y actinomicetos), inhiben el crecimiento o matan directamente a otros gérmenes (patógenos y no patógenos). Sin embargo, hoy día el concepto se ha extendido a otras sustancias de síntesis o del reino vegetal que, como las sulfonamidas, las quinolonas, los antiparasitarios y los análogos de metabolitos antivirales por citar ejemplos, también tienen efectos lesivos sobre los microorganismos. Estas últimas, en el sentido estricto de la definición de Ehrlich, son quimioterápicos, pero como el efecto fi- 10

nal de todas ellas, tanto antibióticos como quimioterápicos, es dañar a los organismos patógenos se agrupan todos bajo el nombre genérico de quimioantibioticoterápicos o simplemente, quimioantibióticos. Quimioantibioticoterapia es, en suma, la rama de la terapéutica que usa fármacos más o menos selectivos contra los patógenos para controlar las infecciones. Los quimioantibióticos pueden ser clasificados de varias maneras. La más común emplea el vínculo patógeno - fármaco empleado, así existen antibacterianos, antifúngicos, antivirales y antiparasitarios. Asimismo; cuando la enfermedad, por motivos epidemiológicos o sociales reviste suma importancia, añade un subgrupo, por ejemplo, antituberculosos, antirretrovirales, antiherpéticos, antichagásicos, etc. En suma, el médico, humano o veterinario, y el odontólogo cuentan hoy día con un importante arsenal quimioantibiótico, producto del aislamiento y síntesis de muchos compuestos que han superado con creces las etapas de investigación experimental y clínica. Asimismo, la identificación de los genomas virales y de microorganismos tales como Escherichia coli, Haemophylus influenzae, Mycobacterium tuberculosis o Sacaromyces cerevisiae, ha permitido un mejor conocimiento de la biología celular y ciclo vital de estos agentes y ha aportado nuevos blancos moleculares. Hechos todos que, sin duda, mejorarán el desarrollo racional de fármacos dirigidos y la idea de la “bala mágica” de Ehrlich con toxicidad diferencial máxima cobrará visos de realidad. Sin embargo, así como los antibióticos representan uno de los grupos farmacológicos de mayor uso y gran éxito terapéutico, constituyen el grupo donde se registran las mayores indicaciones erróneas y el mayor abuso prescriptivo. Esto ha determinado por iatrogenia, la aparición de gérmenes patógenos resistentes, verdaderas pesadillas terapéuticas. Ello obliga a determinar una estrategia, cuyo único objetivo debe ser la prescripción racional, a través de los siguientes caminos posibles: Actitud crítica hacia los nuevos antibióticos, corroboración científica con fuentes válidas, evaluación de la necesidad de métodos coadyuvantes en el tratamiento de procesos infecciosos, y, por último, fomento de la relación médico-paciente para evitar la automedicación. Antibacterianos Los antibacterianos constituyen el grupo más amplio de quimioantibióticos con que el médico cuenta en la actualidad. Para entender sus propiedades es necesario revisar aspectos morfológicos y funcionales de sus blancos, las bacterias. Estructura bacteriana: Las bacterias patógenas para el hombre y los animales se clasifican según morfología, tinción y metabolismo (tabla 1). En la estructura de una bacteria se destacan como partes principales (figura 3): la pared, la membrana, el citosol y el material nuclear; pues en cada una se establecen procesos vitales y resultan la biofase de las moléculas antibióticas. La pared es un elemento característico y exclusivo de las bacterias pues no está presente en las células animales; por consiguiente, aquellos antibióticos que actúen sobre ella tendrán la mejor toxicidad dife- 11

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