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La incertidumbre como protagonista Abordaje desde la Escuela Sistémica Argentina Dr. Horacio Serebrinsky, Lic. Héctor M. Murillo, Lic. Sergio Serebrinsky

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La incertidumbre como protagonista Abordaje desde la Escuela Sistémica Argentina Dr. H. Serebrinsky, Lic. H. Murillo, Lic. S. Serebrinsky

D Serebrisky //

D Serebrisky // Adicciones bio para el no cambio). En particular, el síntoma “toxicodependencia” parece claramente referirse a las dificultades ligadas a la búsqueda de autonomía y de independencia del joven adulto con respecto a los padres y de los padres con respecto al joven adulto. La dependencia de sustancias bloquea de forma clara un proceso de diferenciación. El joven se muestra viviendo todo ese período para construir su vida de adulto inmerso en un estilo de vida que le impide dicha construcción y mientras, ni siquiera la familia consigue afrontar los cambios necesarios, absorbida como está por la gestión de ese grave problema. Es lo que ha sido llamado “la función del síntoma”: la toxicodependencia en realidad permite al núcleo familiar el no modificar excesivamente su funcionamiento: la madre continuará siendo y sintiéndose la más sacrificada y afectada; el padre se sentirá cada vez más periférico y extraño; el hijo toxicómano continuará viviendo como “desafiante” a la familia. La familia disfuncional no es, en otras palabras, capaz de realizar sus funciones de sustento y apoyo al crecimiento. Sin embargo, es bastante claro que el enfoque relacional considera prioritario el aspecto de la disfuncionalidad del núcleo familiar con respecto a la especificidad del síntoma toxicodependencia. En este sentido pueden explicarse las analogías entre las reglas de funcionamiento de la familia con un miembro toxicodependiente con las de otras familias con pacientes designados portadores de anorexia, o familias con miembros afectados por disturbios psicosomáticos o psicóticos. Dicho de otro modo, la elección del síntoma con el que la familia se expresa tiene un valor secundario respecto a las reglas, a las redundancias, a la completa organización del sistema familiar. De ahí se extrae una consecuencia de enorme importancia: el enfoque clínico tendrá muy poco que ver con la toxicodependencia en sentido estricto. Según G. Bateson (1975), la forma en que un sistema se organiza no puede definirse como “predeterminada”; es escasa la posibilidad de prever con precisión que aquel sistema tendrá un determinado futuro. Todo esto se define como proceso estocástico que es: “un ocurrir de los acontecimientos de modo parcialmente casual, puesto que algunos de ellos tienen una mayor probabilidad de darse. Si una sucesión de acontecimientos combina un componente casual con un proceso selectivo, de tal modo que sólo ciertos resultados del azar puedan perdurar, tal sucesión se puede definir como “estocástica”. El objetivo de la intervención, desde dicha perspectiva, se focalizará sobre la formación del sistema terapéutico prescindiendo del hábito del abuso de droga o sobre el intento de introducción de cambios en la estructura misma de la familia en términos de la jerarquía, de alianzas, de coaliciones, de comportamientos individuales y colectivos. Una ulterior consecuencia de este modo de proceder se refiere a la imposibilidad de codificar una intervención única que pueda funcionar en situaciones consideradas como “únicas” y que requieren por tanto soluciones originales y diversas. La intervención se codificará una vez más, no solo sobre el uso (como adicción) de droga, sino sobre las características de los sistemas. Por lo tanto, el trabajo con adictos, es un trabajo en donde se debe estar alerta, no sólo implica trabajar con la problemática que el paciente trae, sino también con el subsistema familiar. Es supervisar y contener a psicólogos, algunos carentes de experiencia y formación en adicciones. Y como broche de oro, es contemplar y cumplimen- 70

tar con todos los requisitos que las diferentes prepagas u obras sociales solicitan para que determinado paciente realice tal o cual tratamiento. A partir del inicio de la pandemia nuestro equipo (como la gran mayoría de los equipos de trabajo) experimentó cambios de segundo orden. Esto implicó una reformulación en el modo de acompañar a los profesionales (supervisiones online) y también en el abordaje del paciente (adicto) y la familia. Uso de la telepsicología La Telepsicología es la práctica de la psicología a través de dispositivos electrónicos que van desde el simple teléfono (casi en extinción) hasta el uso de cámaras web y smartphone. Es un ámbito que permite a los clínicos conducir sesiones de manera remota, suplementar las sesiones presenciales haciendo seguimientos, recolectando y almacenando información sobre el paciente (Campbell et al., 2018, citado en Traverso y Martínez, 2020). La Telepsicología puede ser considerada una rama de la telemedicina, la cual es una modalidad de atención en la que se brinda servicios de salud en tiempo real por videollamada a través de plataformas virtuales como Zoom, WhatsApp y Meet. También se utiliza el término Telesalud mental refiriéndose a diferentes intervenciones como consultas psiquiátricas, psicológicas, familiares y psicoterapéuticas (Sharma et al., 2020). Un estudio realizado en mayo de 2020 en Estados Unidos evaluó si el uso de la teleterapia por parte de terapeutas familiares se había incrementado a partir de la aparición de la pandemia (McKee et al., 2021). Se utilizó una muestra de 626 terapeutas de sistemas familiares (el 58.6 % mujeres, el 40.6 % hombres, edad promedio=57.4 años; promedio de años en ejercicio de la profesión= 25.5). Los resultados sugirieron que los terapeutas familiares realizaban el 7.92 % de su trabajo clínico usando teleterapia antes de la pandemia, aumentando su uso al 88.17% durante la pandemia. Incluso pronosticaron que harían un 36.57 % de su trabajo clínico usando la telepsicología después de la pandemia. La adopción de la teleterapia no estuvo relacionada con el ámbito de práctica principal, ni con la edad, el género, la raza o la etnia de los profesionales, ni tampoco con el lugar de práctica (urbano o suburbano frente a rural), pero fue mayor entre los terapeutas de sistemas familiares que informaron un aumento de las políticas de apoyo hacia la teleterapia y de la capacitación en su ámbito de práctica. Las ventajas del uso de teleterapia para consultantes adolescentes (Smith et al, 2020, citado por Valdivieso y Cambero 2021) giran en torno a que no es necesario que salgan de su casas; ayuda a que el riesgo de contagio se reduzca; podrían tener mayor comodidad y seguridad encontrándose en su propio ambiente (por ejemplo el hogar); el acercamiento geográfico en caso de que viva en alguna ciudad lejana a la del terapeuta; el sentimiento de familiaridad con el uso de herramientas virtuales para la realización de teleconferencias (por ejemplo, computadora, laptop, smartphone, tablet, playstation etc.); la adaptabilidad a horarios en los que el paciente esté libre de actividades diarias como clases online, o del trabajo; la posibilidad de compartir material de forma dinámica con las herramientas disponibles de las plataformas online. Algunas de las desventajas posibles son: la falta de un ambiente adecuado para llevar a cabo las sesiones de psicoterapia (espacios donde el adolescente y /o adulto no cuenta con la privacidad necesaria); problemas de conexión que limitan 71

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