Psiquiatría 4:16, Noviembre 2011 Columna de opinión La Ley de Salud Mental Este será un comentario mínimo sobre lo que nos produce a los especialistas la exigencia de aplicar esta ley, muy especialmente cuando se trata de decidir quien debe ser internado. Aclaro, para empezar, que cualquier internación en términos generales debe entenderse como un fracaso de los medios empleados para resolver el problema de quien está consultando. Con esto quiero enfatizar que la internación es un recurso extremo, porque implica limitar la libertad de quien se interna y en lo que respecta a los prejuicios del imaginario social, hace necesaria una explicación o un comentario sobre la ignorancia y antigüedad que implica marginar a quien tiene o tuvo un problema emocional por el que necesitó ayuda médica. Somos los especialistas quienes tenemos que ocuparnos de lidiar contra este prejuicio, una internación innecesaria lleva al propio internado y a su familia a intentar aclaraciones sobre este punto sin duda con menos argumentos y menos objetividad que un especialista. En lo que hace a la ley en si misma, en primer lugar, para su elaboración no fueron consultados ninguno de los organismos e instituciones oficiales que han avalado con sus decisiones a lo largo de la historia que se ocupan de la salud mental y que tienen conocimientos para opinar con merecida solvencia sobre el tema. Me refiero a la Facultad de Medicina y a las organizaciones psiquiátricas del país. Este podría ser un detalle si se hubieran tenido en cuenta los conocimientos estudiados y acumulados a lo largo de la historia por disciplinas antiguas y modernas como la fenomenología, la psiquiatría, la neurología, las neurociencias, y que después de estudiar y evaluar experiencia pueden hacer hipótesis fundamentadas sobre la conveniencia de una internación que redunde en beneficio de quien consulta, de sus familiares y de su medio. No basta con ser bien intencionado y preocuparse por la eventual limitación de las libertades de un individuo, para privarlo de un recurso que se debe utilizar sólo cuando es indispensable. Las personas que requieren una internación pueden ser consideradas seriamente afectadas por una disfunción, una enfermedad, una descompensación, quienes entendemos sobre síntomas, evolución de la dolencia, pronóstico y tratamiento somos particularmente, especialmente los especialistas en psiquiatría. El fantasma de internaciones inadecuadas puede justificarse porque en todos los ámbitos de la actividad humana (¿quién no lo comprobó?), hay corruptos que no utilizan una ética fiduciaria en el ejercicio profesional. Habría que atacar este problema en si mismo y no a través de una propuesta que puede excluirnos de la decisión o que necesita que alguien nos controle. Quienes estamos en instituciones sabemos en qué medida se perjudican quienes no pueden internarse por la arena en el engranaje que pone esta ley. Esta es la opinión de alguien que lleva cincuenta y ocho años de ejercicio profesional perteneciendo a universidades con altos cargos docentes y a instituciones que la han honrado con distinciones y que la han incluido en comités de ética. El ejercicio de la medicina, lamentablemente está deteriorado, no hay acto médico sino prestaciones que como tales, se cobran. Tratemos de resolver los verdaderos problemas de nuestra práctica, agudizando la observación y enfocando lo que son los problemas centrales de nuestro padecer como pacientes y como profesionales. Prof. Dra. Lía Ricón Profesora Titular Consulta del Departamento de Salud Mental, Universidad de Buenos Aires (UBA). Directora de Carrera de Médico Especialista en Psiquiatría, Sede INEBA, Universidad de Buenos Aires (UBA). Coordinadora de Docencia de INEBA. Miembro Didacta de Asociación Psicoanalítica Argentina. Profesora Titular de Salud Mental IV, Universidad Favaloro. EDITORIAL SCIENS // 53
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