Views
2 years ago

Las psicosis afectivas monopolares según la escuela de Wernicke-Kleist-Leonhard. Dra. Norma Derito

  • Text
  • Wernicke kleist leonhard
  • Mara norma claudia derito
  • Psicosis afectivas monopolares
  • Wwwscienscomar
  • Derito
  • Monopolares
  • Afectivas
  • Culpa
  • Formas
  • Euforia
  • Forma
  • Paciente
  • Leonhard
  • Caso
  • Angustia
  • Psicosis
  • Sentimientos
En una situación de urgencias los cuadros depresivos agudos deben ser evaluados correctamente, dado el riesgo de suicidio que conllevan. En líneas generales todo cuadro depresivo agudo debe ser considerado de riesgo, especialmente si hay antecedentes de intentos de suicidio anteriores. No hay que olvidar que los cuadros que voy a describir son depresiones psicóticas, por lo que es difícil acceder al paciente a través de la palabra solamente, ya que están certeramente convencidos que la única solución a su padecimiento es la muerte. De ahí la necesidad de actuar con rapidez y con la medicación adecuada y decidir la internación. En los casos de euforias psicóticas, también revisten el peligro de asumir conductas de riesgo para sí o para terceros, por exceso de confianza en si mismo, o por la facilidad con la que en algunos casos se irritan.

MNC

MNC Derito // Urgencias en Psiquiatría. Psicosis endógenas agudas lógico en aquellas personas que tienen en su personalidad previa capacidad para desarrollar tales errores sensoriales como los individuos eidéticos, según Leonhard estos fenómenos aún estando presentes no tienen mayor peso en el cuadro. Excitación psicomotriz: solo aparece cuando expresan sus sentimientos y sus ideas, el afecto sube y pueden llegar a expresarlas repitiéndolas en voz alta, con llantos y gemidos, pero nunca tienen la persistencia de la depresión acuciante. En la depresión autorturada, al tratar de tranquilizarlos, finalmente se logra y el paciente se va tranquilizando. De hecho cuando queda solo puede caer en una conducta de aislamiento con cierta apatía, que puede hacer pensar en una inhibición. Hay que tener cuidado, porque en este tipo de depresión nunca hay inhibición motora ni del pensamiento, por lo tanto el paciente está expuesto en cualquier momento, por algún estímulo, se despierte la angustia con excitación que lo arrastra a un intento de suicidio, aunque menos que la melancolía pura y la depresión acuciante, hay que tener en cuenta que no hay inhibición que se lo impida. El cúmulo de ideas es más florido que en la melancolía pura. Caso 1 Juana aparece una mañana en el servicio de admisión internada durante la noche por un intento de suicidio. Una crisis de angustia determinó un impulso que la llevó a querer tirarse del balcón de su casa (8º piso). A falta de consultorios, como muchas veces sucede en los servicios de urgencia, la entrevisto en un rincón del comedor. Acepta tranquila esta incómoda situación, colaborando y dando respuesta a las preguntas. Reconocía que el impulso de tirarse había sido una actitud injustificable, pero que no había podido elaborar. Había discutido con su esposo por un tema de la cena, se sintió culpable de lo que él le reprochaba, y no pudiendo tolerar ella misma su desvalorización, en un violento rapto de angustia acomete el hecho. Al preguntarle porque se sentía tan afectada por un tema banal, ella manifiesta que siempre tuvo ese rasgo de carácter de sentirse excesivamente responsable de las cosas, pero que en los últimos meses se sentía desganada, le costaba realizar las tareas del hogar. Ella se autoexigía lo más posible, pero se daba cuenta que no podía concentrarse en las actividades como antes. Con frecuencia pensaba que ya no era útil como antes, esto la entristecía sintiéndose cada vez más culpable por su creciente incapacidad. Le preguntamos si su esposo se daba cuenta de esto, dijo que no porque ella disimulaba ante su familia, que todo lo que sentía no lo comentaba porque le daba vergüenza. Nos llala atención que el interrogatorio que había comenzado con la paciente tranquila, iba cambiando de tono en la medida que ella se iba angustiando en tanto se refería a estos temas. Las lágrimas comenzaban a caer de sus ojos y el lamento sonaba cada vez más lastimero. Acertamos a preguntarle, de que otras cosas se sentía culpable, nos responde que en realidad se sentía culpable de todo, aunque se daba cuenta de lo irracional de esto no podía evitarlo porque el sentimiento se apoderaba de ella en cuanto veía algo que estaba mal. Ahondamos en el tema de si la culpa aparecía solamente por las cosas que tenían que ver con su familia o bien aparecía ante cualquier circunstancia desgraciada. Juana nos dice que aparece siempre. El día anterior viajaba en un colectivo, un niño lloraba y su madre lo retaba permanentemente, enseguida se sintió culpable, pensaba que 138

el niño era maltratado porque ella no lo defendía y la culpa era por su inacción. La madre terminó pegándose un “chirlo” al niño, su angustia se volvió intolerable y tuvo que bajarse del colectivo porque sentía que no se podía controlar y que terminaría gritando y llorando. Corrió por la calle hasta que se fue tranquilizando para poder volver a su casa. Le preguntamos qué pasa cuando ve las malas noticias en los noticieros, nos dice que en general trata de no mirarlos, que varias veces se levantó de la mesa y se fue a su habitación. Cuando pasan noticias sobre la guerra del Golfo, no podía evitar sentirse terriblemente culpable, pensaba que ella estaba cómodamente en su casa sin hacer nada para evitar todo el daño que se estaba causando a esas personas. Nos dimos cuenta que si seguíamos preguntando solo lograríamos aumentar su angustia, de todos modos era evidente que se sentía culpable de todos los males que atormentaban a la humanidad, y compadecía a todos los actores de esos dramas distantes. Esa sentimiento de culpa que reclutaba todos los eventos negativos de los que tomaba conocimientos se nos ocurrió llamarlo culpa universal o culpa cósmica. Reflexionando sobre esta enfermedad, es que se nos planteó el problema de cómo se desarrolla fenomenológicamente en la intimidad del conflicto psíquico, la sucesión de hechos que determinan la expresión de este complejo sintomático. Recordemos que hemos planteado que el estrato anímico que se encuentra patológicamente distorsionado, es el estrato de los sentimientos superiores, más elaborados, propiamente humanos que es el de los sentimientos anímicos o psíquicos. Estos sentimientos se forman como reacción afectiva ante los sucesos del mundo externo que repercuten en una persona, por cualquier cuestión que está ligada a sus afectos (si un hecho no repercute en el estrato anímico de los sentimientos, rápidamente es desechado del foco de la atención y olvidado). Son sentimientos que se relacionan con lo gregario, el universo social, lo que nos permite conectarnos afectivamente con el mundo y con las otras personas. En esta enfermedad el estrato de los sentimientos anímicos esta cualitativamente distorsionado; en el sentido autopsíquico con enlentecimiento de los procesos intrapsíquicos que hacen que el sujeto vivencie su escasa capacidad de reacción ante los sucesos del entorno, eso le genera ideas de desvalorización. Por otra parte en el plano de lo alopsíquico los sucesos del entorno impactan en una persona que no se siente a la altura de las circunstancias del mundo, que por su desvalorización siente que no puede hacer nada para impedir que las cosas sucedan, desde que su hijo vaya desaliñado al colegio porque no ha planchado su ropa, hasta no haber iniciado una campaña para detener la guerra del golfo o socorrer a los soldados. Su desvalorización es la que hace que las cosas negativas sean autorrefenciadas expresándose con ideas de culpa, alimentando así la imagen de su inutilidad. La angustia aumenta y entra en un espiral que no se detiene hasta que se corta el estímulo. Ahora como el fenómeno es bimembre en el sentido de Schneider, va del sujeto al objeto, y vuelve del objeto al sujeto resignificado en el sentido de la culpa, estaríamos ante una percepción delirante depresiva, de distinta calidad a la que vemos en el mundo esquizofreniforme que se forma a partir de otro tipo de sentimientos patológicamente alterados, pero pertenecientes al mismo estrato de los sentimientos anímicos. En este caso el sujeto siente que merece ser perseguido, la acción de los otros hacia él está plenamente justificada porque toman el comando 139

Biblioteca