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Las psicosis afectivas monopolares - Urgencias - Derito

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Las psicosis afectivas monopolares según la escuela de Wernicke-Kleist-Leonhard Dra. María Norma Claudia Derito

MNC

MNC Derito // Urgencias en Psiquiatría. Psicosis endógenas agudas la necesidad de volver a sentir, que significa volver a vivir. La angustia por no sentir puede llevar a extremos de desesperación que generen conductas suicidas. Se llamó a este cuadro en el idioma alemán “depresión poco participativa”, refiriéndose a su escasa participación en los sentimientos compartidos, que se refiere a la carencia de participación en los sentimientos compartidos. He pensado si esta falla no estaría relacionada con la teoría de la mente, es especial con la interpretación neurobiológica de la misma sobre el descubrimiento de la existencia de las neuronas en espejo. Despersonalización: en este caso nuestro autor habla de una pérdida de la familiaridad, ya que todo lo que antes era familiar se vuelve ajeno, extraño, el mundo es reconocido intelectualmente pero ha perdido la repercusión pática. A niveles más elevados esta manera de vivenciar la relación con el mundo conduce a la despersonalización, diciendo los pacientes que ya no son las mismas personas que antes, pues ya han perdido todo sentimiento y no se reconocen a sí mismos. Ya hemos visto que la despersonalización también puede producirse en la forma hipocondríaca de extrañamiento, pero en este caso los que han desaparecido son los sentimientos corporales o vivenciales, egoístas, referidos al propio cuerpo. También es distinto el extrañamiento en los psicópatas y en los estados crepusculares. Empobrecimiento de la iniciativa: dijimos que este tipo de depresión tiene escasa expresión objetiva de los síntomas. En la intimidad familiar a veces se observa un exceso de preocupación por los allegados, más que un alejamiento. Los pacientes explican que con estas actitudes tratan acallar la angustia y el sentimiento de culpa que los corroe por dentro, por no poder sentir el afecto y el interés real que antes sentían por su familia. La sensación de la ausencia de sentimientos, que antes estaban vivos, es una vivencia totalmente subjetiva que el paciente disimula ante los suyos. En la internación esta falta de sentimientos por los otros o de participación afectiva en los sucesos compartidos es mucho más notoria, ya que allí no intentan disimular y se mantienen alejados sin demostrar interés por nada. Lo más notorio para todos los que observan al paciente es la falta de iniciativa para resolver las cosas de la cotidianeidad, porque han dejado de afectarles. No importa si se rompió una puerta o se excita un compañero, nada deja traslucir que les despierte algún interés, carecen de reacción al respecto. En estas condiciones los enfermos podrían parecer inhibidos dice Leonhard, pero en realidad no lo están. En la casa esta situación es observada por la familia como falta de iniciativa para intervenir o resolver los problemas cotidianos, por falta de interés. Si se les estimula para hablar de su problema hasta pueden tornarse vivaces, con sus quejas y tormentos por no sentir, cosa que nunca podría suceder en un inhibido. Falta de voluntad: los enfermos se quejan de la misma forma, de la carencia de sentimientos como de la carencia de voluntad. Los melancólicos explican su desgano como la consecuencia de su falta de eficiencia, de su creciente incapacidad, y se sienten especialmente culpables de no poder vencer esa carencia. En la depresión fría la ausencia de voluntad parece tener el mismo origen que la ausencia de sentimientos, simplemente han desaparecido sin que el enfermo pueda explicarse el por qué. En realidad podríamos pensar la ausencia de voluntad como una consecuencia de la carencia de sentimien- 146

tos compartidos. El afecto que surge desde el interior del mundo anímico, reactivo a los sucesos protagonizados por las personas del entorno familiar, social y cultural, es la nafta que pone en marcha el motor que impulsa una conducta adecuada a los hechos. La nafta son los afectos, el motor es la voluntad. Sin los sentimientos, la conducta no encuentra el combustible para accionar y pierde sus objetivos. Siente que no hay motivos para accionar. La voluntad superior se pone en marcha cuando considera que existe un motivo afectivamente valioso que la impulsa a actuar. Dice Leonhard que algunos enfermos enfatizan la carencia de voluntad por sobre la carencia de sentimientos, aparentan como pobres de impulso, pero si se los estimula y se les pregunta por su problema responden con quejas sobre su tormento, y hasta pueden ser violentos en su reclamo, en este aspecto pueden parecerse a los autorturados, que aparentan tranquilos pero si se los estimulan reaccionan con lamentos excitados, pero en la depresión fría la falta de sentimientos compartidos impiden que se llegue a grados extremos de excitación. Cavilación compulsiva: la ausencia de voluntad puede hacer que se le dificulte iniciar tareas y tomar decisiones. Ante la necesidad de actuar entraría en lo que Leonhard llama un estado de cavilación compulsiva. Esta característica hace que el enfermo pase tiempo reflexionando acerca de su situación, de su futuro, y en ese cavilar puede tomar compulsivamente una decisión y quitarse la vida. Angustia superficial: es interesante analizar junto a Leonhard la particular calidad afectiva de la angustia sufrida en este tipo de depresión. Cuando el enfermo se queja de la ausencia de sentimientos, se refiere tanto a los agradables como a los desagradables. Se encuentra tan ausente la capacidad de sentir placer, como de sentir displacer. Los estratos afectivos superiores, tienen una connotación bipolar como ya lo hizo notar K. Schneider, por lo tanto si estos estratos disminuyen en su intensidad o desaparecen lo hace en sus dos polos. Como ya dijimos no hay alegría, pero tampoco tristeza, no hay felicidad pero tampoco pesimismo, como formas de compartir afectivamente los sucesos del mundo externo. Es por eso que la angustia como profundo sentimiento de displacer tampoco es sentida con hondura como en las otras formas depresivas. Es decir tenemos aquí dos distinciones esenciales con las otras formas depresivas puras, una es que se afectan los dos polos de los sentimientos, no hay placer pero tampoco displacer, la otra es que la angustia, como sentimiento displacentero solo es sentida superficialmente. Autorreproches: no hay sentimientos de culpa como los vimos en las otras formas de depresión, según Leonhard lo que expresan los enfermos son autorreproches por no poder sentir como antes, pero que se comprenderían mejor como psicológicamente reactivos a su estado, que endógenamente creados por el mismo. No olvidemos que ha desaparecido la capa de sentimientos superiores, los sentimientos sociales, el reproche aparece en un intelecto normal que intuye un embrutecimiento de su mundo afectivo. También es cierto que si los estratos de los sentimientos superiores desaparecen, solo puede sentir su ausencia alguien que antes los ha poseído y desarrollado finamente, caso contrario esta pérdida no causaría tan intenso malestar. Tendencia al suicidio: nada cala hondo, 147

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