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Neuro & cardio 1 - P Forcada - Julio 2018

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Neurociencias en cardiología - Dr. Pedro Forcada

Neurociencia y cardiología Depresión Se ha demostrado que la depresión produce alteraciones del balance autonómico y esto repercute sobre la función cardiovascular, alterando la presión arterial, la frecuencia cardiaca, generando arritmias, alterando la función vascular y la hemorreología (Figura 4) (23, 24). Todo esto conduce a una mayor frecuencia de enfermedad cardiovascular en los pacientes deprimidos y a la inversa, los pacientes cardiovasculares deprimidos tienen mayor morbimortalidad por complicaciones cardiovasculares (25, 26). Los mismos hallazgos del INTERHEART para estrés también involucraron a la depresión y la falta de propósito vital. Otro estudio, denominado INTERSTROKE demostró el mismo Figura 4 Depresión y enfermedad cardiovascular Figura 5 El impacto de los factores de riesgo y su manejo sobre la enfermedad cardiovascular Modificado de Jacc Vol. 64 Nº 1, 2004. July 8, 2014:100-10. EDITORIAL SCIENS // 7

Dr. Pedro Forcada peso de relación causal que en el infarto, pero para el accidente cerebrovascular (27). Tal fue la importancia de estos hallazgos que American Heart Association emitió en 2008 un aviso para el rastreo, diagnóstico, derivación y tratamiento de los pacientes cardiovasculares con este cuadro (28, 29, 30). Desde la cardiología conductual se ha establecido claramente una conexión entre el ánimo depresivo, la falta de propósito vital, la sensación de desadaptación (distress) y el aislamiento social que aumentan el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular o una mayor frecuencia de complicaciones, una vez instalada la misma (12). Más recientemente se ha comprobado que conceptos que se consideraban estrictamente del campo de la psiquiatría como la resiliencia, esa capacidad de salir fortalecido de la adversidad de determinados individuos (31), alcanza perspectivas celulares y moleculares y que incluso, podría influenciarse epigenéticamente, al igual que gran parte de las respuestas alostáticas. La resiliencia también podría jugar un rol en el desarrollo y evolución de los factores de riesgo y la enfermedad cardiovascular (32, 33, 34). Se ha observado que los sujetos con valores más altos de escalas que determinan su capacidad de resilenciar tenían un perfil de factores de riesgo más benigno, menor frecuencia de los mismos y probablemente esto influya incluso, en un mejor pronóstico cardiovascular (35, 36). Deterioro cognitivo Finalmente, un área más reciente de las neurociencias es la que vincula la neuroprotección, en especial del deterioro cognitivo y la demencia, con los factores de riesgo y la prevención de la enfermedad cardiovascular. Se ha descripto claramente que el aumento de la pulsatilidad ligado a la hipertensión y a la rigidez arterial, aumenta las lesiones microvasculares en la sustancia blanca y contribuye a la leucoaraiosis y su expresión clínica, el deterioro cognitivo y la demencia de origen vascular. Esta incluso puede asociarse y agravar los casos debidos a Alzheimer que tiene una etiología y fisiopatología completamente diferentes (40). Estudios realizados en grandes grupos de pacientes mostraron que los hipertensos tienen con mayor frecuencia deterioro cognitivo y pruebas cognitivas anormales que los normotensos y esta diferencia también se observa en aquellos en que la presión no está controlada respecto a los que sí la tienen. Esto sugiere fuertemente que controlar este factor de riesgo podría prevenir el deterioro cognitivo (41, 42, 43). La intervención sobre los factores psicosociales es bastante más compleja que el tratamiento de los factores de riesgo cardiovascular convencionales, pero están ampliamente relacionados con los de transtornos de la conducta como la obesidad, el tabaquismo, las adicciones y el sedentarismo (12, 45). Los cambios que requieren demandan motivación para ponerlos en marcha y sostenerlos en el tiempo (Figura 5). Factores negativos como conductas cardiovascularmente insalubres, emociones negativas, el estrés crónico, la falta de propósito y la disfunción social requieren de un equipo multidisciplinario, consejería de salud, técnicas de manejo del estrés, estableciendo objetivos terapéuticos y vitales y restaurando la contención social (Figura 6) (12) (46). El tratamiento de los factores psicosociales, como el estrés y la depresión, mejoran la evolución de los pacientes cardiovasculares y la respuesta a las medidas terapéuticas no farmacológicas, farmacológicas y a las intervenciones invasivas (47, 48, 49, 50, 51, 52). Desde esta perspectiva más amplia y abarcativa de las neurociencias como transdisciplina se enriquece la visión del sujeto enfermo y se abre una nueva dimensión más humanística y amplia de la prevención cardiovascular y el tratamiento de esta patología, contemplando aspectos fisiopatológicos inimaginados para la ciencia actual, pero claramente entrevistos por los científicos de la antigüedad. Como ejemplo, según los textos de la medicina tradicional china, en el corazón residen las emociones y la psiquis, ¿ellos ya creían en el puente corazón-cerebro? Bibliografía • 1. McEwen BS. Sex, stress and the hippocampus: allostasis, allostatic load and the aging process. Neurobiol Aging. 2002 Sep-Oct;23(5):921-39. • 2. 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